Perdón, la isla es de DELTAGRO!
Sr. Apoderado de DELTAGRO, Marcelo Daniel Sánchez:
En principio quiero felicitarlo por la noble tarea que desempeña a favor de sus mandantes. Es claro que la redacción de su carta documento me exime de comentarios sobre la utilización de signos de puntuación, estructura sintáctica y semántica y uso de las letras mayúsculas para consolidar sus intimidatorias amenazas.
Es esta la primera vez que una persona de su talla y la de su mandante, me distingue para iniciarme nada más y nada menos que una demanda PENAL, solicitando que me rectifique por las notas publicadas que con exactitud cita y han demandado varias páginas de nuestro Semanario, a razón de $ 1.000 cada una, para explicar la fantástica tarea que ha desempeñado durante el pasado mes de Febrero, cuando llegó con sus contratos de comodato para solicitar a los vecinos de las Islas Lechiguanas la firma de comodatos, evitándoles en primer término tener que trasladarse hasta la ciudad de Gualeguay, donde efectivamente figura el domicilio del generoso “comodante” de las tierras que los habitantes de ese sector de las Lechiguanas han utilizado como propias desde hace más de 100 años.
Resulta tan admirable su accionar que no tengo más que elogios para describir su intachable conducta a la hora de solicitar firmas a personas que no saben ni leer ni escribir y mucho menos desconfiar de quien les anuncia que les hará el favor “de no molestarlos por un año” si ratifican los términos de ese estupendo “comodato” que les impide desarrollar cualquier tipo de tareas en sus lugares de asentamiento.
No puedo más que sentir admiración por la empresa a la que representa, puesto que usando territorio entrerriano, ha acudido al Banco de la Provincia de Buenos Aires, para solicitar créditos que jamás devolvió y que hoy pagamos todos los ciudadanos bonaerenses, gracias al incuestionable salvataje que nuestros legisladores realizaron a favor de empresas de la talla de Gualtieri, Yoma, Parque de la Costa y otras de similar envergadura.
Es claro que mis disculpas llegarán a su corazón y que, del mismo modo en el que Usted ha obrado con estos indefensos ciudadanos que habitan el territorio insular, descartará que exista algún tipo de malicia en las publicaciones.
Debo decirle que a la hora de escribir suelo ser muy imaginativa, motivo por el que le ruego tenga piedad a la hora de iniciarme la acción con la que me amenaza ya que carezco de abogado que me defienda y de dinero para contestar una carta documento. A una persona como Usted, que ha sido Secretario de Prensa de la Municipalidad de Gualeguay, no se le pasará por alto que los periodistas de investigación somos una raza en extinción. Generalmente soñamos o tenemos pesadillas.
Si me permite le contaré que conocí las Islas Lechiguanas cuando ofrecían cientos de fuentes de trabajo a centenares de familias residentes en las islas y a decenas de sampedrinos que hoy recorren los sectores terraplenados a modo de polders con la sensación de mirar el cementerio donde quedaron sepultados sus deseos de hacer de ese maravilloso ecosistema, una empresa productora modelo en el mundo y pionera en la demostración de hacer de todo tipo de suelo una superficie cultivable y capaz de ofrecer alimentos, fruto del trabajo colectivo que por aquellos tiempos formaba parte del esquema cultural de la República Argentina.
Le hablo precisamente de esos años en los que la gente joven lograba instalar una escuela a la que los niños llegaban en lancha para recibir sus primeras clases, aunque tuviesen que remar desde la madrugada para poder llegar hasta la embarcación que los llevaría a los pupitres donde la comida más sabrosa se encontraba en el abecedario.
Tal vez, haya tenido la pesadilla de ver cómo una inundación atípica se llevó los transportes anfibios, las maquinarias y hasta los caños de las gigantescas válvulas exclusas que aún hoy se erigen como testimonio de una etapa muerta.
