Salud Mental: el suicidio de un hijo y la fuerza de “la madre marcha”
Integrante de La Madre Marcha, la organización de la que forma parte Marina Charpentier, madre del reconocido artista Chano, contó en Sin Galera su experiencia y la de otras familias que tienen hijos con problemas de adicciones y de salud mental. El reclamo por una nueva ley, las medidas de atención que son obligatorias y la lucha cotidiana contra un sistema que no contribuye a la asistencia de los pacientes.
Stella “Lala” Maurig, es el nombre con el que se la conoce en los medios. El obligado abandono del anonimato obedece a la peor de las tragedia: la muerte de David, su hijo de 31 años.
Es consejera en Salud Menal y Adicciones, psicoeducadora calificada en salud mental y estratega en prevención social de las adicciones. Madre de un adicto que se quitó la vida en 2019. Desde entonces, trabaja en el tema activamente y en la cuenta de Instagram lamadre_marcha se la suele ver en encuentrsos, charlas y fotos con compañeras que recorren el dolor o la impotencia cada vez que la Ley de Salud Mental vulnera los derechos de quienes necesitan asistencia, contención y tratamiento especializado.
Esta mujer, al igual que la mamá de Chano Charpentier, ahora repite a quien quiera escucharla “tengo un propósito” y por eso agita banderas de alerta, asesora, denuncia y estudia recursos a los que pueden recurrir familias de pacientes psiquiátricos o adictos que no pueden recuperarse, como sucedió en San Pedro esta semana a causa de la denuncia de un profesional de la salud mental que por denunciar a la policía interrumpió casi seis meses de tratamiento de su propio paciente. Lala sabe que hay que hacer para responsabilizar al funcionario judicial o al profesional cuando se vulnera el derecho de un enfermo o la obra social se desentiende de sus obligaciones.
“En el 2019 perdí a mi hijo, se suicidó en julio de 2019. Era un chico consumidor de cocaína y tenía dos enfermedades mentales de base, bipolaridad y trastorno límite e la personalidad. Vivía solo y no quería medicarse, nunca se amigó con su enfermedad”, así comenzó la nota en el programa Sin Galera.
“Tomó la drástica decisión de quitarse la vida. Busqué un propósito al perder un hijo; solamente quienes perdemos un hijo sabemos que el dolor inmenso es diario, y busqué un próposito para seguir viviendo, y el propósito mío es poder ayudar a la familia, poder ayudar a lo chicos que están en diferentes situaciones y en distintos estratos sociales porque los problemas que surgen los tiene una persona que aunque tengan un poder alto, de mediano poder y de un poder bajo que no tenga nada, exactamente padecen lo mismo”, con esa serenidad plantea que la salud mental no perdona.
“Un día me senté y creé “la madre marcha”, le puse ese nombre porque supongo que fue en un momento que Dios estuvo conmigo porque la verdad no tengo ni idea de por qué surgió ese nombre. Hable con Marina la mamá de Chano y hable con Sandrita Botta que es una chica que nos da una mano increíble, mi hija también está y es abogada y bueno, empezamos hacer marchas, a presentar, a hablar con diferentes legisladores, el 4 de julio del año pasado pude hablar en senadores, me permitieron hablar, presentar un audio con voces reales: mamás y chicos en consumo, mostrando el motivo de la marcha porque yo creo que lo que es necesario es mostrar la realidad porque detrás de un escritorio esta todo muy bueno pero hay que ir al territorio y presentarles la situación actual de adicciones en Argentina”.
Lala navega todas las aguas sin temor a ahogarse, quien ha perdido un hijo ha perdido el miedo. Ese debate que hoy aprisiona el lenguaje plantea la necesidad de dar a conocer lo que pasa. Los periodistas y los medios de comunicación también sufren esa cínica e hipócrita presión que se disfraza en el “no vulnerar el derecho a la identidad y al paciente”. Aunque resulte obvio, jamás una prensa responsable describirá métodos ni detalles, pero seguir callando las muertes o desamparar a madres, padres, amigos o hermanos que cada vez que piden por sus seres queridos son tildados de “internadores seriales” requiere una profunda revisión.
