En esta última etapa del proceso antes de las elecciones han llegado los paracaidistas políticos, y no es la primera vez.
Desde el Gran Dedo se indicó quiénes subirían al avión que los depositaría en alguna parte, aunque no sabían dónde.
Así, algunos que creían llegar a cumplir su sueño dorado –y no es metáfora, los sueldos de los políticos no son la jubilación de la mayoría de la población– se llevaron la sorpresa: muchos cayeron lejos, digamos en la nada, y quedaron con magulladuras, dado que no obtuvieron un misero puestito y de allí que otrora fervorosos militantes recordaran con amargura y a viva voz todo lo que habían hecho por el jefe o jefa.
Otros tuvieron suerte porque cayeron en lugares que ni conocen, pero su espíritu de entrega al ciudadano les ha hecho aceptar cargos que ni soñaban.
¿Es lo mismo ser candidato a Presidente, Gobernador o Intendente? me parece que no.
¿Es lo mismo conocer el lugar en donde uno se postula, vivir en él durante años –sólo se quiere lo que se conoce– haber recorrido sus calles y conocer a sus vecinos que ser residente en otro distrito y actualmente representante por otra jurisdicción? Me parece que no.
¿Es lo mismo vivir efectivamente en un domicilio con su familia a conseguir el “préstamo de direcciones” en un lugar en donde ya otros han fijado su residencia para justificar lo injustificable? Me parece que no.
En Vicente López y en muchos lugares se da está situación, así posiblemente contemos en cargos ejecutivos y legislativos a ignorantes de la problemática de donde actuaran –un cursito acelerado tipo aprenda inglés en una semana no sirve– pero les será útil quizá para ser el trampolín a futuros logros personales bien remunerados.
Cuando se dice reiteradamente que la gente se aleja de la política partidaria habría que ver qué se hace desde la dirigencia.
Con hechos como los que acá comento difícilmente se logre militancia y credibilidad. Tierra generosa mi Patria.
Victor Bardeci – DNI 5608220 – [email protected]
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