Quince días de resistencia
Dos semanas de guardia permanente en las rutas dejaron sensaciones confusas y provocaron un desgaste entre los productores que formaban parte del reducido grupo de resistencia. Los ruralistas prometen no bajar los brazos.
Mucha agua ha corrido debajo del puente desde aquel discurso inicial de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con respecto al campo. Pasaron ocho días que parecen semanas, y eso se sintió sobre los hombros de quienes protagonizaron el conflicto.
El Día D
Mientras que en Buenos Aires el piquetero Luis D´Elía se ocupaba de “limpiar” la Plaza de Mayo de “la puta oligarquía”, en San Pedro, en la Plaza Belgrano, ruralistas y vecinos en general, se juntaban para protestar nuevamente contra el gobierno.
Es que las mujeres de los productores, envalentonadas con el éxito del primer cacerolazo por las calles de San Pedro que había ocurrido el martes, convocaron a una segunda protesta en la plaza Belgrano al otro día. La cantidad de gente en ese cacerolazo dobló prácticamente a la que había asistido el día anterior, que ya había sido muchísima. San Pedro estaba “bancando” al campo que lo sostiene, y lo estaba acompañando en una manifestación que superó con creces las que se sucedieron en nuestra ciudad durante la crisis de Diciembre 2001.
Una movilización de más de doscientos metros repletos de ciudadanos recorrió varias cuadras de nuestra ciudad Aplausos, banderas y cacerolas. La percepción era que los protagonistas saboreaban una victoria para la que en realidad faltaba mucho. Pero el gran apoyo popular hacía comenzar a entender que el reclamo ya había trascendido al campo, y se había convertido en un reclamo político multisectorial que tenía que ver, sobre todo, con el estilo del gobierno.
Ya de nuevo en la plaza, y en medio de una verdadera multitud, un rumor se esparció como una reguera de pólvora, entre los manifestantes: “El gobierno mando a la gendarmería” “Llegaron varios camiones de la Prefectura” “Hay orden de reprimir para desalojar la ruta”, se escuchaba en la plaza.
Descreídos, manifestantes y funcionarios consultaban a los medios sobre la veracidad del rumor, el cual, una vez confirmado desató una exaltación generalizada que hizo que una verdadera multitud emprendiera viaje hacia la balanza, donde se estaba llevando a cabo el piquete y donde centenares de efectivos de la Prefectura Naval Argentina estaban desembarcando.
Mientras tanto, en la ruta, la situación rayaba lo desesperante. Un puñado de productores, que se habían quedado mientras se llevaba adelante el cacerolazo, comenzaba la negociación con las autoridades del grupo Albatros de la PNA.
Lo que se jugaba, era el abastecimiento de la Capital Federal. Con la estrategia del campo orbitando alrededor de la necesidad de desabastecer a la ciudad de Buenos Aires de productos de origen agropecuario, es que el piquete de San Pedro se tornó tan importante tanto para las cuatro entidades que apelaban a resistir, como para el gobierno que debía asegurar el libre tránsito de mercadería en la principal autovía del país.
Hasta ese momento los productores permitían el tránsito de todo tipo de vehículos, que no transportaran productos originados en el campo.
Esa noche de miércoles, como en aquel día D en Normandía, la Prefectura desembarcó definitivamente en la balanza de pesos y cargas de San Pedro, y poco a poco, fue ganando territorio en la zona.
Rutas de fuego
“Llamen a la gente, nos van a matar a palos”, nos pedían desesperados los productores rurales. Y la imagen de cientos de efectivos de la Prefectura Naval Argentina (PNA) sobre ambas manos y el cantero central de la Autopista Nacional número 9, era de verdad impresionante.
Los efectivos del grupo “Albatros”, de la PNA, se alinearon a unos mil metros de donde los manifestantes ocupaban la autopista, que permanecía desde la llegada de dicha fuerza de seguridad, totalmente cortada.
Entre los productores rurales y los “Albatros”, se formó una densa cortina de humo originada por una decena de hogueras encendidas con neumáticos viejos. De un lado del humo, más de 500 efectivos fuertemente pertrechados. Del otro, una multitud de más de 1500 ciudadanos que enterados del avance de las fuerzas de seguridad, se habían trasladado hasta allí en solidaridad con el reclamo.
