Respuesta a la carta de Rubén “el macho” Courtade
Ante columnas como esta, uno no sabe si te la ponen fácil o difícil. La tentación de descerrajar brulotes supone la primera: el texto de Rubén Courtade es tan obviamente racista, reaccionario, grotesco, represivo y para colmo de males ignorante, que parece haber propuesto una tarea sencilla. Sin ir más lejos, me desencadenó cinco adjetivos en una sola línea, y doy fe de que refrené alguno para no exponerme a una querella por injurias, además de considerar que el exceso de adjetivos atenta contra la calidad literaria.
Juro que lo intenté, trato de encontrar argumentos para discutir, y sólo encuentro bobadas, prejuicios, supuestos. Incluso me resulta curioso el empeño que pone en convencerme de que la lectura “no muerde” y no cita ni un sólo libro. Coincido con usted, los libros no muerden, aunque le aseguro que dejan marcas, y no encuentro ni una sola en su escrito. Pero no me resigno, y el tiempo que le ha tomado al HOMBRE=MACHO contestar mis cartas merece una devolución de gentilezas. Así que aquí van algunas reflexiones, para clarificar nuestras diferencias:
Matrimonio Igualitario: a usted le daría vergüenza una “primera dama” homosexual en una cumbre presidencial porque “mancharía” el honor de la celeste y blanca. Yo le digo que se acostumbre a la idea, los imaginarios sociales se transforman con los cambios de épocas. En otro contexto era impensable que en Sudáfrica, cuna de “apartheid”, alcanzara la presidencia un negro y hasta allí llegó Mandela. También representaba una imposibilidad a mediados del siglo XX pensar en un indio, un sindicalista, un cura tercermundista o una mujer como gobernantes y ahí están Evo, Lula, Lugo y Crisitina Fernandez. No asimilar las transformaciones convierte al ser humano en un conservador, retrógado, sostén de una visión que se horroriza ante cualquier cambio y deja todo como está, perpetuando la estructura de poder vigente. El honor de su patria celeste y blanca es un honor bien macho, gaucho, patriarcal, que añora la tradicional “familia tipo” que reduce a la mujer a la condición de objeto, de cosa, que debe ser hija devota, virgen hasta el casamiento, esposa abnegada, madre sacrificada y viuda ejemplar. “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”. ¿Por qué detrás? Dudoso elogio que reduce a la mujer a respaldo de silla. El machismo que naturaliza la dominación de género es claramente visible en un lamentable razonamiento. Para usted culpar a Morales Solá por haber sido escriba del “maldito” Bussi es igual que condenar a un chico por ser hijo de una rutera. O sea, MS = hijo, y Bussi = Rutera. La frase no condena ni al periodista ni al chico, toda la condena recae en el “maldito” Bussi y en la “rutera”, desconociendo que la prostitución es parienta del hambre, y las prostitutas no tienen “clientes”, “novios” o “maridos” sino explotadores, fiolos y proxenetas que usan la mercancía “mujer” para llenarse los bolsillos. ¿Una mujer elige prostituirse tal como Morales Solá elije ser fiel a sus patrones? ¿Es rutera la manera de llamar a estas mujeres explotadas? ¿Es legítimo ubicar en el mismo lugar de la “maldición” a un militar criminal y a una prostituta?
La ley de matrimonio igualitario es un signo de nuestra época, y representa una gran paso adelante para la democracia y la ampliación de la ciudadanía en condiciones de igualdad en nuestro país, ya que ha contribuido a un cambio social que permitirá a las personas homosexuales vivir con más seguridad y con menos temor su sexualidad, y ayudará a generar una dinámica dónde la discriminación por orientación sexual vaya quedando fuera del contexto cultural. Irónicamente usted se pregunta por “mis gustos” sexuales, yo le consulto: ¿usted cree justo que algunas personas puedan acceder a determinados derechos y otros no, sólo por el hecho de tener diferentes “gustos”? La ley intenta poner fin a una situación de injusticia que atraviesan muchas personas adultas y muchos chicos. Hagámoslo bien gráfico: en el departamento A, una pareja lava los platos, hace cuentas para llegar a fin de mes, mira la tele, se ríe, se enoja, ayuda con los deberes a los chicos. En el departamento B, otra pareja hace exactamente lo mismo. Una de ellas, sin embargo, no puede compartir la obra social, ni pedir un crédito conjunto, ni cobrar pensión jubilatoria, ni heredar al otro el día que muera. Más aún, esos chicos que se afanan en las sumas y restas no tienen ningún vínculo legal con uno de ellos, ni tendrán su obra social ni podrán heredarlo. Y si muere el progenitor “legal”, el otro quedará sin ninguna herramienta que preserve los derechos de él sobre sus hijos ni los de sus hijos respecto de él (o ella). ¿Por qué? Porque e el departamento A conviven un hombre y una mujer, y en el otro una pareja de personas del mismo sexo. La reparación de esa injusticia, que convierte a algunos argentinos, y a sus hijos, en ciudadanos de segunda clase a causa de su opción sexual es lo que está en juego.
Filosofía del lenguaje: dice usted que “matrimonio” debe su origen a la palabra “matriz”, que es “madre” en latin y “no puedo comparar la mía con un trolo”. Más allá del obvio tono racista, le doy la razón en cuanto al origen de la palabra, aunque está olvidando la segunda parte del concepto, que es “monium” que en la misma lengua significa “función, cargo”, por lo tanto hace referencia al “rol” de madre. Y le cuento que existe una biblioteca entera que comprueba que el lenguaje guarda dentro suyo la posibilidad de múltiples significaciones, incluso aquellas palabras que parecen ser univalentes y cuyo sentido no genera dudas ni grandes discusiones, llevan siempre el germen de la diversidad. No existe una correspondencia fija entre el nombre y lo nombrado, ni unidad entre el significado y el significante. La proliferación inagotable de contenidos vuelve literalmente imposible el monolingüismo. Matrimonio no significa lo mismo en estos tiempos que en 1888, año en que se legalizó en nuestro país, por el sencillo hecho de que existe una “lucha ideológica” entre diversos actores que pugnan por determinar el sentido de las palabras. Para ampliar los conocimientos sobre el tema, recomiendo “El Marxismo y la filosofía del lenguaje” de Voloshinov, “Las palabras y las cosas” de Foucault, “Mitologías” de Barthes, “La instancia de la letra” de Lacan, o cualquier libro de semiología de Pierce, Saussure, Bourdieu, Eliseo Verón, entre otros.
Juan Cruz Blanco – juancruzb30@hotmail.com
“N. de la R.: La carta ha sido dividida
en dos entregas por razones de espacio)