Reacondicionan el CIC con 600.000 pesos
Dos cooperativas de las que construyeron el Centro Integrador Comunitario volvieron a trabajar al lugar. Es en el marco de otro programa del Gobierno Nacional, que destinó fondos para obras que permitan reparar lo que se hizo mal en la construcción original. Son 31 personas que realizan las tareas.
Desde la inauguración del Centro Integrador Comunitario en 2007, con la presencia de la Ministra de Desarrollo Social Alicia Kirchner, quedaron muchas dudas respecto de cómo se habían utilizado los fondos para la construcción de ese espacio, gestionado para la ciudad por intermedio de los tres sampedrinos que desde 2003 integraban el gabinete de la hermana del entonces Presidente Néstor Kirchner: Raquel Tiramonti, Raúl Ferioli y Adriana Gaido.
Esas dudas se disiparon durante la gestión de Gustavo Díaz en Desarrollo Humano municipal. “Accedimos a los planos y corroboramos que no coinciden las obras”, había manifestado el entonces funcionario durante una conferencia de prensa ratificando lo que muchos sospechaban sobre aquella dudosa administración de más de 400.000 pesos destinados originalmente.
En ese momento anunciaron que el Ministerio enviaría 600.000 pesos para las refacciones y desde diciembre las cooperativas ya trabajan para ello. Hacia mediados del año pasado, la entonces coordinadora del CIC local había confirmado la convocatoria a las personas que conformaban las cooperativas que construyeron el edificio. Había asegurado ante La Opinión que “no se usaron los materiales que se tendrían que haber usado” y que “no son los mismos que en otros CIC, que son de mayor calidad”.
Las “deficiencias y faltantes” denunciados son ahora reparados por dos de las cinco cooperativas originales, integradas por 31 personas que seguían sin trabajo y estaban en condiciones de volver.
La arquitecta Silvia Penino coordina las tareas, que realizan los cooperativistas en dos turnos diarios. La implementación ya no se realiza a través del Municipio, como la construcción original, sino que es administrada por la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo, conformada por cooperativistas de la primera etapa de los CIC de todo el país.
Isaac Cordobéz, coordinador del Centro de Referencia regional, señaló a La Opinión que la construcción primigenia “fue mal encarada de entrada” y que como los proyectos CIC tenían la misión de que las cooperativas continuaran, gestionaron fondos para ello.
“A fines de 2010 el planteo fue reconvocarlas para ver si había desocupados de aquellas cooperativas, para armar actividades productivas, de saneamiento ambiental o construcción, para trabajar alrededor de los CIC”, explicó Cordobéz y precisó sobre la situación local: “Acá hubo que implementar tareas de mejoras, porque muchas cosas se hicieron mal”.
Sin embargo el día que se cortaron las cintas con la presencia de autoridades nadie alzó la voz para comunicar que el sistema no había funcionado como estaba diseñado y que los socios de la cooperativa se consideraban empleados y no dueños que soñaran afrontar nuevos emprendimientos.
El área de salud fue la más perjudicada, al punto que los pasillos fueron dispuestos al revés de lo que señalaban los planos. El que está destinado al público mide 1,20 metros y el interno para que transiten los médicos, dos metros y medio, lo que genera complicaciones a la hora de que los pacientes esperen para la atención. Todo, absolutamente todo, ha sido pagado con fondos del Estado que al ser mal administrados producen como consecuencia transformar la inversión en gasto.
Ahora las cooperativas realizan tareas de cerramiento perimetral, construyen un garaje, un espacio para capacitación en oficios y la ampliación del taller de informática. “Se va a ganar dos salones para el resto de las actividades, y cambiar los pasillos mal hechos”, detalló el funcionario y agregó: “Hay que modificar consultorios, hacer una entrada de emergencia para ambulancia, toda una reestructuración”.
Los fondos son 300 mil pesos para materiales y 300 mil para pagar la mano de obra de los 31 cooperativistas, que trabajan desde principios de diciembre y cobran 1.200 pesos por mes.
“El convenio fue por ocho meses, a través del programa ‘capacitación con obra’”, detallaron. “La idea es que se capaciten, hagan las obras propuestas y conformen un camino para continuar especializándose y trabajar como cooperativa que ofrece sus servicios”, indicó Cordobez.
Con ropa de trabajo que las identifican, las cooperativas trabajan desde las 6.00 de la mañana hasta las 11.00, y desde las 13.00 a las 18.00, por la tarde.
La implementación del programa tuvo sus contratiempos, ya que hubo que inscribir las cooperativas y firmar los convenios, por lo que nadie podía asegurar que los cooperativistas resistieran esa espera. No sólo lo hicieron, sino que además ya presentaron ante la CNCT una serie de proyectos para tener continuidad. Entre ellos destaca el deseo de obtener un lugar donde construir su propio obrador, de manera tal de tener un espacio conjunto de trabajo. Además, durante una reunión que mantuvieron con la Confederación les aclararon que las faltas reiteradas los hace pasibles de perder el lugar para que lo ocupe otro, por lo que hasta ahora las cosas marchan mejor.
“Tiran mucho para adelante, aunque nada es fácil, por supuesto, pero se los ve laburando y con ganas”, dijo Cordobéz y opinó: “Esta implementación la vemos mucho mejor que con los municipios. Acá lo de Peyró (Flavio, exdirector de Viviendas y Escuelas, que coordinó la primera obra) fue terrible”.
Además, el funcionario del Gobierno nacional destacó el rol del Estado local en este nuevo proceso y señaló que “estuvieron de acuerdo con la nueva metodología, sin problema alguno”. En ese sentido, agradeció la participación activa que tuvieron el Secretario de Gobierno Pedro Restelli y el Director de Planeamiento Adolfo Benincasa.
1.000.000 de medias verdades
Por Lilí Berardi
La construcción del CIC durante la gestión de Barbieri llegó de la mano de los colaboradores locales de Alicia Kirchner. A poco de anunciado comenzaron los problemas. Los responsables del armado de las cooperativas no lograron transmitir la consigna del esfuerzo conjunto para salir luego al mercado laboral. Las obras fueron severamente cuestionadas y denunciadas, pero la fecha de la inauguración sepultó todo y se coronó con la entrega de una camioneta que fue chocada el mismo día del acto.
Dilapidar fondos públicos bajo el manto de entidades a las que se usa como escudo y no se las capacita trae como resultado el descrédito. La utilización del CIC como espacio común para los barrios y la correspondiente inclusión de las familias se ha transformado en conchabo para talleres que van desde el hip hop a una cocina que se le presta a una escuela aledaña. Sobre todo eso nadie habla.
La nueva directora ha hecho ingentes esfuerzos para ese cambio de imagen pero lo cierto es que nadie quiere perder el sueldo que el Estado siempre abona puntualmente y mucho menos los fondos que hay que administrar.
Con este nuevo aporte la suma invertida es de 1.000.000 de pesos que bien planeados podrían alimentar el deseo de miles de niños de integrarse a un club, tener un centro de salud y encontrar cada día cuando regresan a su casa a un padre y una madre que “por ser cooperativistas siguen teniendo trabajo”. Eso no ha sucedido y, por más que todo se disfrace de “buena noticia”, entre el relato y la realidad sigue existiendo un abismo. El ejercicio del periodismo sin archivo y memoria, deja de ser periodismo para sólo actuar como difusor.