Es incluso probable que en algún delirio febril, haya entablado contacto con un señor cuyo apellido es “Amigo”, el mismo que se presentó como el encargado de un proyecto productivo millonario en el que la empresa Gualtieri iba a invertir millones para poner en marcha una empresa a cielo abierto, ganando las primeras planas de este mismo semanario, para terminar al cabo de un tiempo recibiendo créditos millonarios que jamás fueron invertidos en ese lugar y que por el contrario, dejaron hecho un desierto el sitio que de por vida ocuparon los legítimos habitantes de esa zona. Le pido disculpas por estos desvaríos que suelo sufrir cuando mis queridos amigos de la isla, llegaron hasta la redacción de este diario para que les lea lo que Usted mismo les había hecho firmar, acompañado por otra gente que parece de “pocas pulgas” a la hora de permitir que los firmantes consulten qué es lo que dice ese papel que por supuesto conservo en mi archivo como recuerdo de este mal paso.
Fíjese cuan torpe soy que hasta me he tomado el trabajo de hablar con funcionarios entrerrianos, con el Intendente de Gualeguay quien seguramente en un momento de momentánea amnesia olvidó que el territorio de Lechiguanas corresponde a su jurisdicción. Perseverando en mi equivocación le he llevado documentación a la Defensoría del Pueblo de la Nación, en momentos en que el humo y el fuego arrasaban con lo poco que quedaba en el territorio de su mandante. Es más, me llamó la atención no verlo por allí con alguna manguera para extinguir las llamas que devoraban minuto a minuto la flora y la fauna del lugar. Lo busqué incesantemente, encontré su estudio jurídico e intuí que no abría la puerta porque estaba luchando cuerpo a cuerpo contra el humo que ingresaba a los pulmones de los pocos habitantes que aún quedan en ese lugar, tras el arrasador ciclón que dejó a Buenos Aires y Entre Ríos sin pulmones y con varios muertos en las rutas, desde el año 2001 a la fecha.
En el colmo de mi espantosa tarea llegué a los Tribunales de San Nicolás para relatarle al Juez Federal, todo lo que había visto en ese sitio donde con seguridad sus “mandantes” no tendrán pensada la siembra directa de soja u otros cultivos, deteriorando lo poco que queda para legar a las futuras generaciones.
En fin, Señor Marcelo, espero sepa disculpar mi torpeza en todas esas notas que tienen como protagonistas a los mismos que acostumbran a ir de quiebra en quiebra, saqueando al Estado y a la ciudadanía. Con seguridad una persona como Usted no se prestaría a ese tipo de maniobras y mucho menos sería capaz de andar amenazando con la cárcel a una periodista que delira demasiado a menudo pensando que la Argentina es un país con JUSTICIA para TODOS sus habitantes.
Espero que la presente página le sirva de respuesta ya que de lo contrario habremos de encontranos en los tribunales y no creo que Deltagro S.A., ni sus indiscutidos dueños, ni Usted mismo, deseen pasar por momentos tan ingratos teniendo tanto por hacer en esas cincuenta mil hectáreas que por supuesto han sido COMPRADAS LEGITIMAMENTE por su mandante, con el mínimo detalle de que junto con las tierras estaban unos seres humanos que se parecen a hombres, mujeres y niños que tienen derecho –si mal no recuerdo- establecidos en la Constitución Nacional.
Señor Marcelo, le pido perdón por todo el mal que le he causado a Usted y a su mandante como claros ejemplos que la decencia del empresariado de mi país ostenta desde hace décadas. Es más, Usted es un ABOGADO con mayúsculas y espero que la historia lo ponga en el lugar que merece, por tanto bien que ha hecho para defender actos tan legítimos como los que ha perpetrado, (perdón me equivoqué de palabra, quise decir: realizado).
No se moleste ya en responderme, haga lo que tenga que hacer puesto que no soy ni siquiera merecedora de su conmiseración. Entiendo que mis equivocaciones, después de ejercer esta profesión por casi tres décadas merece el peor de los castigos: la privación de la libertad. Casi me atrevo a decirle que habrá un Juez atento a sus peticiones para ejecutar con prontitud su deseo de verme tras las rejas.
