Sampedrinos con nuevas vidas en el Sur
Son más de 25 sampedrinos que eligieron vivir en El Calafate no solo por la belleza de los paisajes sino también por las mayores posibilidades laborales que ofrece la región. A partir de la buena experiencia de algunos, otros se sumaron a esta aventura de probar suerte en un lugar lejos de casa. Les va bien y cuentan como son sus días en uno de los paraísos turísticos de Argentina.
Una colonia sampedrina en las tierras de descanso del presidente. Desde hace varios años, muchos sampedrinos eligieron El Calafate como lugar ideal para vivir. Hacia allí partieron con las ilusiones a cuestas. Y la experiencia fue positiva por lo que varias personas cercanas decidieron probar suerte en la misma ciudad.
Una de las primeras en irse fue María de las Mercedes Utges, y luego se sumaron tres de sus hermanas, entre las que se encuentra María José que fue quien, en diálogo con La Opinión, comentó como es la vida más al sur. “En total ahora somos más de 25 sampedrinos los que estamos viviendo en esta zona”, ellos no se fueron todos juntos, sino que fueron llegando de a poco, a partir de los comentarios de los que ya estaban instalados en la zona.
Algunos llevan años viviendo allí, como es el caso de las hermanas Utges, otros recién llegados están en la etapa de acostumbrarse a la nueva vida. “Al principio te cuesta, hasta que te adaptás. Por eso lo ideal es venirse con gente que uno ya conozca”, comenta María José.
Igualmente, aclara que los habitantes son todos muy amables y están acostumbrados a la llegada de nuevas personas por lo que la integración es mucho más fácil.
Luis Darío Herenú es otro de los que está viviendo en el sur. Él es primo de las hermanas Utges, y vive en El Calafate desde hace seis años, con su mujer Pamela, y su pequeña hija. Sus padres, Luis y Norma, que siguen en San Pedro, lo visitaron en varias oportunidades y cuentan que cuando caminás por la zona sí o sí te encontrás con varios sampedrinos.
María Monteverde es otra sampedrina que hace más de seis meses decidió mirar al sur.
Ella es empleada pública: trabaja en la Municipalidad.
Comenta que hay como tres grandes ramas donde se puede trabajar: Hotelería, Gastronomía o el sector público. Las dos primeras parecen ser las que agrupan a la mayor cantidad de jóvenes sampedrinos que migraron hacia la Patagonia. Hay que destacar, además, que algunos, aunque los menos, trabajan en la reserva ecológica del lugar.
Hay cosas para hacer
María José comenta que allá es muy fácil encontrar trabajo: “Al principio, te tienen que conocer en el trabajo, pero después cuando ya estás instalado, podés ir negociando el sueldo y los horarios en los que querés trabajar”. Esta es una de las principales ventajas que encuentran quienes llegan al lugar a probar suerte. Las oportunidades laborales son mucho más amplias que las que hay hoy en San Pedro y muchos, cansados de golpear puertas que nunca se abren deciden emprender el largo y frío viaje.
Los habitantes estables de la ciudad, son alrededor de 8 mil, aunque en temporada veraniega alcanzan las 13 mil personas. Además, a esta cifra, deben sumarse las miles de personas que llegan desde diferentes partes del país y del mundo, ya que la zona del Calafate es una de las preferidas por los turistas extranjeros. En esta temporada veraniega fueron muchos los sampedrinos que eligieron esa zona para irse de vacaciones y se sorprendieron ante la gran cantidad de sampedrinos con los que se encontraron.
Muchos, impactados por la belleza del paisaje, incluso evalúan la posibilidad de trasladarse para aquella región para afincarse.
A ellos, y a los que quieran sumarse, María José les recomienda que deben ir con muchas ganas de trabajar. Y aclara, además, que si bien los sueldos son muy buenos, también el costo de vida en la región es muy elevado. “Un alquiler, por ejemplo, de un monoambiente, es decir, un living, una cocina y un baño, es de $800. Eso es lo más barato. Si te piden eso, tenés que alquilarlo sin dudar antes de que otro lo haga. Las casas pueden superar los $3 mil”, comenta Utges. Es una gran diferencia con San Pedro, evidentemente, donde un monoambiente puede encontrarse por mucho menos.
Los sampedrinos que eligieron el sur como lugar para vivir se mantienen en contacto entre sí para evitar perder las raíces, quizás. Como punto de reunión, por lo general, eligen un pub que hay en el lugar “aunque a veces también nos juntamos en la casa de alguno a tomar mate”.
Es que la distancia, y los costos, hacen que sea bastante complicado viajar hasta San Pedro con frecuencia. Algunos, incluso, están en zonas alejadas, donde no hay teléfonos ni señal en los celulares, lo que los obliga a mantenerse en contacto vía carta.
Aquí, en nuestra ciudad, quedaron los familiares que, aunque los extrañan, están felices de ver que sus seres queridos tienen trabajo y posibilidades de crecer en los mismos, aunque los hayan encontrado lejos de casa. Así es la vida de más de dos docenas de sampedrinos que se fueron en búsqueda de mayores oportunidades laborales y que desde hace años algunos, meses otros, la pelean pero en el sur, bien al sur.
Trabajar por temporada
Hay otros sampedrinos que, por su parte, eligen vivir en esta región solo durante la temporada turística. La época de mayor concurrencia se extiende desde los primeros días de Enero hasta el fin de semana largo, de Semana Santa. Es el caso de jóvenes como Santiago Biscia, que este año tuvo su primer contacto con las tierras sureñas. Ahora está trabajando en un imponente hotel de la localidad. Otros, como Juan Francisco Perfume, vive en El Calafate durante nueve meses y el resto en San Pedro. Mientras está allí trabaja en la estancia “La Cristina.”