A partir de aquí, serían las llamas un símbolo del triunfo parcial de los manifestantes sobre la Prefectura, que combatía casi con tozudez ese fuego.
Antes de que ningún tipo de negociación pudiera siquiera comenzar a esbozarse, el jefe del operativo dio a sus subordinados la orden de avanzar.
Verdaderamente, la piel se erizaba con el repicar de los más de 500 pares de botas, que retumbaban sobre la cinta asfáltica. Afortunadamente, los prefectos avanzaron sólo unos trescientos metros, hasta un lugar desde donde se aseguraron que los manifestantes pudieran verlos.
Con sus pertrechos de choque, los efectivos de la PNA fueron una gran fuerza de disuasión visual para muchísimas de las familias que asistían al piquete. Al mismo tiempo, muchos resistían, sentados sobre el pavimento.
Los dirigentes del agro, intendentes y legisladores de la región, se reunían mientras tanto con el jefe del operativo. La orden era clara: debían liberar la ruta, y evitar incluso, que los ruralistas siguieran deteniendo a los camiones con alimentos.
El temor y la suspicacia de la gente, aumentaba por la ausencia absoluta de medios de comunicación nacionales, que estaban en cambio transmitiendo desde piquetes que parecían tener una dimensión mucho menor, ni siquiera comparable con lo que estaba ocurriendo en San Pedro. “Nos van a reprimir, por eso no vienen los medios”, nos decían algunos. Otros, sobrestimando el poder que podía tener un simple medio de comunicación local nos imploraban que “hiciéramos venir a las cámaras”.
Después de algunas horas de tensión, finalmente Raúl Victores habló frente a una verdadera multitud encendida. Se había llegado al acuerdo de liberar el tránsito y volver a la situación anterior, en la que se detenía a los camiones con productos agropecuarios.
Finalmente la crisis con la Prefectura se descomprimió. El jefe del operativo accedió a retirar a sus subordinados, a cambio de que los manifestantes produjeran una inmediata normalización del tránsito.
Lo que siguió, fueron minutos imposibles de describir en su verdadera dimensión para este tosco cronista: En una escena digna de ser reproducida en una superproducción holiwoodense, los centenares de camiones comienzan a andar rodeados de columnas de fuego, haciendo sonar sus ensordecedoras bocinas que inundaban el ambiente en señal de apoyo, a pesar de las horas que habían perdido esperando.
Al mismo tiempo la multitud se retiraba con aires de victoria hasta el cantero central, permitiendo la continuación del trabajo de control de cargas de los productores, que no aflojaron en sus controles ni siquiera para saborear su triunfo por unos minutos.
Banderas argentinas, abrazos y cacerolas pintaban una postal de lo que parecía un ejército de ciudadanos vencedores, que saboreaban una victoria que no estaba destinada a durar.
De fondo, docenas, centenares de efectivos del grupo Albatros, se retiraban a esperar una oportunidad más apropiada para recobrar el control de la autopista.
Que viva el show
Si se pudiera, con una cuidadosa observación de los gestos y la postura corporal de un individuo acertar sus sentimientos, podría animarme a arriesgar que el sentimiento generalizado del día posterior a la retirada parcial de la Prefectura, fue el de la victoria y el exitismo.
Se notaba en la cantidad de gente que permanecía en el corte. Cuatrocientas personas durante toda la jornada que exudaban confianza, y que parecían sentirse portadores del poder de transformar la realidad. Una de esas jornadas en las que renace y revive la utopía.
Desde el jueves también, varios canales de televisión se hicieron presentes, y hasta el cierre de esta edición, la guardia periodística del canal de noticias más importante permaneció ininterrumpidamente en nuestra ciudad. Esto dio lugar a una novela aparte, ya que la gente permaneció atenta a lo que se decía sobre el piquete de San Pedro en la televisión, para contrastarlo con la realidad y tejer cada uno, su propia teoría conspirativa (Ver Recuadro).
Después de un nuevo discurso de Cristina que al igual que el del martes no conformó a nadie, una caravana de camioneros no alineados al sindicato de Moyano arribó al piquete en donde todos juntos protagonizaron un nuevo cacerolazo.
