¿ROSCAS O ARTICULACIONES?
Argentina vive un año electoral y decisivo en el orden nacional, provincial y municipal.
Urge analizar fríamente la diferencia que existe entre la “rosca” política y la “articulación” política, diferencia muchas veces diluida en una zona de grises. Por ello es necesario que todos los que hacemos de la Política (con pe mayúscula) nuestra pasión lo reflexionemos desapasionadamente.
La articulación es tan inherente a la política como lo es a nuestro cuerpo. De las definiciones del diccionario me quedo con aquella de “Unir dos o más piezas de modo que mantengan entre sí alguna libertad de movimiento”, para referirse a las articulaciones corpóreas, y con “Organizar diversos elementos para lograr un conjunto coherente y eficaz” para la articulación política.
Unir voluntades y pensamientos para lograr consensos mínimos y disensos tolerados que permitan construir un conjunto homogéneo que comparta objetivos comunes y una misma estrategia para alcanzarlos.
¿Cómo se logra esto? Discutiendo políticas públicas o de Estado. Algo imposible de realizar si no hay una base ideológica común, que simultáneamente exige capacidad de asimilar y respetar diferencias, con un sentido práctico o realista al discutir la estrategia o los pasos a seguir. El diálogo, el debate, la discusión franca y profunda, siempre en la base de encontrar soluciones y superar enfrentamientos. No se trata de ignorar la realidad sino de “tender puentes” para unir elementos diferentes, eso es articular. Algo que se hace desde los principios, pero con la elasticidad propia de una lectura correcta de la realidad. Porque los ideales no son un molde donde debe encajar la realidad (mal típico de tanto “zurdaje” bien intencionado, que se cree que las cosas son como las pintan las teorías de los libros) sino que los principios deben ser la luz que penetre la realidad y consiga transformarla. Es este el nivel en que deben darse las discusiones, en todos los espacios sin excepción, para no caer en la rosca, que se trasviste de “articulación” pero no pasa de un simple comercio cuyo objetivo no es discutir políticas sino llenar bolsillos y acomodar amigos o parientes. O acomodarse uno, en última instancia.
La rosca no parte de principios ideológicos, aunque los exponga y los use. Pero no es lo que los mueve. Obran por interés, un toma acá, da allá…. Te hago un favor para que me lo devuelvas con el voto… Si me apoyás… te prometo… o te aseguro… Ser estatista o privatizador, nacionalista o cipayo, se define conforme los intereses personales o grupales. O en función de lo que desee escuchar la gilada, encuestas mediante. La falta de coherencia es señal indiscutible de “rosca”, y termina transformando la política noble en politiquería barata. Abren el libro de pases, y ofertas al mejor postor. No importa que sea pato o gallareta, se viste una camiseta de referente donde uno pueda colgarse sin importar si tiene coherencia con la historia de vida de cada uno. Se transforma el “servir a” en “servirse de”.
Lamentablemente es un defecto no exclusivo de los partidos políticos (hay honrosas excepciones). Puede alcanzar también a los movimientos sociales, contaminándolos. Por ello si no queremos prostituirnos debemos tener claras las ideas y honestas las intenciones los que nos interesemos por la cosa pública (política).
¡Articulación sí, rosca no! La política no es comercio sino servicio público. Es construcción colectiva de un proyecto de sociedad más justa, más igualitaria y más feliz. Usemos la cabeza y pensemos por cuenta propia, analicemos y cuestionemos. Discutamos. Cedamos en lo que se puede, sin abandonar los principios. Pero construyamos en lugar de destruir, porque esto último forma parte de un pasado que debe ser superado. Y dudemos de los que sólo saben criticar sin aportar ideas o soluciones, o de los que navegan a dos aguas, queriendo quedar bien con Dios y con el diablo.
Eduardo Juan Flores
DNI 4.685.785