Piden que detengan al profesor de música de Santa Lucía y que declaren los chicos
El caso del docente acusado de abuso sexual suma 11 denuncias. La Jueza considera que no hay elementos suficientes para detenerlo y Fiscalía procura reunir testimonios que den cuenta de antecedentes que permiten hablar de riesgo de fuga. Los padres protestan todos los días en la plaza. El sistema educativo, otra vez en la mira.
La comunidad de Santa Lucía está consternada, conmovida, contrariada. No hay rincón del pueblo donde no se hable del caso. La plaza alrededor de la que la localidad creció como tal es todos los días epicentro de protestas. Enfrente, en una cuadra que fue símbolo del desarrollo, hay patrulleros todo el tiempo. Impensado para muchos, no tanto para otros, un profesor de música enfrenta una causa penal por “abuso sexual con acceso carnal agravado”. Sobre él pesan once denuncias.
A pesar de las presentaciones judiciales y la insistencia del Fiscal Marcelo Manso, la Jueza de Garantías María Eugenia Maiztegui todavía no accedió a ordenar la detención del imputado. Considera que los elementos probatorios reunidos no son suficientes y apenas si permitió que el viernes pasado, cuatro días después de la primera denuncia –la más grave, por cierto–, allanaran la vivienda del docente.
Los relatos son muchos y variados. Las declaraciones que presten los niños y niñas alumnos del acusado bajo el sistema de cámara Gesell serán fundamentales para la investigación.
En otro carril, el sistema educativo carga sobre sus espaldas haber tenido advertencias que no supo, no quiso o no pudo ver.
Otra vez, los corderos
Las acusaciones apuntan contra un profesor de música de 39 años, oriundo de Santa Lucía, que estudió en el Conservatorio provincial Carlos Guastavino, y que se desempeñó en diversos establecimientos estatales y privados de todo el partido de San Pedro.
Las denuncias fueron hechas por padres de alumnos del jardín del Instituto Margarita O’Farrell de Maguire, institución educativa privada de carácter religioso que depende del Obispado de San Nicolás.
La primera fue radicada el lunes, luego de que una madre detectara sangre en la ropa interior y en la zona anal de su pequeño hijo de tres años. Él no quería hablar. Lo hizo ante una psicóloga, a la que le dijo que el profesor de música era “malo” y le “tocaba la cola”. Un pediatra intentó revisarlo, pero el nene se negó y lloró. El médico advirtió a la madre que algo sucedía y le recomendó ir a la Justicia.
Tras la presentación formal, intervino el forense, que estableció que el niño presentaba lesiones compatibles con un abuso sexual. La sospecha y el reclamo de los padres recayó sobre el docente.
El martes, el profesor de música fue a dar clases. Al jardín y a la Primaria, como si nada. El miércoles, cuando caminó la cuadra que separa la casa de su madre, con la que convive, y el Instituto O’Farrell, notó que algo sucedía: estaban todos los padres de la salita de tres afuera. Alterados, conversaban casi a los gritos. Algunos de ellos lo vieron regresar raudo a su domicilio.
En ese momento, la directora del jardín, Mabel Zanatta, acababa de decirles que no podía creer lo sucedido y que estaba consternada. Fue un efectivo policial que es padrede un infante el que les contó al resto lo que había sido denunciado. También fue el que les recomendó que hablaran con sus hijos y que los hicieran revisar por un médico.
Ese día, alrededor de las 19.00, el instructor judicial de la UFI 5 Agustín Mori ingresaba a la Comisaría de la Mujer para tomar la denuncia de otros tres padres. El número de presentaciones se multiplicaría con el correr de las horas.
Por ahora, sin orden de detención
Hay once denuncias. Hasta el momento, sólo declaró el niño de la primera. Pero ante el equipo psicológico del Poder Judicial no hizo aportes significativos.
Una de las niñas les dijo a sus padres que fue “manoseada” por el profesor. Otros relatan diversos episodios que habrían sucedido dentro del propio jardín.
En la salita donde concurrían las víctimas había una traba del lado de adentro, a la que sólo podían acceder los adultos.
Entre el aula y el baño hay un cuarto de limpieza. “El cuartito mágico”, le llaman los chicos. Cuentan que el docente iba seguido a ese lugar. Uno de los chicos contó que alguna vez lo vio allí dentro “con una cremita blanca” entre los dedos.
Fiscalía les pidió que se acerquen a declarar y que recomienden a quien pueda hacer aportes que los haga. Les dijeron que les faltaban pruebas para que la Jueza acceda a ordenar la detención.
Aún no hay fechas para las declaraciones de los diez chicos que faltan. Manso, antes de tomar licencia, pidió al Juzgado que habilite la posibilidad de que vayan varios el mismo día, para acelerar la causa.
Mientras tanto, el acusado está libre. Aunque permanece encerrado en su casa, ubicada en la esquina de Belgrano y Maipú, donde su familia tenía un comercio que no volvió a abrir desde que trascendió la noticia.
El lugar es frente a la pequeña terminal de ómnibus del pueblo, a menos de una cuadra de la Delegación.
Desde el miércoles pasado hay patrulleros que custodian el lugar. El viernes hubo un allanamiento para secuestrar elementos informáticos como computadoras, celulares, cámaras digitales, tablets, pen drives y cualquier dispositivo capaz de almacenar datos, fotografías, videos.
“Hay quienes quieren ir a lastimarlo. Nosotros queremos que lo detengan. Por eso vamos todos los días a las 19.00 a la plaza y seguiremos yendo. Queremos justicia”, sostienen los padres que denunciaron.