Lo único que lamento es que mis buenos amigos de las islas, los vecinos con los que salimos a apagar el fuego, los niños que hoy son adultos con los que viajaba a la Escuela de Los Laureles, no puedan leer por sí mismos estas notas, porque están muy ocupados en ver cómo van a sobrevivir allí, a la vera del agua del río que toman filtrándola con arena, porque como bien sabrá, no cuentan con agua potable ni servicio alguno.
En fin, no se qué más decirle para honrarlo como Usted y sus mandantes lo merecen. En síntesis creo que la única diferencia que existe entre sus intenciones de tomar como comodatarios a mis amigos habitantes de las islas y yo, es pensar que las personas que obran con ingenuidad son ciudadanos.
Ahora sí, guárdese su carta documento donde mejor le parezca y entienda de una vez por todas que no estoy dispuesta a gastar un solo centímetro de este digno Semanario, en cuestiones tan menores como la demanda penal con la que me amenaza.
Por último le sugiero que utilice esos aparatos que se llaman computadoras y tienen Internet para buscar los apellidos de sus mandantes en los expedientes de la Comisión Investigadora de la legislatura bonaerense y en todo caso intime a los legisladores que han cometido la vileza de denunciarlos como deudores morosos irrecuperables.
Saludos a toda esa gente que Usted conoce y yo desprecio. Trate de no hacerme viajar a Entre Ríos, demándeme en mi territorio y vaya de rodillas a pedirle perdón a todas esas familias a las que ha engañado de manera vil.
Lili Berardi
Directora Propietaria
La Opinión Semanario & La Radio
San Pedro, 1º de Agosto de 2008.
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CARTA DOCUMENTO
En representación de Deltagro S.A., según poder general amplio de Administración otorgado por escritura Sesenta, pasada sobre el protocolo 204, del escribano María del Carmen Kiricos, titular del registro Nº 2 de la ciudad de Dolores, Bs. As. Me dirijo a ustedes por la falsedad y el contenido injurioso, cargado de “Real Malicia” de las manifestaciones hechas sobre mi mandante –legítima titular por compra de diversas fracciones de campo ubicadas en las Islas Lechiguanas- en vuestras publicaciones, de fecha 05/03/2008, Edición Nº 831, titulada “Victorio vuelve por las Lechiguanas engañando a sus habitantes”, de fecha 12/03/2008, Edición Nº 832, titulada “Poco interés por los vecinos de Lechiguanas”, de fecha 26/03/2008, Edición Nº 834, titulada “Aislados pero Juntos”, de fecha 21/05/2008, Edición Nº 842, titulada “Comenzó el desfile de testigos de humo y llegó la lluvia”, de fecha 28/05/2008, Edición Nº 843, titulada “Como ser dueño de la isla en pocos pasos”, y de fecha 11/06/2008, Edición Nº 845, titulada “Entre Ríos, dice no a los isleños”. INTÍMOLOS a que en el plazo perentorio de cinco (5) días, ratifiquen o rectifiquen lo afirmado en ellas. Para el caso que rectifique lo manifestado, EXIJO que publiquen dicha rectificación en una nota de las mismas características extrínsecas que las cuestionadas, en la Edición inmediata siguiente a la recepción de la presente. ABSTÉNGASE de continuar realizando publicaciones maliciosas e inexactas sobre mi mandante, y de seguir exhortando a terceros a turbar los derechos de DELTAGRO S.A. a su propiedad y a ejercer una industria lícita, amparados por la Constitución Nacional. Su incontestación o silencio, será interpretado como ratificación de ésta, haciendo expresa reserva de iniciar querella criminal por el delito de injurias (artículos 110, 113 y 114 del Código Penal) con real malicia, e instigación a cometer delitos (art. 209 del Código Penal), como así también de ejercer las acciones civiles que el derecho privado me confiere, por el injusto descrédito causado. QUEDAN FORMALMENTE NOTIFICADOS.
Marcelo Daniel Sánchez
Apoderado
DELTAGRO S.A.