A qué escuela irá tu hijo
El miércoles próximo comienzan las inscripciones en las escuelas primarias. El gobierno provincial publicó los criterios de selección, para que los padres no hagan colas en las puertas de los colegios. Aun así, el problema de las vacantes ya ataca a las instituciones educativas de la ciudad, especialmente a las consideradas “mejores”, por cuyos bancos la gente se pelea, relegando a otras en las que sobran lugares.
Diciembre es el mes de las inscripciones, un mes en el que los padres debaten en todos los ámbitos posibles y se quejan de lo complicado que es asegurar un lugar en el sistema educativo para sus hijos. Este año, otra vez, se implementarán criterios que evitan la aglomeración en las puertas de los colegios, para dar lugar a otros que permitan una mejor distribución de los niños en todas las escuelas.
Desde que el año pasado se dejó sin efecto la normativa que otorgaba bancos escolares por orden de llegada, lo que obligaba a los padres a hacer largas colas durante horas y hasta días, el gobierno de la provincia aspira a que las inscripciones para primer grado de la Escuela Primara Básica sean más sencillas. Ahora tienen prioridad quienes hayan hecho el jardín en la misma unidad académica, tengan hermanos en la escuela o sean hijos del personal (ver recuadro).
Mientras tanto, sigue la polémica en torno a la distinción entre escuelas “de primera” y “de segunda”.
Hay vacantes
La realidad es que en la provincia de Buenos Aires en general y en el partido de San Pedro en particular hay vacantes para la inclusión de todos los niños en el primer grado de la Escuela Primaria Básica. El propio Director General de Educación de la Provincia Mario Oporto lo dijo públicamente: “Hay vacantes para todos los chicos de la Provincia y nosotros creemos que las familias tienen libertad de elegir la escuela en que quieren inscribirlos”.
Sin embargo, esa afirmación choca con una realidad: en la Provincia y en San Pedro no todas las escuelas reciben la misma cantidad de solicitudes de inscripción y, lamentablemente, está instalado en el imaginario social que existen escuelas mejores que otras, con más prestigio, donde los docentes trabajan mejor o las realidades sociales a las que se exponen son distintas y “menos conflictivas”.
La relación centro-periferia que se da en otros ámbitos repercute directamente sobre las cuestiones educativas y se vislumbra en los momentos en que comienzan las inscripciones. Las escuelas Normal, 6 y 1 reciben muchos más aspirantes que las escuelas que son (mal) consideradas “de segunda” y que sufren esa discriminación por los propios padres de alumnos que concurren allí y que esperan “la oportunidad” de que los acepten en escuelas “menos conflictivas”.
Existe, además, una tendencia a llevar hacia las escuelas periféricas –en sentido territorial– a los alumnos que tienen problemas de conducta en las escuelas “del centro”. Así, si un niño cumple con todos los requisitos de prioridad –es decir, hizo el jardín en la Unidad Académica, tiene hermanos en el colegio o es hijo del personal– pero tiene serios problemas de conducta, es trasladado a escuelas “de campo” o “de barrio”.
La Opinión relevó las vacantes de las escuelas Normal, 6, 11, 3, 48, 1 y 4. Excepto en el Normal –que se cubrió con hermanos e hijos de docentes – y la 6 –donde dicen estar “ajustados”–, en el resto de los colegios hay vacantes y en algunas suponen que no llegarán a cubrir la cantidad de bancos disponibles, como ocurrió en años anteriores.
Elegir la escuela
“Ni loca lo mando a la 47, preferiría esperar un año más, pero que entre al Normal”, dijo una madre desesperada ante el comentario de que la escuela pegada al CIC tiene importantes vacantes. Como ese, muchos testimonios se repiten en la población que considera que el hecho de que se encuentre alejada del casco céntrico transforma a una escuela en “mala” o “conflictiva”.
No obstante, en la zona rural existen colegios cuyo nivel educativo nada tienen para envidiarle a las grandes escuelas urbanas. Allí la relación con los docentes, directivos y compañeros tiene un carácter hasta familiar, que establece vínculos inquebrantables y que deja profundas huellas en la formación humana de quienes pasan por sus aulas.