Disciplina K
“No se puede negociar bajo estas condiciones” decía el gobierno. Quizás por eso, durante una jornada que se consideró clave en el desarrollo del conflicto porque restituyó (brevemente) el diálogo entre el gobierno y el campo, en muchos piquetes del país se decidieron levantar las restricciones a la circulación de vehículos con productos del agro.
Quizás por ese motivo; o quizás porque tantos días en la ruta y el roce con el impresionante operativo de la Prefectura hayan lesionado y desgastado la fuerza de movilización de los ruralistas, es que en San Pedro, el viernes en horas del mediodía, se suspendían los controles a los camiones. Nunca más, a partir de allí, iban a recuperar la capacidad de controlar las cargas. Fue una conquista de la Prefectura muy preservada por esa fuerza, y el punto de inflexión en el que el piquete de San Pedro comenzó a debilitarse.
Sin los manifestantes más combativos, que eran los encargados de enfrentar a los camioneros para controlar las cargas, la protesta de la Ruta 9 ya no sería la misma. Ya no se vio a Daniel Berdini y a los autoconvocados de la Cooperativa de Ramallo, que le imprimían a la protesta una tónica mucho más batalladora que la que se vivió después.
Pocos minutos habían pasado de las tres de la tarde, cuando sorpresivamente apareció en la guardia que se mantenía en el cantero central de la ruta la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. En los pocos minutos que duró su visita (la que justificó diciendo que venía de un velorio), sugirió a los productores evitar la confrontación con la Prefectura y realizar una nueva misa, con banderas blancas y de Argentina como estandarte, que se llevó a cabo efectivamente al caer la tarde.
Contra todo pronóstico, la ciudadanía se movilizó por tercer día consecutivo a la misa organizada por los productores. Una gran cantidad de personas participaron del emotivo oficio religioso brindado por el cura párroco de Gobernador Castro, Fabián Failache, en el que las columnas de fuego aún resistían a los embates de la autobomba de la Prefectura.
Desde el Club Atlético La Esperanza, una caravana con motociclistas y camioneros no alineados con el gremio de Moyano, partían rumbo a la misa en la ruta.
La euforia fue generalizada cuando este grupo llego al lugar de la protesta. Los camiones llegaron por la colectora, y tomaron por la mano Buenos Aires-Rosario a muy baja velocidad. Esto por un lado complicó el tránsito, y por otro, permitió a los manifestantes avanzar sobre esa mano de la autopista.
Pero el jefe del operativo de la Prefectura, no otorgó ni treinta segundos de concesión a la efusiva protesta. Rápidamente “invito” a los camioneros a proseguir su camino, por lo que el tránsito fue así normalizado.
Sin embargo, a los pocos minutos la gente explotó nuevamente. Es que la columna de camiones que había sido recientemente “reprendida” por la Prefectura, había subido en el puente, y retomado por el otro carril de la autopista, esta vez el de la mano Rosario-Buenos Aires.
La “desfachatez” de los transportistas desató las risas y la euforia generalizada, y los manifestantes se abalanzaron sobre la cinta asfáltica nuevamente, cantando y saltando. Muchos, organizaron una “sentada” frente a los camiones.
Mientras que algún trasnochado militante de izquierda intentaba desenganchar el acoplado de un transportista que no mostraba aprobación con lo que ocurría, los presentes experimentamos un espectacular despliegue por parte de la Prefectura, que en cuestión de segundos extendió cientos de efectivos fuertemente pertrechados alrededor de la “fiesta” que se vivía sobre la autopista.
Poco tiempo pasó para que los productores entendieran que acababan de darle a la Prefectura la excusa perfecta para terminar con el acuerdo del miércoles. A partir de ese momento, la PNA no abandonó jamás ese sector de la Ruta 9, dispersando una gran cantidad de guardavidas en las márgenes de la ruta, y un número aún mayor del grupo especial Albatros un poco más alejado, pero lo suficientemente cerca como para que los productores pudieran verlos, y como para estar listos para intervenir de nuevo en fracción de segundos.
La gente comprendió que de no abandonar la autovía serían desalojados por la descomunal fuerza de choque, así que en algunos minutos, el tránsito se normalizó nuevamente. En el cantero central, se corrió el rumor de que el Ministro de Seguridad Aníbal Fernández había dado la orden de “limpiar” la Ruta Nacional número nueve, incluso, en sus márgenes.
