Sampedrina en Chile: “Es terrible sentir cómo la tierra se queja y cruje”
Lo contó a La Opinión Camila González, quien desde hace dos años reside en tierra trasandina. La joven que vive y trabaja en Iquique relató en primera persona cómo fue sentir que el piso empieza a moverse. “Esto no empezó ayer, viene de antes”, aseguró y recordó que en 2014 le tocó atravesar una situación similar. Camila aprovechó para enviar tranquilidad a su familia y amigos: "Estoy bien", dijo.
El miércoles por la tarde noche, minutos antes de las 20.00, la tierra comenzó a moverse en Chile. Un terremoto de 8,4 grados en la escala de Ritcher azotó la zona central del país vecino donde lamentablemente ya se han acostumbrado a este tipo de situaciones.
El epicentro se registró 36 kilómetros al oeste de Canela Baja, región de Coquimbo a la altura de la provincia argentina de San Juan. Ahora rige un alerta por tsunami en la costa chilena.
La Opinión logró comunicarse con Camila González, una joven sampedrina que desde hace dos años vive y trabaja en Iquique a cuatro horas de la zona que resultó más afectada. “No fue grato, es una experiencia de vida que tengo para contar a mis hijos pero la desesperación de ese momento es una locura”, comenzó diciendo la joven que se encontraba en el bar donde trabaja cuando se sintió el primer movimiento.
Camila contó que como los movimientos son “seguidos” tiene la costumbre de chequear una página web “a cada rato” para saber cuánto se movió la tierra.
Ante la consulta de este semanario relató en primera persona como fueron los movimientos más fuertes: “Entré a mi casa, me puse a ver una serie, abrí la página y vi que decía que la última vez que había temblado había sido cuando yo estaba viniendo del trabajo a mi casa, así que me quede tranquila”.
Pasadas las 7.30 tanto el teléfono celular de Camila como el de los restos de las personas que residen en Chile comenzaron a recibir las alertas que acompañan esta nota que decían “evacuar a zona segura”.
“En ese momento entré en pánico”, aseguró la joven viajera y continuó con el relato: “Hablé con mis amigos chilenos que me dijeron que me quede tranquila, ellos siempre intentan calmarse y más para nosotros que no estamos acostumbrados a vivir cosas así. Cuando empieza a sonar la alarma, le escribí a mi pobre madre y a mi mejor amiga. Y fue ahí que recibí un mensaje desde Córdoba que decía que allá se habían sentido el movimiento”, fue recién en ese momento en el que Camila González tomó conciencia del peligro.
Tras el alerta telefónico la ciudad comenzó a “temblar cada cinco minutos, no paraba”. En pocos movimiento salió de su departamento: “Agarré plata, agua, abrigo, linterna, radio, apague las luces, cerré el gas, agarre a la perra y me fui”.
“En la calle donde yo vivo que es una de las avenidas principales fue la gente la que me hizo colapsar. Gente desesperada buscando a sus familias. No puede aguantar y me largue a llorar, quería estar con mi mamá. Intenté comunicarme y las líneas estaban colapsadas”, contó.
“Colapse fuerte. Estaba vez estaba sola y colapsé, uno sabe lo que tiene que hacer pero la desesperación de estar sola y querer buscar a tu gente es desesperante. Llegue hasta el estadio municipal que queda a 5 cuadras de mi casas y que es zona segura, subí un poco más y me quede esperando”, continuó y señaló que después de encontrarse con una amiga pudieron dirigirse a lo de una tercera persona que los alojó unas horas hasta que pudieron volver a sus viviendas.
Esta es la segunda situación difícil que la sampedrina tuvo que atravesar en Chile, de todos modos reconoció que la primera fue peor… “más fuerte”.
Camila aprovechó la comunicación con La Opinión para saludar a familia y amigos: “Estamos bien, el susto pasó. Lamentablemente cuando uno vive acá se acostumbra a estas cosas. Chile es un país sísmico, así que un temblor no es nada. Decirle a mi familia que estamos bien y que las malas noticias siempre corren rápido así que yo estoy bien, tranquilos”.