Quién era Oscar Vildoza, el hombre que fue encontrado muerto en las barrancas
Mucho se dijo y especuló con el hallazgo del cadáver de un hombre en la zona céntrica costera. Vivía solo y tenía permiso para tenencia de arma pero no para su portación. La Opinión dialogó con una amiga íntima porque nadie había reclamado el cuerpo pero la Justicia se negó a entregarlo porque quedan datos por investigar.
La aparición del cuerpo de un hombre mayor con un disparo en la cabeza abrió especulaciones de todo tipo respecto de su procedencia y a la ubicación en la que se encontró su cadáver.
Una mujer que caminaba por la avenida Almirante Brown divisó a una persona en posición horizontal debajo del mirador que se ubica en la intersección con la calle 25 de Mayo, donde la barranca erosiona y el acceso no es fácil.
Oscar Ignacio Vildoza, de 57 años, yacía sin vida en el lugar por donde transitaba ocasionalmente esta vecina.
Para sorpresa de todos, no había pedido de paradero sobre su persona ni se conocían datos que lo vincularan a la ciudad. Con el paso de las horas comenzó la requisa de datos y se pudo establecer mediante su documento que vivía en un departamento que alquilaba en la calle Achega 3113 del barrio de Villa Urquiza, en Capital Federal.
Tras los peritajes del médico forense y la actuación de la Fiscalía quedó establecido que no hubo participación de terceros en su deceso.
Un extraño hallazgo
Algunos de los amigos de Vildoza indicaron que padecía de depresión, que vivía solo y era único hijo. Tras reconstuir parte de su historia, La Opinión corroboró que su padre murió cuando él tenía 14 años y su madre falleció el 12 de febrero de 2006. Vildoza no tenía hijos ni pareja.
Hasta el pasado 6 de abril había trabajado en la empresa exportadora de cereales Alfred C. Toepfer. Luego de 27 años allí, envió su renuncia por carta documento sin dar explicaciones a nadie acerca de la decisión.
Según los primeros indicios evaluados por los médicos tras el hallazgo del cadáver, Vildoza habría arribado al lugar aproximadamente a las 20.00 del día anterior. Luego se habría sentado mirando al río. Esa habría sido la última imagen que vio.
En el lugar se halló una pistola 9 mm. La policía confirmó el impacto de una bala de ese tipo sobre una de las maderas del deck del mirador.
Poco después hallaron en su campera una llave de automóvil con la que se activó el sistema de cierre centralizado de las puertas, lo que permitió de inmediato detectar el lugar donde estaba estacionado el vehículo.
Efectivamente, a una cuadra y media del lugar había un Fiat Palio verde estacionado en el cordón de la vereda a la altura de calle Mitre. La documentación que había en su interior permitió la rápida identificación del hombre fallecido.
Sobre el asiento del auto se halló un mapa de San Pedro con una marca sobre la zona de barrancas, una tablet, una botella de gaseosa vacía y otras pertenencias. En el baúl encontraron una mochila y en el asiento trasero una campera sport negra y roja.
Sobre el parabrisas del auto todavía permanecía una boleta del estacionamiento medido que el hombre había utilizado el día 2 de Julio a las 11.00 de la mañana. Es decir que desde la jornada anterior estuvo en el centro de la ciudad. La Justicia descartó la hipótesis de asesinato y confirmó que falleció producto de la autolesión.
“¡Yo era su hermana!”
A contramano de muchas versiones que comenzaron a circular ese mismo día, Vildoza no era un desconocido por el que nadie se había preocupado. La Opinión logró ubicar a su mejor amiga, Teresa.
“Estoy enojada con Oski”, dijo la mujer. “El viernes llaman a la empresa a donde él trabajaba y de allí me llaman a mí, porque era su persona más cercana”, relató y agregó: “Ellos me avisaron que había muerto”.
“Me comunico a la Comisaría ese mismo mediodía y me dicen que iba a autopsia y que debíamos esperar. Llamo de nuevo a las 16.00 y me preguntan si no me llamaron desde la Fiscalía; entonces hablo a la Fiscalía con un tal González, este me dice que llame a la Comisaria y combine con la policía, hice todo eso”, relató la amiga de Vildoza.
“Como nos dijeron que iba a ser conveniente venir el lunes, nos juntamos con algunos compañeros de trabajo y fuimos el lunes. La policía nos atendió de maravillas, mientras que uno de nuestros amigos, que es abogado, se fue hablar a la Fiscalía”, reconstruyó.
“Oscar alquilaba y yo era su garante y sólo quería las llaves de la casa para poder devolverla y nada más, pero en la Fiscalía le dicen que no le va a dar nada: ni la llave, ni la tablet, ni el teléfono, nada; aunque el celular nunca apareció”, aseguró la mujer.
“Estoy muy dolida, en la Comisaría me mostraron mediante fotos todas sus pertenencias y de todo eso lo único que yo quiero recuperar es una funda del encendedor que le traje de Toledo, España, y es mi único recuerdo de él”, señaló apesadumbrada.
“¡Yo era su hermana!”, exclamó la mujer. El cuerpo de Vildoza sigue en la morgue del Hospital porque al no ser familiares directos la Justicia determinó aguardar por si aparece alguien a reclamarlo.
“Fuimos al Hospital con su exjefe, un amigo de la infancia y otro abogado. El Fiscal nos dijo que no lo podíamos llevar a Buenos Aires por si aparecía alguien a pedir por él”, explicó Teresa. “Hace unos 20 días armamos un asado en casa. El conocía a toda mi familia, fue un domingo, pero no venía… Llama a mi casa, atiende mi hija y me dice: ‘Mamá, es Oski y dice que no vendrá porque está descompuesto’. Le mandé un mensaje hace días pero no me contestaba”, recordó la amiga de Vildoza. “No notamos nada raro en él, se fue de su casa supongo que el día 2 (de junio)”, dijo Teresa y lamentó: “Yo estoy muy enojada con él, nosotros nos habíamos elegido como hermanos de la vida”.