Ante este fuerte trascendido periodístico, Raúl Victores pidió a los productores que aún permanecían allí después del operativo de Prefectura, que se “retiraran a descansar y recuperar fuerzas”. De los más de cuatrocientos ciudadanos que habían asistido, poco más de cuarenta resistieron en el cantero central, aguardando la conferencia de prensa del Jefe de Gabinete Alberto Fernández, de la que se esperaban precisiones con respecto a la reunión que el gobierno había mantenido durante toda la tarde con las cuatro entidades del campo.
Pasada la medianoche, los pocos productores que permanecían en la ruta volvieron a masticar la bronca por las palabras que les dedicaba el gobierno, esta vez en boca del Jefe de Gabinete.
Casi como un símbolo del pedido del ministro de “limpiar la ruta”, el autobomba de la Prefectura extinguía los últimos neumáticos que ardían a la vera de la ruta.
La jornada terminó con la presencia casi tragicómica de una diputada bonaerense que no aportó demasiado, más allá de lo anecdótico, a la situación. (Ver Recuadro)
Cristina no convence
Cada vez que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se refirió al conflicto con el agro, se produjo un corte en la Ruta 9 a la altura de San Pedro, como en otros, muchos otros puntos del país. Después de un fin de semana signado por la baja intensidad del conflicto en San Pedro, donde se mantuvo simplemente una guardia permanente en el Automóvil Club, el discurso pronunciado el lunes por la tarde por la Presidenta de la Nación, generó idénticas repercusiones a los dos, de la semana pasada.
Protestas, bocinazos, cacerolazos y finalmente el corte de la ruta, fue la imagen del repudio de los productores a las medidas anunciadas por el gobierno, mientras que la Prefectura luchaba por recuperar nuevamente el control de la autopista, esta vez con la desventaja que los ruralistas contaban con el apoyo de más de una veintena de legisladores nacionales del bloque de la UCR que mediaron con la fuerza de seguridad. A pocos minutos de finalizado el discurso, las entidades pidieron a los productores volver a los controles sobre los camiones con cereales y carne, cuestión que se iba a tornar prácticamente imposible en la ciudad en la que se apostaron más de 800 efectivos de la Prefectura Naval Argentina.
Barbieri habla del Campo
En una nota enviada a nuestro medio, el Intendente Municipal Mario Barbieri remitió el documento que junto a otros dirigentes de la Segunda Sección electoral elaboraron con respecto al conflicto del agro.
“Con la profunda convicción que los argentinos debemos encontrar caminos de diálogo en forma permanente y más aún en situaciones de crisis, es que hacemos un llamado a la reflexión y a la prudencia para encontrar una salida a esta situación que preocupa a todos los habitantes de este suelo argentino.
Indispensable es evitar confrontaciones inconducentes o peor aún, conducentes al conflicto social y al deterioro de las instituciones.
Compartimos la preocupación por la situación que está atravesando el sector agropecuario por pertenecer a comunidades de neta producción agrícola ganadera.
Compartimos además el sistema de retenciones, (no este nivel) que no es otra cosa que el impuesto a la exportación, y que son necesarias en el marco de una justa distribución de los ingresos y para mantener una situación económica sólida y sostenida.
Pero debe entenderse además, que es siempre el campo quien debe constituirse en el salvataje de cualquier medida económica. Hay otras actividades que también producen rentabilidades notables, como la exportación del petróleo, oro o las actividades pesqueras y financieras que deberán ser contempladas en la justa distribución de la riqueza.
Es tiempo de una reforma impositiva seria y profunda, consensuada, donde todos los actores se sienten en una mesa de diálogo.
Es tiempo de definir una política agrícola ganadera a largo plazo, sustentable para los productores, y por ende para la sociedad en su conjunto.
El aumento a las retenciones, ha afectado más que a los sectores de la riqueza, a los pequeños y medianos productores.
Conocemos el nombre y el apellido de cada uno de los manifestantes en nuestras ciudades. No se trata de la oligarquía ganadera, se trata de nuestros productores.
Los hombres y mujeres que todos los días cruzamos en nuestras ciudades y que contribuyen con su esfuerzo y su trabajo al crecimiento de nuestro país.
