Plata sí, Seguridad tal vez, Reformas no
A varios meses del anuncio por parte de la Dirección de Inspección General de las modificaciones que se realizarían en los centros de diversión nocturna, el único avance que se ve es el del cobro de las entradas
Ante la gran cantidad de hechos de violencia en la noche de la ciudad durante los fines de semana, a principios de año los dueños de algunos de los centros de diversión nocturna se reunieron con el Inspector General Domingo Bronce y su equipo, con el objetivo de encontrar una solución. En dicha oportunidad, se anunció un plan de acciones que se basaba en tres puntos principales: Primero, el cobro de una entrada general para los días sábados de ocho pesos, medida que fue puesta en marcha a los pocos días e incluso para algunas otras jornadas, a un costo más reducido. Segundo, se dijo que no se venderían más bebidas alcohólicas en botellas de vidrio y serían reemplazadas en un plazo máximo de quince días por los denominados baldes, o vasos plásticos de un litro. A pesar del plazo fijado en ese momento, esa medida todavía no ha sido aplicada. Por último, se había consensuado entre las partes la instalación de detectores de metales en las entradas, al mejor estilo aeropuerto. Esta aplicación sería abonada por los propietarios, por lo que se implementaba la entrada. Sin embargo, tampoco de este punto se ha sabido nada hasta la actualidad.
¿Menos violencia?
Es verdad que algunos de los boliches han incrementado su personal de seguridad y los controles se han vuelto un tanto más estrictos. Esto ha hecho que en el último tiempo se haya registrado una disminución de hechos violentos en el centro de la ciudad durante las horas nocturnas y principalmente en el horario pico de salida de los bares y boliches.
Esto se debe principalmente, a dos aspectos: Por un lado el control callejero realizado por la policía y las patrullas municipales que recorren las calles con los inspectores y por otra parte el control interno, en algunos de los lugares de mayor concentración. Sin embargo, hay situaciones que siguen repitiéndose, incluso hasta para el acostumbramiento de algún que otro episodio los fines de semana.
Episodio violento
Marcos Suárez de 21 años, por citar un ejemplo cercano y que sucedió en la nocturnidad, fue golpeado la pasada madrugada del jueves a la salida de la Disco “Quillash”. El suceso, según relatan los protagonistas, comenzó dentro del mencionado local de diversión nocturna. En la denuncia, consta que el conflicto se inicio de repente. El joven cuenta que cuatro personas lo agarraron y golpearon sin motivos aparentes, ya que dice desconocer a los agresores. Personal de seguridad los sacó del lugar y todo continuó afuera. La familia se mostró indignada por la situación y porque nadie pudo frenarla.
La contracara
Por su parte, los dueños de boliches y bares, manifiestan y mantienen su posición que son más las veces que son visitados para pedir algo para tomar o algún “favor”, que para controlar. “Si no les das lo que te piden, te amenazan con que te van a cerrar, aunque tengas todo en regla” habría dicho el propietario de un local nocturno de nuestra ciudad.
Más controles
En el último tiempo se han intensificado los denominados “controles de nocturnidad”, en los que participan el personal de calle de la comisaría y el grupo de guardia de inspección. La pipeta ha sido utilizada en varios de los mismos, para controlar la cantidad de alcohol en sangre de los automovilistas.
Los mismos exámenes se dirigen además a los boliches, para medir los decibeles con los que trabajan los DJ y la presencia de menores de edad en los locales.
De todas formas no es tarea sencilla para los inspectores la de clausurar un boliche: Hace algunos meses, mientras realizaban una inspección en uno de los locales más elegidos por los más jóvenes, sufrieron agravios y una denuncia por “incumplimiento de los deberes de funcionario público” al pretender requisar la parte posterior del lugar, que fue denominada por la propia gente de inspección como “una trampa mortal”. Allí los responsables del negocio habrían escondido a 38 menores quienes permanecieron durante horas en condiciones infrahumanas, encerrados en una superficie pequeña y sin ventilación. Además, la realidad indica que una vez que se clausura un lugar, queda en manos de la justicia, que muchas veces no mantiene cerrado el lugar por más de tres días hábiles, sin consecuencia en el negocio.