Quién dijo que todo está perdido: con 70 y 63 años, su sueño es terminar el secundario
“No nos queremos quedar en el tiempo”, dijo Rubén quien junto a su esposa, Lidia, se inscribió en el plan FINES para terminar sus estudios. Una historia de momentos compartidos y la oportunidad de transformarse en la madurez en "compañeros de escuela".
La inscripción récord para el plan Fines 2019, el programa que permite terminar los estudios secundarios en la provincia de Buenos Aires, tiene este año, además de alrededor de 500 inscriptos y 10 comisiones más que en el período anterior, una pareja que hará historia: Lidia Restelli y Rubén Velo, un matrimonio que con 63 y 70 años, respectivamente, se inscribió para cursar y acceder al título de bachiller.
“Lo hacemos porque no nos queremos quedar en el tiempo”, dijo el sábado en Sin Galera Rubén, que se animó a contar su historia de vida y los motivos por los cuales él y su esposa decidieron inscribirse en el Fines.
“Mi historia siempre fue de trabajo, trabajo y trabajo”, relató con un tono de voz que demostraba la felicidad y el orgullo que sentía de ser entrevistado junto a su compañera de vida por un motivo tan especial como el de cumplir este sueño.
Rubén es sampedrino, padre de tres hijos y abuelo de siete nietos de los cuales asegura estar muy orgulloso. Cursó el nivel primario en la escuela Normal y luego, con apenas 13 años comenzó a trabajar en el telégrafo de la provincia de Buenos Aires, por lo que no hubo posibilidad de continuar el colegio. En poco tiempo lo ascendieron y tuvo que marcharse a la ciudad de Baradero, donde estuvo hasta que le tocó cumplir con la conscripción.
“Estando allá en Baradero me toca el servicio militar y ahí el gobierno pasó a pagarnos la mitad del sueldo, manteniendo el trabajo pero a la mitad. Cuando volví estuve un año más y después ya renuncié, porque conseguí trabajos mejores”, relató con la satisfacción de haber llegado hasta donde llegó a costa de sus esfuerzos.
Entre anécdotas de todo tipo, llegó el momento de hablar del amor. Rubén no dudó en asegurar que Lidia era la mujer de su vida, previo a contar los detalles de la relación, entre los cuales destacó el amor que comparten por el automovilismo. Aunque no pudo evitar deslizar algún que otro comentario irónico, porque su pasión está ligada a Chevrolet y “lamentablemente ella es hincha de Ford”.
Las risas se multiplicaban en el estudio y eran muchas las razones que las provocaban. Todo era alegría, generada por el entusiasmo con el que Rubén contaba cómo lucha día a día por cumplir sus sueños y los de su esposa, a quien le prometió que, si terminan el secundario, la llevará de viaje a la provincia de Córdoba.
¿Quién dijo que todo está perdido? Rubén viene a ofrecerles a los jóvenes una enseñanza, con un poco de humor: “En este plan se inscribe mucha gente mayor, aunque no tanto como yo. Igual, ¡viejos son los trapos!”, aseguró.
“Hay una pibada joven, que yo ya tuve experiencia, que van para joder, y uno, ya viejo, quiere ir a prestar atención”, señaló y advirtió: “Esperemos que se alineen, porque yo para trabajo ya no lo necesito, pero a los más jóvenes les puede servir y lo tienen que entender”.
Con un hijo en Rosario, otra en Berazategui y una en San Pedro, cuenta con orgullo que su familia está bien formada, que los nietos van todos a la escuela, y que aunque parezca raro, hoy el orgullo de la familia, son Lidia y él, los nuevos colegiales que empiezan a cursar para terminar el secundario.