Ya no se trata sólo del gobierno y el campo, se trata de la sociedad que exige respuesta y soluciones pacíficas enmarcadas en el diálogo.
El país necesita y exige diálogo, consenso y tolerancia entre todos los sectores de la sociedad.
Argentina necesita unir voluntades para superar la situación, necesita resolver y dirimir todas las cuestiones en el marco del sistema democrático en el que vivimos”.
Power Gauchos
El Ministro de Seguridad Aníbal Fernández debió estar sumamente temeroso del poderío de los “piqueteros rurales”. De otra manera, no se entiende la desproporcional cantidad de efectivos de la Prefectura Naval Argentina que fueron desplegados en la Ruta 9, en relación a la cantidad de manifestantes. Alrededor de 800 prefectos asignados para custodiar a un puñado de productores que siempre se caracterizaron por ser sumamente pacíficos y correctos en su reclamo.
Las Viejas Antinomias
La disputa entre el campo y el gobierno, fue el caldo de cultivo ideal para que algunos nostálgicos de antinomias que parecían superadas por la sociedad argentina, las revivieran con fuerza. En todo el país se escucharon frases poco felices de uno y otro lado del conflicto. En San Pedro, en el frente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, se pintaron consecutivamente las frases “Viva Videla” y “Viva el Che” con 24 horas de diferencia en el mismo lugar.
Piquetes y foquismo
La mayor fortaleza de movimiento de los ruralistas pareciera ser su mayor debilidad. El carácter focalizado y descentralizado de cada uno de los piquetes a lo largo del país, hizo que sea muy difícil para el gobierno resolver el conflicto con un “arreglo” de cúpulas. Al mismo tiempo, esa pareció ser su mayor debilidad porque en los distintos cortes de ruta, la información sobre el resto de la protesta solió ser poca y falsa. La falta de coordinación en las estrategias hizo que, en algunos lugares del país se controlaran las cargas de los transportes, por ejemplo, mientras que al mismo tiempo, en otros, el tránsito estuviera completamente liberado.
Tirados en el pasto
Después de que estallara la polémica con respecto a las condiciones en las que estaban alojados los prefectos, porque se presumía por comunicaciones de algunos de ellos con sus familiares, que no estaban siendo alimentados correctamente y que el entorno de descanso no era el mejor, consultados los jefes del operativo, informaron que sus hombres estaban especialmente entrenados para soportar condiciones extremas, y que por lo tanto, no había de que preocuparse.
Para colmo de males, para los efectivos de la fuerza, en la mañana de ayer se conoció que el propietario del galpón en el que se estaban alojando, habría dicho (aunque quedan muchas dudas), que sus instalaciones se estaban utilizando sin autorización, y que se dispondría a solicitar su desalojo.
Una novela aparte
“En TN están diciendo que se levantó el corte de San Pedro”. Bastó ese comentario en la radio para que una horda enardecida de productores se abalanzara sobre Gonzalo Azíz, movilero de ese canal de noticias quién no encontraba las palabras para explicar que el no tenía responsabilidad sobre ese error.
Durante toda la semana, las anécdotas entre la gente y los medios nacionales de comunicación se repitieron. El dato más gracioso estuvo dado por quienes llegaban desde los medios de Capital a pequeños pueblos de las provincias de Chaco, Entre Ríos, Córdoba, Tucumán o la mismísima Buenos Aires, confundiendo rastras con “artefactos preparados para destrozar neumáticos” o describiendo un silo como “esos gusanitos que Ud. suele ver al costado de la ruta”.
La gente opina:
Cacerolazo
¿Las cacerolas de quién? ¿Contra quién? Yo no vi gente de las 150, no vi gente del bajo puerto, no vi gente de los barrios.
En una rápida respuesta diría que eran las cacerolas de los que más se enriquecieron en los últimos años, de los que no les importa un pito el resto de la gente…, no les importa el desabastecimiento. Fueron las cacerolas de los que siempre especularon en este país, viviendo en sus burbujas sectoriales.
Como decía Jauretche está es la gilada, este cacerolazo es contra el resto y mayoría del pueblo que cada día se rompe para subsistir. Fernando.