En San Pedro existe el mito de que determinadas escuelas tienen un “nivel educativo” mayor que otras, y son aquellas por las que los padres se pelean para que sus hijos concurran. Si bien todo padre está en su legítimo derecho de decidir por las razones que prefiera dónde enviar a sus hijos para que cumplan con la educación obligatoria, es cierto que el desconocimiento de la realidad propia de aquellas escuelas que no tienen “fama” de “importantes” hace que se las relegue, como si se tratara de “antros” a los que más vale ni acercarse.
Está en las autoridades de cada colegio y especialmente en las responsabilidades políticas del Consejo Escolar y la Jefatura Distrital de Educación gestionar la visibilidad de esas “otras” escuelas. El hecho de que el nuevo Presidente del Consejo Escolar a partir de diciembre –Jorge D’andrea, proveniente del Socialismo binnerista– haya sido Director de escuelas como la Nº 3 invita a pensar que esa realidad puede ser revertida desde los espacios decisorios inmediatos. En ese sentido, la responsabilidad de D’andrea es doble y habrá que ver si asume ese plus que le otorgan tanto su extracción partidaria como su pasada pertenencia a colegios periféricos.
La decisión de “no ir” a las escuelas “de segunda” también está en el imaginario de los docentes, que en muchos casos rechazan la posibilidad de trabajar en esos colegios a la espera de un acto público que les permita acceder a cargos en el centro o lugares considerados “menos conflictivos” o “más tranquilos”.
La problemática de escuelas en las que sobran bancos frente a otras donde muchos se quedan afuera es grave y se alimenta desde muchos sectores. Las responsabilidades no pueden ser totalmente endilgadas a los padres, que tienen la libertad de elegir dónde enviar a sus hijos. El problema reside en cómo se construye esa libertad y qué hacen los responsables de la educación tanto a nivel provincial como local, en las escuelas y en las aulas, para que el abanico de posibilidades ante el que los padres puedan analizar su decisión sea mayor y resulte interesante.
Mil aspirantes
De los aproximadamente seis mil alumnos de primaria que hay en las veintitrés escuelas públicas del partido, más de mil están en primer grado. El próximo año, un número similar ingresará al primer año de la Educación Primaria Básica. Las vacantes estipuladas superan ese número, por lo que no debería haber problemas y ningún chico sampedrino se quedará sin la posibilidad de asistir al colegio.
La tendencia a elegir escuelas del centro por sobre las más alejadas se revierte de a poco y algunas instituciones lograron “ingresar” en el imaginario calificativo de los padres. Jefatura de Inspección e Inspección de primaria trabajan en conjunto con los directivos para el proceso de inscripción, procurando además que los padres tengan la mayor información posible, de manera tal que el proyecto provincial de fortalecer las escuelas de barrio comience a tener eco en San Pedro.
Tabla de prioridades
Desde el año pasado rigen nuevos criterios para establecer prioridades en la distribución de vacantes en las escuelas bonaerenses. El primero de ellos es la “articulación pedagógica entre niveles o modalidades”, esto es que los alumnos que se encuentran cursando jardín de infantes en una unidad académica tienen prioridad para el primario que funciona allí, los ejemplos más claros en San Pedro son los de los jardines 901, que articula con la Escuela 6, y el jardín de la Escuela Normal. Quienes pasen a primer grado desde esos jardines que tienen un grado de articulación con escuelas primarias tendrán el banco asegurado en ellas.
El segundo criterio es la relación familiar. Tendrá prioridad el aspirante cuyo hermano o hermanos cursen en el colegio. Luego, tendrán su lugar los hijos de los docentes y no docentes que se desempeñen en la escuela.En cuarta instancia, se tendrá en cuenta la cercanía del domicilio particular respecto al colegio. También se tendrá en cuenta la distancia del lugar de trabajo de los padres.
Finalmente, si luego de establecer prioridades con arreglo a esos criterios continúa habiendo más aspirantes que vacantes, se procederá a un sorteo público que determinará quiénes acceden al banco.
Para inscribirse, hay que concurrir con DNI del niño, libreta sanitaria y certificación de domicilio, que puede ser tanto la extendida por el Registro Civil o la presentación de una factura de servicios a nombre de los padres, como las de la luz o el video cable. Estos requisitos son necesarios para cumplimentar el trámite, pero no son indispensables para inscribir a un alumno. Si el aspirante no tuviera DNI, las autoridades educativas deberán inscribirlo de todas maneras y colaborar con la familia para que realice los trámites correspondientes para la obtención del documento.