“El estado nos deja abandonados a la suerte de vaya saber qué, a muchas familias -en el caso mío- hace muchos años, hablé con un abogado. Mi hijo estuvo detenido diez meses y hablé con un abogado que necesitaba la dirección, una dirección fija para que mi hijo salga en libertad. Cuando yo hablo con este hombre le digo: “yo no tengo problema de dar mi dirección pero necesito por favor que dejen sentado por escrito que mi hijo tiene que hacer el tratamiento porque sale y vuelve a entrar a los dos meses, porque comete delitos, porque consume”. En ese momento me dijo: quédese tranquila señora, si usted no puede judicializar esta causa la voy a acompañar. Salió mi hijo y nunca más atendió“, relató en línea con la cruel realidad que atraviesan miles de familias en el país.
“Lo que necesitaba era eso, mi dirección para poder darle la libertad y yo le pedí por favor que me ayude a ponerle fin a este camino. Era una calesita, salía y volvía a entrar a los pocos meses. Me dijo que sí, que me quede tranquila y nunca más me volvió a atender el teléfono. La peregrinación que hacen las madres diariamente en los juzgados civiles pidiendo ayuda para poder internar a los hijos: eso me tocó a mí ya en el año 2007, cuando en ese momento se usaba el artículo 482 que era para protección de personas; uno podría presentarse hablar con el abogado civil y pedirle que nos ayude a salvarle la vida a un hijo“, refiere Lala en torno a las herramientas legales que existían por entonces y que se modificaron en 2010.
“Sedronar si no tenía obra social, se hacia cargo de la internación. Era todo mas llevadero, a partir del 2010 ese artículo ya no se puede utilizar más, lo han cambiado por otro que la verdad es un desastre. En la ley dice que esta estipulada la internación voluntaria: no me vengan con cuentos chinos porque para empezar cuando uno quiere llevar a hacer una evaluación a un hospital público muchas veces no existe o directamente no existe el equipo interdisciplinario para evaluar a la persona. Acá en Capital Federal tenemos una sola ambulancia psiquiátrica para toda Capital Federal”, informó como ejemplo de los escasos recursos que vistos desde la Provincia de Buenos Aires parecen millonarios.
Respecto a las intervendiones de personal no especializado, dijo: “la policía no tiene un protocolo para ejercer sobre una persona que necesita sí o sí evaluarse y muchas veces entran al hospital y “no tiene criterio de internación”. Nosotros tenemos muchísimos, pero muchisimos casos que estamos recopilando. Por ejemplo un enfermo psiquiátrico agarra un cuchillo y se para en la puerta o en las inmediaciones de la UTN, la universidad que está en la parte urbana y él se cree que esa gente lo persigue; son los estudiantes. Entonces los amenaza constantemente con un cuchillo. Ese chico entra y sale de los hospitales porque seguro no tiene un “criterio de internación”. Entonces quiere decir que están esperando que mate a alguien o se mate para decir “ah, sí realmente tenían razón”, pero para ese entonces ya estamos perdidos. Eso se tiene que terminar y se tiene que terminar la mala ley que tenemos de salud mental por lo menos se tiene que cumplir y no la están cumpliendo”.
La nota es extensa y conviene escucharla completa. Este resumen solo obedece a la necesidad de abrir ventanas donde hay puertas cerradas. “Las madres”, así las llamamos cuando ya es bastante tarde y las vemos peregrinar también son los padres, los amigos, los hermanos, los abuelos, los vecinos, los barrios.
Desde marzo Lala invita a los encuentros que una vez a la semana podrán organizar en la sede del Museo Larreta en Juramento 2291, Capital Federal. “La Madre Marcha” no es un lugar ni una consigna, es una invitación a replicar en cada lugar en el que no haya servicios adecuados para los pacientes con enfermedades mentales y en aquellos sitios en los que la droga ya impuso sus códigos. Desde hace décadas en San Pedro las noticias se publican cuando el adicto o el enfermo está en la cárcel, cometió un delito, murió en un enfrentamiento o se suicidó.
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