Barrios de Pie son las manzaneras de Kirchner
Los de barrios de pie son los mismos que en el 2002 hablaban de no al pago de la deuda externa. Ahora se ve que están todos comprados, hablan de justicia social y trabajan para este gobierno hambreador. ¿Qué hablan de paro antipopular?, este gobierno es antipopular! lo único que hicieron con la plata que juntaron es pagar al FMI. La presidenta habla de distribución y el pueblo no vio un peso.
No se confundan la verdadera izquierda no está con este gobierno.
Mi enojo
Soy Juan, 18 años. Me preocupo demasiado por mi país. Siempre
tratando de concientizar a las personas que tengo a mi alcance… No dando casas, planes y SAF sino trabajo a las personas que se lo merecen y por supuesto a la gente que no quiere trabajar y espera planes, casas etc., enseñarle que en este momento el país puede darle ciertos beneficios pero dentro de muy poco no va a poder y en ese momento no van a saber valorar las oportunidades que ofrece la sociedad.
Redoblan apuesta
Soy Claudio Gassibe. Todos, el gobierno y los señores del campo, nosotros los que estamos en el medio los que aportamos al subsidio de: trenes, transportes varios, peajes, gasoil barato para el campo y finalmente pagamos por nuestros alimentos diarios precios a valor dólar alto para que los productos del campo y sus dueños tengan alta rentabilidad, ¿Y entonces…? le creo a la Federación Agraria hija del grito de Alcorta pero no creo en quienes dicen que esto no es piquete”…y si no miren el color de la piel..” no creo en aquel necio que habló de comunismo por estas retenciones y no creo en quienes peligrosamente se acercan al 76, se trata de conciliar (¿vio señor que no hay comunismo?) para que la mayoría de la sociedad se beneficie y no estos señores que han vivido de subvenciones, créditos y lo único que lucen con orgullo es una 4×4 y no maquinarias y se los ha visto al lado de milicos, curas y entregadores varios pero no al lado de sus propios peones apoyándolos en las reinvidicaciones y no nos mintamos más esta ciudad ya no vive de la agricultura…
Paro agrario
Soy Adrián, coincido en la dureza de nuestra presidenta cuando se dirigió por TV. Creo que enfrentó a la sociedad, nuevamente los ricos contra los pobres y me parece una verdadera barbarie. Algunas consideraciones fueron acertadas (aunque mal dichas).
En la época de uno a uno más de un terrateniente fue embargado y perdieron sus propiedades, pero hace 6 años la plata no la cuentan, la pesan… Siento una gran hipocresía por dicho sector…hoy se quejan de la actitud del gobierno (con el que no estoy de acuerdo para nada porque para mi gobiernan para ricos y pobres la clase media a la mier…) pero me encantaría saber a quien votaron en las pasadas elecciones. Por favor saquémonos la careta y reconozcamos los errores cometidos AHORA NADIE LA VOTO…JAJAJA.
La historia de la discordia (Por Enrique Pareta)
Más allá de la popularidad que ganó la palabra RETENCIONES, debido a su gran exposición mediática, cabe realizar un recorrido por la historia para lograr entender el origen, la funcionalidad y sus consecuencias. ¿De qué hablamos, cuando hablamos de RETENCIONES?.
Es sabido que en la República Argentina el sector más dinámico de la economía es el campo. Desde que el país comenzó a funcionar, con lo que los historiadores llamaron posteriormente “la consolidación del Estado”, la tradicional división de actividades le otorgó al gran “granero del mundo” su calidad de país agro-exportador, en virtud de la riqueza natural de su territorio.
Eran épocas donde el contexto internacional y los dirigentes impedían la industrialización de nuestro territorio, obligándolo al mero rol de facilitador de productos primarios. Todo lo necesario podía ser importado de países altamente industrializados como Gran Bretaña, Alemania o Estados Unidos. En ese momento histórico, dominaban la escena los gobiernos liberales que -como es sabido- creen en la famosa mano invisible de Adam Smith que regula el Estado. En una parte de su famosísimo libro “La Riqueza de las naciones”, el autor escocés sugiere que a pesar de la libertad de los mercados es conveniente que el Estado esté monitoreando constantemente.
