Recrudece la violencia y el abuso sobre los más vulnerables
Los abusos en los que las víctimas son niños y adolescentes se han incrementado o en la opinión de los especialistas, son denunciados ahora con más frecuencia. En la UCEFF se atienden unos 200 casos, de los cuáles un 50% corresponden a vejaciones a menores y violencia familiar. El domingo en el barrio 1º de Mayo los vecinos denunciaron a un hombre que violó a sus dos hijas y durante años sometió a sus hijos a golpizas y humillaciones. Es un ex convicto por homicidio que hace un mes trabajó en el Club Náutico y que tiene antecedentes por otros delitos, pero no hay causas asentadas por el maltrato familiar.
El Dr. Emilio Luciano, Juez de Menores de San Nicolás, aseguró ayer que en San Pedro los casos de violaciones o abuso sexual no son muchos o al menos no llegan a sus manos en mayor medida en los últimos tiempos.
Pero desde la Comisaría y desde organismos como la UCEFF se reconoce que los hechos de violencia familiar y abusos en los que los chicos son las principales víctimas, se han incrementado en forma alarmante en los últimos meses.
Familias desintegradas, marginación social, delincuencia y hasta adicciones son las causas principales de un mal del cuál se sabe el origen pero no su solución. “Hay que tener creatividad para solucionar los problemas complejos, eso dice la Corte”, explicó ayer el Dr. Luciano en un diálogo inusual del funcionario en el que quedó claro que la justicia tiene las manos atadas en cuestiones tan fundamentales y ordinarias como brindarle un vaso de leche o un lugar de esparcimiento a un chiquito que debe esperar en una fría sala del Juzgado de San Nicolás para relatar y repasar los horrores que le dispensó un padre violento o un vecino abusador.
En este contexto tan difícil y desconcertante, trabajan profesionales con buena voluntad pero agotados y otros que se contentan con cumplir con el reglamento y cobrar a fin de mes sin mirar ni de reojo las estadísticas.
En la UCEFF, por ejemplo, la única institución local que asiste y ofrece tratamientos y apoyo social y psicológico a menores en riesgo, se atienden actualmente unos 200 casos. De ese número, un 50% según explicaron sus responsables corresponden a casos de violencia o abuso sexual en el que todas o algunas de las víctimas son menores.
En los últimos días, se conocieron hechos aberrantes que hablan de esta realidad. En Río Tala, un menor de 15 años fue denunciado por intentar abusar de otro de 9, y en un caso similar un padre denunció a un compañero de escuela de su hijo por haberlo obligado supuestamente a practicarle sexo oral mientras viajaban en el transporte escolar. Este último caso, todavía sin resolverse, fue desestimado por otras versiones como las del propietario del transporte que desmintió que el hecho hubiera ocurrido durante un viaje, y que se habría tratado sólo de una especie de amenaza verbal que nunca se consumó. Pero eso no cambia un panorama desalentador al que ya nadie puede hacer oídos sordos.
Noche de violencia
En la medianoche del domingo pasado, una niña de 14 años escapó de su casa en el barrio 1º de Mayo y llorando, ingresó a la vivienda de sus tíos ubicada a pocos metros de la suya. Entre sollozos, les contó que su padre había querido abusar de ella y de su hermana que tiene 13 años. El agresor llegó inmediatamente, con un cuchillo escondido en su espalda y reclamando a su hija, pero los familiares se negaron a que la menor retorne con él y por eso el hombre regresó con una escopeta amenazándolos con disparar. Se marchó al escuchar que la mujer llamaba a la policía.
Todos los vecinos sabían al menos parte de las atrocidades que estas menores y sus otros hermanos debían padecer diariamente. Golpizas constantes, gritos, encierros, forman parte de los detalles estremecedores que surgen de sus relatos.
“Nosotros vivimos enfrente. La nena de 14 vino corriendo a mi casa, pero la otra de 13 se fue a la casa de la otra tía que vive a cuatro cuadras. La llevé a mi pieza y le pregunté qué había pasado. Estaba tan nerviosa, lloraba, y tenía toda la ropa sucia, llena de tierra, así que era obvio que el padre la había revolcado. En realidad, cuando la vi en ese estado de nervios, lo primero que se me cruzó por la cabeza era que ese animal la había violado, porque era lo único que le faltaba”, relató indignada la mujer que asistió a la menor.
