“Sé que algún día voy a recuperar a Brisa”
La joven acusada de ultrajar a su beba para ingresar droga al penal de San Nicolás, habló con La Opinión a dos años y medio del suceso, y después de haber sido detenida por otros delitos. Dijo que no volvió a ver nunca más a su hija y que la extraña, pero no reiteró su reclamo al Juez de Menores de San Nicolás. “Sé que está con una familia de empresarios y que está bien”, explicó confirmando que no aceptará una adopción definitiva. Reiteró su inocencia pero negó saber quién dañó a la beba que entonces tenía cuatro meses. “El abogado defensor me dijo que mi problema fue hablar demasiado porque yo confesé que me metía droga en la vagina para ingresarla al penal. Pero nunca lo hice a través de la nena. Lo de las lesiones, lo inventaron para no investigar realmente qué fue lo que pasó”, dijo.
Imposible no preguntarse, cuando uno mira a Natalia Juárez, cómo una vida tan corta puede haber sido tan intensa. Porque esta joven de 21 años, ha vivido demasiado.
Hace dos años y medio, cuando tenía 19, fue detenida por un hecho aberrante del que todavía no puede reponerse y que nadie olvida. La acusaron entonces, de ultrajar a su beba que tenía 4 meses para utilizarla como “mula”, tal como se denomina en la jerga delictual a quien carga droga en su propio cuerpo. Los médicos que después atendieron y operaron a la pequeña, confirmaron que presentaba graves lesiones en su vagina, algunas de larga data, que hablarían de este abuso reiterado. Y aunque Natalia repetía que su hija había sido violada por un tercero, todos apuntaron a ella como la responsable.
A dos años y medio de ese trágico suceso, Natalia sigue diciendo que es inocente. Y confirma que desde entonces no ve a su hijita, a quien bautizó Brisa porque siempre le pareció un nombre “tan lindo”. Esa pequeña, que creció lejos de ella, y que el 21 de Octubre cumplirá tres años.
Lo único que le queda, es un retrato que sostiene entre sus manos con algo de timidez, una actitud extraña para una joven considerada muy peligrosa, según su prontuario policial. “Esta foto es la última que tengo de ella. La saqué una semana antes que pasara eso”, recuerda.
Las noticias más recientes sobre la vida de Brisa, las obtuvo del personal del Juzgado de Menores cuando la consultaron sobre la posibilidad de que su hija fuera entregada en guarda provisoria a una familia. Antes, unas amigas de ella que viven en su mismo barrio y que habían visitado el hogar donde estaba alojada la beba, le contaron que la habían visto. “Me dijeron que tenía el pelo largo, con rulos y que estaba muy bien”.
Desde que una familia nicoleña se hizo cargo de la chiquita, Natalia no tuvo casi novedades. “Yo firmé lo que me pidieron para que la tenga esa familia. Les dije que sí, porque era para su bien. Después les pedí que me den la dirección para ir a verla pero me dicen que no es aconsejable. Sé que los que la tienen son empresarios y que la quieren para toda la vida, pero yo no voy a darles la adopción”. Y dice: “Quiero volver a verla. Yo sé que algún día la voy a recuperar a Brisa, porque no tuve nada que ver con lo que pasó”.
“No me quiero drogar más”
La realidad de Natalia Juárez no es fácil. Hoy vive en la casa de su pareja, a quien todos conocen como “Muyinga” Villarruel, un joven que también tiene variados antecedentes policiales e ingresos a la Comisaría relacionados con robos y consumo de drogas.
En esa casa pequeña, recibió a La Opinión y le dijo que la última visita que hizo a San Nicolás, para que la recibiera el Juez de Menores, fue hace seis meses. Pero como ocurre con todos los funcionarios, le dicen lo que tiene que hacer pero no cómo hacer para cambiar su vida.
“No tengo ayuda para recuperar a mis hijos. Me dicen que tengo que tener un trabajo, una casa fija, y dejar la droga para que me devuelvan los chicos. ¿Pero cómo hago para tener una casa si no consigo un trabajo?. Hasta fui a verlo al Intendente Barbieri para pedirle ayuda pero no consigo nada”, dice sin derramar una lágrima, con una intensa convicción.
Sin titubeos, la joven Juárez volvió a reconocer su adicción a las drogas y su responsabilidad en dos intentos de robo por los que la detuvieron hace dos meses. “No tengo nada, ni el plan, ni nada. En Escobar trabajé un tiempo en una fábrica pero me quedaba lejos donde estaba y tuve que dejar. Y acá quién me va a dar trabajo”, explicó, mientras confesaba tener conocimientos de repostería porque hizo cursos, aunque “preferiría tener un trabajo de limpieza”.