Bartolomé Mitre quizá haya leído entre líneas esta sugerencia del padre del liberalismo económico, ya que en el año 1862 da origen a lo que hoy está en la boca de todos los habitantes: las retenciones al agro. Sí, aunque parezca mentira, la medida que hoy es presentada como una bandera de un supuesto progresismo, que pretende redistribuir más equitativamente, fue ideada por un gobierno liberal. Esto, de por sí, sería una contradicción si no fuera que la diferencia está presentada en lo discursivo y no así en los efectos económicos que la medida tiene para la República Argentina.
El gran karma del campo argentino es tener que ser el histórico sostén de la economía nacional. ¿Por qué? Básicamente por la increíble falta de industria en nuestro país. Esto no es algo que viene de hoy, ni algo que le podemos reprochar a los 10 años de menemismo y sus consecuentes privatizaciones. Es algo que viene de larga data y que tiene que ver también con las retenciones al agro.
Si bien prácticamente no hubo grandes interrupciones a las retenciones desde 1862 a 1905, el antecedente más fuerte de las retenciones al agro fue en 1955. Existía por aquella época de gobierno peronista el IAPI (Instituto Argentino para la promoción del Intercambio) cuyo mecanismo completamente anti-liberal, consistía en retener las divisas de exportación y entregar a los productores agropecuarios el porcentaje que consideraba apropiado para sostener su actividad y reconocer una ganancia razonable. Un gran porcentaje del dinero recaudado con este mecanismo, se utilizaba para subvencionar a la industria a través Banco de Crédito Industrial. Claro, que para poder industrializar un país, es necesario tener una burguesía dispuesta a correr riesgos y no “cobardes o traidores” que exportan el dinero del país.
El golpe de Estado que derrocó el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón dio por tierra con este mecanismo y estableció lo que usted está imaginando, sí, RETENCIONES. Así el gobierno de Lonardi buscaba mejorar las cuentas fiscales y evitar la increíble escalada de precios, producida por una devaluación violenta. Cualquier similitud con la realidad actual NO es pura coincidencia. El economista detrás de la medida en aquella oportunidad era Raúl Prebisch, asesorado por dos bastiones del liberalismo argentino, Álvaro Alsogaray y Adalbert Krieger Vasena. Era obvio para todos ellos que, para combatir el paso de un cambio fijo a un cambio libre y flotante, era conveniente reclamar la asistencia del campo que iba a percibir enormes ingresos producto de la situación financiera del país.
Muchos historiadores de orientación hegeliana suelen afirmar que la historia es un proceso cíclico que evoluciona de manera dialéctica pero envuelto en una espiral y no en forma directa y lineal. Prueba suficiente de esta hipótesis parece ser la República Argentina ya que todo lo explicado anteriormente vuelve a suceder, ahora en 1967. Otra devaluación durante el gobierno de facto del General Onganía provocó que Krieger Vasena, esta vez no como asesor sino como Ministro de Economía, implantara las retenciones con un porcentaje que superaba el 40%. ¡Qué vivan las similitudes!
En todos los casos, ya sea impuesta por gobiernos liberales o autodeclarados progresistas (como el actual), las retenciones son una medida que significa una intervención estatal. Cabe preguntarse entonces por qué en ninguno de los casos anteriores el reclamo del sector agropecuario revistió el tenor que reviste por estos días. Muchos factores entran en juego a la hora de analizar la situación. En primer lugar, la pauperización de pequeños y medianos productores que hay en la actualidad. Durante la década menemista el campo vio diezmado su nivel de competitividad y por ende, las propiedades comenzaron a quedar en manos de inversores ajenos a la cultura agrícola y deseosos de obtener rentabilidad con la menor inversión posible. Por otra parte, y quizá aquí este el meollo de la cuestión, la forma de implantar las retenciones en los otros momentos históricos fue regulada y consensuada. La palabra consenso que, por estos días, no parece ser muy utilizada por la Casa Rosada, hubiese sido la clave para evitar un conflicto que si bien hoy parece no tener marcha atrás, podría haber tenido un desenlace civilizado. En síntesis, resulta suficiente releer la historia económica argentina, para percibir con claridad que, con distintos matices, todo se repite con una única diferencia: hoy son pocas las hectáreas que quedan en manos de los verdaderos hombres de campo y tal vez sea por ello, que han generado un bastión de resistencia nunca visto.