Los baches se repiten a lo largo y a lo ancho de la Ruta 191. Los días de lluvia, estos pozos se llenan de agua y de lejos parecen charcos, hasta que las ruedas del vehículo se meten adentro. Esto puede desestabilizar el automotor y ocasionar un accidente con consecuencias imprevisibles y, mucho peor, por supuesto, si es de noche.
Son muy pocos los kilómetros que no se encuentran en este estado, lo que ocasiona que se tenga que circular por las banquinas si uno no desea destruir el vehículo o accidentarse.
A esto hay que sumarle la falta total de las líneas de superficie y mucha de la cartelería.
Por favor, mucho cuidado para aquellos conductores que no transitan muy seguido por este “pocerío”, pueden llegar a lamentarlo mucho si no son precavidos.
Carlos E. Fariña
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