Su pareja, asegura que Natalia tiene varios cuadernos donde escribe frases sobre sus hijos y su vida. Dice también, que los robos cometidos por Natalia fueron consecuencia del efecto de las drogas, “por las pastillas”. Aunque ahora no consume más que algún que otro “porro” de marihuana.
“Yo no me quiero drogar más, pero todo me angustia. Por eso me drogo y me escabio (emborracho). Yo me rescato pero vuelvo a lo mismo porque no tengo más opciones. Pero a lo que era, me recuperé mucho. No tomo más pastillas como antes. Las pastillas tranquilizantes con alcohol son los que te llevan a robar”, dijo sin ningún tapujo.
Entre otras experiencias, se escapó de un instituto donde la habían derivado la última vez que estuvo detenida, dos meses atrás. Después de permanecer alojada en un calabozo de la Comisaría durante cinco días, aceptó el traslado a un Centro de Rehabilitación de Rosario para dejar las drogas. Sin esconder una sonrisa, confesó que no duró más de “medio día” en ese lugar. “Había mujeres con criaturas, que se iban y las dejaban ahí. No me gustó nada, no aguanté y me vine”, dijo.
“Lo inventaron todo para no investigar”
La causa por el abuso de su hija Brisa aún sigue abierta. Después de permanecer durante un año detenida en el penal de San Nicolás por ese hecho, Natalia regresó a San Pedro al recuperar la libertad “por falta de pruebas” pero la investigación continuó, y según le habría dicho su defensor tiempo después, estaba previsto que para Junio de este año se desarrollara un juicio.
“El Dr. Fernández (el defensor) me dijo que estaba todo en la Cámara de Apelación y me preguntó si yo quería decir algo, pero nunca fui. Tampoco me llamaron para ningún juicio aunque me dijo que iba a ser en Junio. Después no sé nada más”, explicó Natalia.
Recordando los trágicos sucesos de Marzo de 2004, cuando su hija Brisa fue hallada en el pozo del excusado de la casa donde vivían, con graves heridas en sus genitales, la joven reiteró su inocencia y aseguró que “es imposible” que la nena presentara lesiones de larga data como las que dijeron los médicos que la operaron en La Plata. “Lo de las lesiones lo inventaron para no investigar realmente qué fue lo que pasó. La nena estaba siempre conmigo, nunca le pudo pasar lo que dicen”, sentenció. Y reiteró que ella nunca la utilizó para ingresar droga al penal, aunque era cierto que le llevaba marihuana al padre de la nena que estaba alojado en esa cárcel. “Yo me los metía (los porros) en la vagina para pasarlos. Lo declaré cuando me lo preguntaron y les conté todo, por eso sospecharon de mí. El abogado después me dijo que mi problema fue haber hablado demasiado, porque yo estaba detenida más por lo que declaré que por lo que pasó, sino habría quedado en libertad. Pero siempre dije la verdad. Es cierto que pasaba droga pero nunca lo hice a través de la nena”.
Cuestión de familia
Natalia Juárez es madre de dos hijos, pero no vive con ninguno de ellos. Además de Brisa, tiene a Matías que cumplirá el próximo Febrero seis años y que vive con su padre, en el Gran Buenos Aires. “A él tampoco lo veo, porque tengo miedo de ir para allá y que, no sé, el padre me eche o me haga algo”, dijo la joven.
Tampoco es sencilla su situación familiar en San Pedro. Su hermano Santiago Juárez, menor que ella, goza actualmente de libertad condicional después de haber sido acusado de innumerables robos a mano armada. Es uno de los famosos “periquillos” a los que apuntan vecinos de diferentes barrios como responsable de delitos. Su mamá, Alicia Roldán de Juárez, tampoco la acepta en la casa que el municipio le entregó en el barrio de las 291 viviendas. “Cada vez que voy para allá se pone mal y me dice que me vaya. Pero yo le digo que por qué le vendió el terreno a mi abuela, donde yo vivía”, aseguró Natalia refiriéndose a la precaria casa donde ocurrieron los hechos relacionados con su hijita Brisa. Esa propiedad, en la que vivió durante décadas su abuela Nicolasa, ubicada en Chivilcoy al 400, fue vendida por la familia Juárez en extrañas circunstancias y después de que Natalia fuera detenida. En ese momento, otra familia del Bajo Puerto reclamaba ese terreno explicando que los Juárez lo habían usurpado hace más de 30 años. Y aunque la anciana Nicolasa aseguraba que jamás se mudaría de ese lugar, de un día para el otro, su hija Alicia la llevó a la casa de las 291 viviendas, y el terreno se limpió. Aunque Alicia nunca lo quiso confirmar, los vecinos indicaron que había recibido unos $ 8000 por la venta. Hoy ese terreno está alambrado y con un propietario que tiene estrechas relaciones con un funcionario municipal.