Rompiendo Barrancas
El Secretario de Obras Públicas de la Municipalidad Pablo Zeme, se enfrenta a una caótica situación dentro de la repartición que conduce. El funcionario, con sólo 6 meses en el cargo, debe hacerse responsable de las desventuras de una ciudad que transgrede.
Aunque las pruebas se observen en cada esquina de la ciudad, el flamante Secretario de Obras Públicas, se enfrenta a los molinos de viento.
A las múltiples actividades de su área, se le suman problemas más que nada inherentes a su actividad privada: profesional de la abogacía.
Debe ser difícil sostener en una mano las normas y en la otra, la lapicera que convalida prácticas que en estos seis meses de gestión no ha podido revertir.
Aquí, en el Municipio de San Pedro, es costumbre romper, construir y finalmente presentar los planos; solicitar excepciones, usurpar propiedades, colgarse a los servicios públicos y hasta tolerar que la planta depuradora no funcione, pese a las sucesivas gestiones que se han sucedido desde 1983.
Ni Juan Carlos Plana, nombrado en la década del 80 al frente de OSBA, pudo solucionar ese verdadero monumento a la contaminación que se erige sobre la calle Rómulo Naón, con una denominación como mínimo graciosa: “la depuradora”.
Por sólo recordar algunos de los nombres que ocuparon esa Secretaría, recordamos a Roberto “Tiro Federal” Calvet, quien levantó sus espantosos bungalows tapando el frente de un edificio histórico y sin declarar las obras en tiempo y forma ante la Municipalidad, tanto cuando acompañó a una u otra gestión radical y terminó renunciando poco después de que se descubriera el nombre de su testaferro en el Camping y su inscripción ante el fisco como monotributista; Carlos Corleto estuvo en el área con un estilo más enérgico pero poco eficaz a la hora de solucionar los grandes temas, en su gestión hubo obra pública “a rolete”, aunque la mayoría no fue abonada por los vecinos frentistas; en el caso de Heriberto Bennazar, hay que eximirse de comentarios.
En síntesis, hasta hoy “todo es posible” en un área que necesita más un juez, que un abogado.
Dame 10 días
El nuevo Director de Obras Públicas es un arquitecto. El lugar que durante años ocupó Miguel Sánchez, ahora encuentra a un reconocido profesional que, del otro lado del mostrador, no puede más que ponerse colorado cuando un colega le dice “en 10 días te presento todo”, y ya lleva construido medio edificio sin haber presentado planos.
La flexibilidad con la que cuentan algunos profesionales para los tiempos que se toman para cumplir los requisitos es, como mínimo, una grave mancha de humedad en los cimientos de una repartición que debería funcionar como un reloj.
La depredación de la barranca, las excepciones, la autorización para la liberación de la única vía que tenía la calle Pellegrini para extenderse, las concesiones en la costa y hasta la oprobiosa manera en que vecinos del Barrio Canaletas fueron invitados a firmar una adhesión para que un particular se haga su propio puente desde el agua a la costa en terrenos que le pertenecen a la ciudadanía, son simples ejemplos de este famoso “hagamos y después vemos”.
Del mismo modo en que alguna vez vimos secarse nuestra laguna hasta dejar una imagen penosa, hoy se siguen convalidando trámites de una irregularidad que “por costumbre” ya son legales.
Los colmos
“Lo esencial es invisible a los ojos”. Esa es la frase que con mayor frecuencia repiten con conmiseración quienes han leído aquel fabuloso texto de Antoine de Saint Exupery, El Principito. Pues bien, de tantas esencialidades, han escapado a nuestros ojos, la depredación de la barranca para dar lugar a una mole de cemento en una de las crestas de barrancas más agradables que tiene la costa. Al menos ocho edificios de departamentos se erigen y se venden a costa de excepciones o de aprovechamiento por falta de reglamentación para barrios que antes eran alejados y hoy son absolutamente céntricos.
Destrucción total de frentes históricos para hacer locales que necesitan parecer modernos, en una ciudad que tiene su propia fisonomía (aplausos para quienes preservan el patrimonio histórico por voluntad privada) y para colmo de males ordenanzas que otorgan el uso de tierras fiscales dónde no constan los más elementales datos de los concesionarios, a punto tal que cuando se entregó el predio de Cooproyco la empresa ni siquiera estaba constituida y la concesión está prevista para los próximos 30 años.
Apenas cada caso toma repercusión pública, alguien se enoja o reacciona, pero lo cierto es que no hay una reglamentación clara y sí una falta de responsabilidad por parte de quienes en flagrante violación del patrimonio colectivo y social que es una ciudad, se permiten abusar de esas “licencias” que por habituales se siguen tolerando en Obras Públicas.
El Dr. Pablo Zeme deberá agarrar nuevamente los libros para instruir a sus funcionarios y por vez primera intentar hacer de esta gestión algo más serio que lo que se hizo en el pasado. Para que con su experiencia como Concejal, cómo mínimo se pida un número de documento, una dirección y un teléfono cuando alguien solicite “unos días para las presentaciones”. Algo que no sucedió con la espantosa excavación que perpetraron en las barrancas sobre la calle Máximo Millán al 1700.
Da Vergüenza
El documento que aquí se reproduce es una muestra del modo en el que un particular que hasta el momento sólo tenía un boleto de compra venta y no una escritura (tal como lo reconociera el Arquitecto Bennincasa), inicia una importantísima obra sobre la barranca.
Aunque hay otro que supera todos los límites de tolerancia: hace poco más de dos meses, quedó confirmado POR ORDENANZA el permiso para hacer uso de un importante sector de la costa. En el texto, los ediles no repararon que otorgan a un particular del que ni siquiera se aportan detalles de domicilio o filiación, un permiso para construir un terraplén y explotar un servicio de balsa, que YA ESTABA PRACTICAMENTE CONSTRUIDO, cuando la norma fue votada. Sobre este último tema, habrá novedades, puesto que hay sobrados antecedentes observables en la investigación que este medio está llevando a cabo.
A Zeme, no se le debería escapar tan fácilmente la liebre, si quiere salir indemne de una Secretaría casi elefantiásica y con una cultura laboral que sobreviene de los tiempos de los “contratos de palabra”. El mundo ha cambiado para mal y nuestra ciudad no escapa a esto. Si todo sigue así, en 10 años, quienes tienen más de 40, sólo podrán recordar en fotos las maravillas edilicias y las postales naturales de su tierra.