Pizzas de matambre y chop al témpano
Lo importante eran la cordialidad en la atención y las pizzas exquisitas. Ernesto “Tarasca” González sabía que ese era el secreto para perdurar en el tiempo con su negocio.
“Pizzería Gonzalito” abrió en 1968 en la esquina de Belgrano y Balcarce y durante años estuvo en ese mismo lugar frente a la Plaza.
Antes y después de los bailes era una de las paradas obligadas. Había que ir temprano porque conseguir una mesa era muy difícil.
Todos pedían la especialidad de don Ernesto: la pizza al matambre. Consistía en cocinar la masa y colocar el matambre. Pero la particularidad es que se horneaba con el fiambre para abajo lo que permitía que estuviera bien crocante cuando se lo daba vuelta.
Era muy común ver a su propietario sentando observando a los vecinos que todas las tardes ocupaban mesas para degustar una Bidu Cola. Mientras, aprovechaba para armar las cajas que durante la noche necesitaría para entregar los pedidos.
Ernesto sabía que para las 4.00 de la tarde tenía que tener la primera tanda de pizzas horneadas. Ya conocía las preferencias de los clientes fijos y muchos de ellos a esa hora hacían un alto para degustar una picadita.
Vilma recuerda que toda la familia ayudó en el negocio. No era fácil atender tanta demanda, porque la gente empezaba a hacer sus pedidos por teléfono.
Otro furor de “Gonzalito” fue el chop al témpano. Su hijo Raúl contaba que su padre dejó de comprar las grandes barras de hielo y las reemplazó por los primeros rolitos que un señor de apellido Correa había empezado a producir en la ciudad.
A pesar de haber pasado mucho tiempo, recuerda el día que pusieron en la vereda un cartel con la leyenda: “Pida aquí Chop al témpano”. No había demasiada fórmula en el preparado. Se trataba de un vaso de cerveza tirada con un cubito rolito adentro. “Fue impresionante lo que vendimos, la gente lo pedía mucho”.
Entre los recuerdos que más presente tienen sus hijos está la llegada de la hora de bajar las persianas después de muchas horas de trabajo: “El decía siempre: ahora que nos atiendan a nosotros. Cerraba las puertas de la pizzería y cruzábamos a desayunar al bar plaza todos juntos”.
Hace muchos años que la pizzería cerró sus puertas, pero aún hoy la familia, cada vez que se reúne, no deja de cocinar la pizza al matambre de la misma manera que durante años vieron amasar a Don “Tarasca”.