Cigarrillos en cuarentena: desabastecimiento, largas colas y precios por las nubes
Las tabacaleras piden reabrir para que el sector trabaje, mientras en todo el país kioscos y despensas de barrio se quedan sin cigarrillos. En San Pedro hay largas filas en los pocos lugares donde se consigue, pero también aparecieron revendedores por redes sociales y hasta paquetes sin marcas que se exhiben en algunos comercios. Los precios aumentaron entre tres y cinco veces, a pesar de que cada marca tiene el suyo fijado por el Estado y es ilegal no respetarlo.
El aislamiento social preventivo y obligatorio mantiene a las tabacaleras cerradas por lo que los kioscos comenzaron a quedarse sin stock de cigarillos y, a pesar de que los precios están regulados por el Estado y no obedecen a las reglas de oferta y demanda, comprar un atado cuesta hoy hasta cuatro veces el valor fijado por ley.
En San Pedro, la mayoría de los kioscos y almacenes de barrio se quedaron rápidamente sin cigarrillos. No sólo de las marcas más conocidas, las de las tabacaleras grandes, sino también los económicos de otras empresas que producen paquetes que se venden a un costo muchísimo menor que aquellos cuyas cartillas están instaladas desde hace décadas.
El exhibidor vacío en una despensa de barrio.
Desde hace varios días, un kiosco de calle Mitre al 1300 es epicentro de largas colas de fumadores para conseguir algún atado, aunque ya no sea los de su marca habitual. Lo mismo sucede en algunas despensas de barrio, donde empezaron a aparecer hasta cartillas sin marca. El que quiere fumar, se adapta a lo que haya y, también, paga lo que sea, aunque en términos formales sea una irregularidad por parte de quien le vende.
Además de los kioscos y almacenes, aparecieron los vendedores por redes sociales, que fijan puntos de encuentro para hacer las entregas. Los precios, por supuesto, están por las nubes y nada tienen que ver con los que están fijados por el Estado desde que a mediados de marzo se produjo la última autorización de aumento, la segunda del año.
"¿Tenés cigarrillos?", le preguntarn a "Dany", que revende por redes sociales. Contestó que sí a su cliente y advirtió que "están caros", pero que tiene de casi todas las marcas más consumidas en el mercado. Los precios, por las nubes: Marlboro, 280 pesos; Philip Morris, $ 250; Lucky Strike convertibles, $ 300.
En este caso se trata de marcas de las dos tabacaleras más importantes del país, Massalin Particulares y British American Tobacco (BAT), ex Nobleza Piccardo. La primera tiene sus precios actualizados al consumidor actualizados a marzo: Marlboro box, por ejemplo, debe venderse a $ 147; Phillip Morris box, a $ 131; Chesterfield king size, $ 104. En el caso de BAT, Lucky Strike double clik debe costar $ 140; Camel box, $ 147; y las líneas económicas como Rothmnas tienen como precio fijado 99 pesos.
"Cigarrillos, sólo con cambio justo", dice en uno de los pocos kioscos con stock.
Tabacalera Sarandí es la que produce cigarrillos de cartillas económicas, con marcas como Red Point, Master y West. Un relevamiento de La Opinión permitió establecer que en despensas de barrio esos atados también se venden muy por encima del precio fijado.
Por ejemplo. un paquete de Red Point box que debe costar 70 pesos se paga $ 150 y un Master, que tiene como precio fijado por el Estado un valor de 51 pesos se consigue a 130.
Otras tabacaleras que producen cigarrillos económicos son Espert y Bronway. La primera comercializa las marcas Melborune y Milenio, por ejemplo, que se consiguen en cuarentena por alrededor de 140 pesos, cuando según AFIP deben costar 30 y 35 pesos, respectivamente. La segunda vende las marcas Dolchester y Pier, que ya cuestan más de $ 200, cuando su costo oficial es de $ 48.
Por estos días en varios puntos de venta aparecieron hasta paquetes de cigarillos que directamente no tienen marca. Se presentan en cajas blancas y con filtro marrón al estilo Marlboro o Phillip Morris, pero sin señal alguna que indique tabacalera o procedencia. Son lo que se conoce como "cigarrillos truchos", ilegales, que ya valen hasta 180 pesos por atado.
Una caja de cigarrillos sin marca exhibida en un comercio.
Entre los fumadores aseguran que a pesar de que todo está más caro, el hecho de que haya desabastecimiento los obliga a pagar cualquier precio con tal de fumar, aunque haya que hacer colas y abonar costos extra.
La situación actual, además, reveló otro panorama: según cuentan quienes fuman y compran cigarrillos habitualmente señalan que en la ciudad la mayoría de los expendedores de este producto cobran por encima de lo que fija el Estado.
Entre los kiosqueros, el reclamo es histórico: vender cigarrillos implica una inversión muy importante que redunda en un margen de ganancias mínimo, casi insignificante. Entre las tabacaleras, la queja es que la mayor parte de las utilidades se van en impuestos.
"¿¿¿Truchos??? No, ¿¿¿quién dijo???", compartió una lectora de La Opinión & Sin Galera.