Un pueblo chico
“Mi nena tiene cuatro años y cuenta todo”, dice un padre. “La mía tiene miedo”, relata otra mamá. La única plaza con juegos de Santa Lucía es la San Martín, la “del centro”, frente a la iglesia y la Delegación municipal, frente a la casa del acusado.
“¿Mamá, es cierto que el profesor malo está preso?”, pregunta una nena, tomada de la mano de su madre, que tiembla al mentirle: “Sí, hija, quedate tranquila”. Así viven desde hace una semana en al menos once de las viviendas familiares donde reina la incertidumbre, la bronca, el descreimiento hacia las instituciones, el temor.
El Gobierno municipal puso a disposición un equipo de psicológos para asisistirlos. Por momentos los padres creen que quien necesita asistencia es alguien más. “Se la pasaba de noche, en bici, por eso le decían ‘el ángel de la bicicleta’, dando vueltas por el pueblo. Les ofrecía plata a los pibes a cambio de sexo”, relataron en la redacción de La Opinión familiares que denunciaron y aportaron datos en Fiscalía.
“En el pueblo muchos pueden decir que fueron perseguidos por él. Su testimonio sería valioso para que la Jueza tenga en cuenta los antecedentes y decida detenerlo”, dijeron los padres tras entrevistarse con Agustín Mori, el instructor de la UFI 5 que conduce Marcelo Manso.
“Dicen que hay que esperar. Pero ¿qué esperamos? Queremos que entrevisten a los nenes”, repiten.
Del instituto nadie se presentó. Los padres le pidieron una explicación, a los de Primaria les dijeron que no había que mezclar, aunque el mismo docente daba clases en ambos niveles.
Incluso quienes administran la cuenta de Facebook de la institución bloquearon a algunas madres por hacer comentarios sobre el tema en las redes sociales.
Cuando hicieron la primera de las protestas, estuvieron un largo rato sin que se acercaran autoridades. El delegado municipal Abel Burgués fue luego de que el nuevo Coordinador Carlos “el Sheriff” Suárez lo hiciera para, con el poco tacto que lo caracteriza, asegurarles que si el acusado salía absuelto del caso él mismo se iba a ocupar de “echarlo del pueblo”.
Un antecedente que pasó inadvertido
En 2012, el profesor de música tuvo un episodio que le valió sanciones. Fue en el jardín 917, de Los Aromos. El padre de un alumno, que por entonces tenía cinco años, contó el caso en Sin Galera.
“Se tomó el atrevimiento de sacar datos míos del jardín. Cuando me encontraba en mi trabajo, empecé a recibir mensajes de un número desconocido, haciéndome propuestas indecentes, barbaridades”, contó.
Cansado de la situación, decidió seguirle el juego para saber quién era y acordó un encuentro. Cuando llegaba al lugar, había un hombre parado en la esquina. Se acercó y lo increpó.
“Me bajo del auto y me dice vos sos el padre de fulano, yo soy el profesor de música de tu hijo”, relató. En ese momento, le preguntó si era el autor de los mesajes. “Discutimos, se iba, que no era, ‘marcá el número’ le digo; llamé a la policía, le comento y nos dicen ‘hacé la denuncia y nosotros lo llevamos’”.
“Lo detuvieron, él tenía una mochila, la revisaron y dentro de esa mochila el profesor de música tenía consoladores, geles íntimos, mientras daba clases a los chicos”, recordó el padre del alumno del docente que ahora está acusado de abuso.
El padre puso las quejas en el jardín. Aunque en principio le dijeron que no podía ser, luego tomaron cartas en el asunto. Pero le pidieron que no hiciera público lo sucedido. “Lo sacaron del jardín, se hizo un acta, dos años más tarde lo encontramos en la puerta de la escuela 7 dando clases”, aseguró.
La Jefa de Inspección Eleonora Taurizano dijo a La Opinión que solicitó informes al jardín para tenerlos a disposición de la Justicia, para cuando lo requieran.
Los padres fueron a dejar su testimonio a Fiscalía ayer por la mañana. El instructor Agustín Mori les dijo que si bien no es importante para la causa de abuso, sí contribuye para que la Jueza entienda que hay antecedentes de conductas inapropiadas para un perfil profesional docente.
Los testimonios de los padres
“Mi nena canta la música que él inventó, que son medio bravas, una de la viborita. Y cuando van cantando, se tocaban las partes íntimas y él les enseñaba el baile ese”, contó uno de los padres el sábado en Sin Galera y aseguró: “Mi nena dijo que los retaba si no la bailaban. Mi nena le tenía miedo”.
Los padres coinciden, porque sus hijos coinciden. “Los chicos no mienten, ahora están hablando todo porque se sienten seguros”, dijo una madre.
“Si uno se pusiera a escuchar el relato de uno de los nenes, te dan ganas de hacer cualquier cosa. No tendría que haber hecho él, cosas aberrantes, se te cae el corazón, el juego de la música, están traumados con eso”, relataron.
Hay quienes sostienen que sus hijos le tenían miedo al profesor de música. Las canciones de “la viborita”, la “manguerita el Bombero” y “del pito” terminaban en el mismo lugar: los genitales de los nenes.
“Nosotros hicimos lo que había que hacer como institución y ahora está todo en manos de la Justicia. Prefiero no hacer declaraciones para preservar a los menores. Ya hablamos con nuestra comunidad”, Mabel Zanatta, directora del jardín, consultada por La Opinión el sábado, cuando ya había declarado en Fiscalía.