Respuesta a carta “Pichi, mi perro”
Señor Silvio Aguilar:
Leí su artículo, me pongo en su lugar y me solidarizo con usted.
Pero no sienta odio por el depravado sujeto que hizo comer vidrio molido a su inocente perrito, provocándole una horrible y larga agonía y muerte.
Más bien sienta compasión por él, pues hay una ley espiritual, justa e infalible, que dice: “Lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará”, lo que significa que ese despreciable individuo tendrá que sufrir horrorosamente, como hizo sufrir a Pichi, cuando le llegue la hora.
Esto no es un castigo (¡que bien merecido lo tendría!) sino una manera infalible de enseñarle en forma práctica e inolvidable que su acción es criminal y no debe ser realizada.
¡Y tenga la seguridad de que al sufrir en carne propia, esa lección jamás se le olvidará!.
Rubén D. Liljesthröm – DNI 2.072.377