Precios de guerra
Después de la escalada de precios generada por el desabastecimiento, y a pesar de que ya hay alimentos en las góndolas, un relevamiento de La Opinión día por día, demuestra que los precios parecieran no tener ninguna urgencia por volver a la situación previa al conflicto del campo.
Dijeron que era por el desabastecimiento. Que era la “ley de la oferta y la demanda” aplicando su lógica irrefutable sobre el precio de los alimentos: Muchos consumidores demandando productos de lo que había pocas existencias, y que eso, solamente eso, era razón suficiente para una escalada de precios.
Con el campo ya en actividad, las rutas liberadas y el abastecimiento garantizado, no habría motivo alguno para que los precios no se retrotrajeran a la los días previos al conflicto. Sin embargo, no ha sido eso lo que parece estar sucediendo.
No por desconfiar de la “mano invisible del mercado”, sino por una prudencial tendencia a dudar que en nuestro país pase lo que se supone “tiene que pasar”, es que La Opinión Semanario salió a relevar, desde el minuto cero en que se dictaminó la tregua entre el gobierno y el campo, los precios de los alimentos en los comercios de nuestra ciudad.
La recorrida
Fue interesante observar las diferentes góndolas de los supermercados: poca era la mercadería para elegir y altísimos los precios de los alimentos. Ardua fue la tarea de mantener la economía familiar ante la disparidad de los precios en los diferentes lugares, que sin lugar a dudas se dispararon por las nubes.
Desde el día lunes nos ocupamos de conocer lo que sucedía con la leche. Muy molestos se encontraban los padres que habían apoyado la medida de fuerza: ahora reclamaban la falta del alimento principal para los más chicos, mientras quedaban expuestos los famosos “acuerdos de precios”. Las marcas subvencionadas por el gobierno no sufrieron aumento alguno, mientras que las demás, al día de hoy, no han aparecido todavía con normalidad en las góndolas.
El miércoles, ya desesperados por comer, aunque sea un churrasquito y luego de varias jornadas de abstinencia, fue sorprendente ver los altísimos precios de los cortes vacunos, razón por la cual, muchos comerciantes optaron por esperar a la regularización, que nunca se hizo presente. Con respecto a la cuestión específica de la carne, se estima que el incremento no sólo fue resultado del conflicto, sino que la baja rentabilidad de la cría de hacienda sigue empujando los precios hacia arriba. Quienes optaron por las carnes blancas como alternativa, también se sorprendieron con el aumento en el mercado avícola.
Diferentes teorías
Hay varias versiones en cuanto al origen del aumento de precios. Por un lado, son varios los que piensan que la situación del paro agropecuario fue utilizada por la mayoría de los sectores productivos de alimentos de todo tipo, y también por otros que nada tienen que ver con lo que respecta a la alimentación. Este mismo grupo, es el que justifica el incremento con el mayor costo del transporte, derivado del aumento en los combustibles. Y por que no pensar también, que la lamentable “avivada criolla” sea la que este afectando al consumidor final.
Ajustando bolsillos
“El consumidor se ha visto perjudicado por este conflicto y con la normalización del transporte y el abastecimiento garantizado, los precios deben acomodarse”, habían dicho desde la Asociación de defensa de los consumidores y usuarios de la Argentina. Su titular, Sandra González, afirmó que “A partir de hoy no hay ningún tipo de excusas”, y señaló que “no vamos a admitir especuladores porque si no retrotraen los precios, lo vamos a denunciar”. Sin embargo, algunos economistas, mantienen la postura que los aumentos vinieron para quedarse y que lamentablemente, los precios que rigen en las góndolas en la actualidad, ya no volverán a ser los mismos que antes del 11 de Marzo.
A pesar de eso, algunos diarios de carácter nacional, están mostrando precios muy inferiores a los que se encuentran en el interior. Aunque se sabe que en realidad, esas grandes ofertas ajustadas a los “precios oficiales”, son por lo general para leerlas, y no para consumirlas.