“La nena me contó que hacía tres o cuatro fines de semana que su padre había empezado a tocarlas. Y que esa noche, las había encerrado y les pidió que se sacaran la ropa y que les iba a hacer lo que te imagines… ellas empezaron a llorar y a decirles que eran sus hijas, que cómo les podía hacer eso, pero él les tironeaba la ropa”, relató la mujer.
Según lo dicho por esta familiar, hasta ese momento sólo la de 13 años había sido violada por el padre, pero el abuso era constante. “Se despertaban a la madrugada y lo encontraban al lado de la cama tocándolas, por eso la nena me decía que se ponía dos pantalones para dormir y así tener más tiempo para salir corriendo… Hace dos fines de semana atrás, la había llamado a la hermana y ella escuchó cómo la nena gritaba que no la toque y que no le haga eso, pero después el padre le tapó la boca y no la dejó gritar más”.
La denuncia que se animaron a hacer los vecinos, ahora los mantiene en vilo. “Estamos viviendo un calvario porque esta zona es descampada y tenemos miedo por nuestros hijos, porque es capaz de cualquier cosa. Estamos durmiendo en el comedor”, explicó la mujer.
Perfil de abusador
El hombre que ahora busca la policía porque finalmente obtuvo de la fiscalía la orden de arresto, tiene 46 años y se llama Eduardo Rafael “Titi” Monzón. Es alto, usa el cabello largo con rulos, y dicen los que lo conocen que siempre se lo ve sonriendo y es “entrador” cuando conversa con la gente.
El último trabajo que se le conoció a Monzón fue en el Club Náutico, pero fuentes de esa institución confirmaron que se había desempeñado durante unos tres meses, y que no era empleado sino que fue contratado para el desmalezamiento de la isla ubicada frente al club. A pesar de sus antecedentes, era una persona tranquila que incluso el domingo, después de semejante suceso en su casa, hasta fue visto saludando al personal de la portería del Náutico con total naturalidad.
Pero su historial de abusos incluye delitos como un crimen ocurrido hace unos diez años en la costa de la ciudad, cuando disparó sobre otro hombre de apellido García y le quitó la vida. Cumplió una pena por homicidio en San Nicolás pero regresó con su familia.
Con su esposa, de 30 años, tuvo seis hijos pero sólo cinco viven con ellos. Los vecinos aseguran que regaló al más pequeño a otra familia cuando tenía 11 meses hace unos diez años, tras someterlo en múltiples oportunidades a su violencia física.
Además de las niñas de 13 y 14 años, el resto de sus hijos varones también recibieron su furia y violencia en forma diaria. Los dos mayores de 19 y 17 años se marcharon a trabajar a Córdoba, cansados de los abusos. “El sábado el más grande me decía que estaba cansado de vivir así. Hace 15 días estuvo internado porque quiso suicidarse, se quiso envenenar”, relató un familiar.
“Nosotros decimos que eso es una cárcel por cómo los tratan a los chicos. Al más chiquito también lo golpeaba cuando tenía 11 meses. Una vez mi mamá fue a ver por qué lloraba tanto el nene. La criatura tenía los ojos morados de tantas cachetadas que le había dado y él le echaba agua fría en la carita para que se le pasara pero casi lo ahogaba”, explicó una vecina. “El de 15 años está todo lleno de cicatrices de cómo lo golpeaba con un rebenque. Lo ponía a estudiar en la cocina todo el día, y si se levantaba, le pegaba”.
Los vecinos dicen que ahora no trabaja y que en general, “juntaba leña en verano para vender el resto del año, y mandaba a los chicos a vender duraznos o naranjas para tener unos 10 ó 20 pesos por día y con eso tirar”.
En poder del miedo
En el caso Monzón, la figura de la madre es importante porque representa a la mujer sometida y aterrorizada que hasta el momento no pudo defender a sus hijos de su propio esposo por miedo a nuevos ataques. Su familia refiere que ella era tan golpeada como los chicos, incluso ahora que está embarazada de siete meses.
Por eso los vecinos aseguran que si bien varias veces llamaron a la patrulla al escuchar lo que ocurría en la casa, la denuncia no se asentaba porque ella se negaba a declarar, y por eso no existen causas pendientes en el Juzgado de Paz o de Menores, ni la familia era tratada por la UCEFF.
Esta situación es recurrente según explican los profesionales de ese organismo. Aseguran que además de incrementarse la cantidad de abusos, ahora la gente se involucra más y se anima a denunciarlos. Pero que cuando el abusador es una persona tan peligrosa como Monzón, el miedo a veces puede más.