Pero vamos a menos… Y no va masss…
Concluía mi nota del Miércoles pasado tratando sobre la timba, cuando sobrevinieron algunos sucesos que me han hecho poner el mismo título, pero dado vuelta, como en la taba, y no del lado que se llama “suerte” sino del otro lado de nombre poco noble… No sé como lo llamarían los griegos y romanos, pero a lo que llamamos taba ellos le decían astrágalo, como la gente fina hoy.
En nuestra historia patria la cosa viene de largo, pero para opinar sobre lo que te han contado, conviene hacerlo mejor sobre lo que has vivido. Así el 20 de Mayo de 1942 adquiría mi pleno derecho a votar en elecciones nacionales, provinciales y municipales, pero la revolución del 4 de Junio de 1943 me birló ese derecho, y luego el Gral. Pedro Pablo Ramírez se la hurtó al Gral. Rawson, y a pesar de que con las iniciales de su nombre se decía que había Poder Para Rato, el coronel Perón les escamoteó todo. Finalmente el 24 de Febrero de 1946 pude ejercer por primera vez mi derecho ciudadano y desde allí en más jamás voté por el que ganó, de manera que no me siento responsable del “aluvión zoológico” que sobrevino, como bien lo definió el diputado Ernesto Sabmartino, por aquello de “Alpargatas sí, libros no”, que inició la degradante educación que padecemos. Tal era la necesidad de cambio que a instancias de algunos de mis ex alumnos, nos presentamos a una elección municipal por el Partido Socialista Democrático que lideraba Américo Ghioldi, en una lista en que me postulaban como candidato a intendente junto a Darío Emilio Girard, Francisco Vetta y sus hijos. Demás está decir que luego de una ardua campaña proselitista (que jamás hice en el aula), sacamos 415 votos por el P.S.D. y 4.950 la U.C.R. que consagró intendente al Dr. José Miguel Arana, aquel gaucho vasco que dejaba unos pesos bajo la receta en los ranchos donde había perros flacos. Pasaron años volando con los altibajos de costumbre, pero volando cada vez más bajo, hasta que a Duhalde se le ocurrió prohijar a Kirchner que se hizo con la presidencia, frente a una oposición desarticulada. Hasta nuestro vocabulario se enriqueció con un nuevo verbo. El diputado Dr. Eduardo Lorenzo, médico pediatra, electo por la oposición “se pasó al enemigo con armas y bagajes”, y con su seudónimo “Borocotó” fue creado el verbo “borocotear” o su equivalente “boro – cotizar” más adecuado aún, denigrando el seudónimo heredado de su padre, excelente periodista deportivo de la revista “El Gráfico”, Ricardo Lorenzo “Borocotó” onomatopeya del chasquido del tamboril de los negros candomberos de su Uruguay natal “borocotó – borocotó – chas – chas”.
Se incorporaron algunos ávidos de poder o de peculio, otros de buena fe creyendo en el “proyecto”, hoy muy decepcionados, viendo que el barco hace agua… empiezan a abandonarlo. Así empezó con el vicepresidente Cobos presidiendo el Senado con su voto “no positivo” inclinando la balanza a favor de los productores rurales, a quienes las retenciones a la producción resultaban casi confiscatorias, sin necesidad de desertar lo han hecho a un lado (como el chiripá), hasta privar que los Granaderos le acompañen a rendir homenaje al Gral. San Martín en estos días. Han seguido luego senadores, gobernadores, diputados, etc. abandonando las filas, dando la impresión de que si siguen no va a quedar ni el loro… Y no es un decir, o acaso los barcos piratas no llevaban un loro y los capos de la banda un parche en el ojo, quizá por tuerto o estrabismo…
Es así como estos días hemos visto como los medios de comunicación calificaban de distinta manera el desfile de insumisos de las filas del gobierno. Unos hablaban de “diáspora” o de “éxodo”, pero no eran judíos los que se iban, “desbande” decían otros, sin precisar si era una bandada (de pájaros … de cuenta) o en tal caso sería una banda que se deshace, en tanto otros medios apelaban a la fisiología y lo calificaban de “sangría” por la pérdida de poder que significaba, pero ninguno (que yo sepa) empleó el vocablo “defección”, sin duda el más adecuado para el caso, a menos que se quisiera evitar que el lector apresurado pensara que faltaba una A en medio de las dos C para que definiera con mayor precisión lo que era (y sigue siendo) “evacuación” con riesgo de convertirse en diarrea …
Conocido es el dicho de “se le hace el campo orégano” cuando quien se cree dueño absoluto de algo y dispone a su antojo, alguno o varios se le plantan y le dicen “hasta aquí”. Pretender que el campo, la tierra que nos da de comer a todos, pueda quedar al arbitrio de quien ejerce el poder político, algo circunstancial, ante algo prenne, sólo sujeto a la climatología y la labor del productor, es pretender “tapar el sol con un harnero”… y así siempre.
Como mencioné a mis ex alumnos sin nombrarlos, en aquella aventura electoral, que fue la mejor lección, para todos, y me incluyo, hoy estoy orgulloso de Raúl Victores y quienes le acompañan, frente a las pretensiones de avasallarlos oponen el lema “Ni agachados, ni de rodillas”. Así es como siguen lo que pregonaba Almafuerte.
Días pasados en el programa de TV “Palabras más, palabras menos” pude ver y oír a otro de mis ex alumnos, Orlando Ferreres, opinando con sencillez y para que entendieran todos lo que le está pasando a nuestra economía. Seguramente muchos recordarán que fue viceministro de Don Miguel Roig, fallecido hace años, y también en un programa televisivo pensé que le sucedería como titular del ministerio. Le envié unas líneas diciendo “Me siento orgulloso de verte en la función pública, y espero sentirme mucho más el día que la dejes”. A los tres meses, creo recordar, renunciaba por una razón muy simple… eso que se llama dignidad. Así se escribe la historia y no como te la cuentan.
Miguel A. Bordoy.