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    Para Manso, Cristina Mateos mató a Tito Boccardo para quedarse con sus bienes

    El Fiscal terminó la investigación y pidió al Juzgado de Garantías que ponga fecha para el juicio oral y público contra la expareja de Noberto Boccardo, quien murió tras recibir un disparo en la cabeza, en su cama. Los testimonios y las pruebas apuntan a que la mujer lo mató y montó una escena para fingir un suicidio, que intentó explicar con una presunta depresión por problemas económicos, que no existían.

    17 de enero de 2018 - 12:57
    Para Manso,  Cristina Mateos mató a Tito Boccardo para quedarse con sus bienes

    Detenida y acusada de haber asesinado a su entonces pareja, Norberto “Tito” Boccardo, Cristina Mabel Mateos, de 67 años, espera ahora que el Juzgado de Garantías ponga fecha para el juicio oral y público en el que el Tribunal ponderará las pruebas y decidirá si, tal como espera el Fiscal Marcelo Manso, la condena por el crimen.

    El titular de la UFI 5 elevó con fecha del martes la requisitoria a juicio. En el escrito, al que tuvo acceso La Opinión, aparecen pruebas y testimonios que involucran a Mateos como autora del asesinato y que apuntan en una dirección: el Ministerio Público Fiscal entiende “altamente probable que el homicidio de Boccardo está íntimamente ligado a un interés personal” de la acusada “de avanzar sobre sus bienes”.

    Para Fiscalía, no sólo Boccardo no se suicidó porque “estaba deprimido y con problemas económicos” –como Mateos y sus hijos intentaron explicar su muerte–, sino que fue asesinado porque la pretensión de su pareja de apoderarse de sus propiedades “se encontraba amenazada por la intención del damnificado de poner fin a la relación afectiva” que existía entre ellos.

    Los testimonios citados son reveladores respecto de cómo se habría urdido una trama engañosa en procura de hacer pasar el crimen por un suicidio. Las pericias balísticas, el desconocimiento por parte de la sospechosa acerca del funcionamiento de las armas –Boccardo le había enseñado a disparar “por seguridad”–, las contradicciones en sus versiones sobre lo sucedido y la coincidencia exacta de las declaraciones de sus hijos permitieron a Manso desarticular el relato.

    Fue un asesinato

    La mañana del 7 de noviembre de 2014, una ambulancia del servicio de Emergencias del Hospital arribó al mojón 272 del paraje Villa Jardín, donde Norberto Hugo “Tito” Boccardo vivía con Cristina Mateos desde hacía ocho meses, luego de que su esposa decidiera terminar la relación tras enterarse de esa relación extramatrimonial.

    El chofer de la ambulancia y el médico fueron los primeros en ver el cuerpo sin vida de Boccardo. Ambos, al igual que el personal policial de la Comisaría y de la Policía Científica que llegaron luego, señalaron que estaba boca arriba, con un orificio de bala en su cabeza, del lado derecho, con sangre que corría desde la zona izquierda de la frente y con la mano derecha –con la que supuestamente se había matado– cruzada al pecho, mientras que el arma, una Bersa Thunder 9 mm, estaba tirada en el piso, del lado izquierdo.

    Mateos tuvo declaraciones contradictorias, que despertaron la sospecha del Fiscal Manso, cuyo olfato lo inclinó a profundizar la investigación que había hecho la ahora suspendida Gabriela Ates. El instinto no le falló: algo estaba mal. Boccardo no podía haberse suicidado. Los elementos que aparecían en la causa no coincidían con el relato de la mujer. El titular de la UFI 5 consideró que estaba ante una escena “montada”.

    Como ya se expuso con detalle en otras ediciones de este semanario, la forma en la que quedó el cuerpo, los restos de pólvora en las manos de Mateos –mayores que en las de Boccardo–, la presencia de la vaina servida dentro del cañón del arma –algo que el Jefe de la Policía Científica aseguró no haber visto “nunca”– y las pericias respecto de la trayectoria de la bala que terminó con la vida de la víctima fueron contundentes: él no se disparó en la cabeza. Lo habían matado.

    Con ese informe, Manso apuntó a la mujer y la imputó como sospechosa. El relevamiento de testimonios le permitió llegar a esta instancia, en la que espera que el Tribunal la condene por el asesinato.

    Las contradicciones de la acusada

    De acuerdo a la reconstrucción que el Fiscal hizo en su requisitoria de citación a juicio, Cristina Mateos parece haber planificado todo, aunque le faltaron algunos detalles para que su historia cerrara.

    Eran las 6.25 cuando llamó a uno de sus hijos, al servicio de emergencias y al hijo de su pareja. Al subcomisario Franco, de Policía Científica, le dijo delante de una de las nueras de Boccardo que estaba en una habitación distinta a la que compartía con él, cambiándose para ir a trabajar, cuando escuchó el disparo y corrió a ver qué sucedía. A la nuera de la víctima le llamó la atención cómo su camisolín estaba “exhibido”, como en una puesta en escena planificada.

    Sin embargo, el testimonio que obra en el expediente y que la acusada ofreció a la Justicia una vez que declaró como imputada es distinto: dijo que se había levantado y que fue hasta la ventana para correr una cortina cuando, de espaldas a la cama, escuchó el ruido de la corredera de un arma y se volteó para ver cómo su pareja tenía la pistola apoyada en su cabeza, del lado derecho. Luego vio un fogonazo y escuchó la detonación.

    Cristina Mateos dijo que no tocó nada y que llamó a su hijo. “Puedo decir incluso cómo se cayó el arma. Él se disparó y el brazo derecho se le cruzó sobre el pecho, cayendo el arma al piso”, declaró.

    Su testimonio y el de sus hijos tendieron a encauzar la investigación hacia la hipótesis del suicidio. Ella aseguró que Boccardo “no estaba pasando una buena situación económica”, que “sus hijos le habían sacado todo” y que si salían a comer, pagaba ella, que también costeaba el combustible de la camioneta.

    Un relato “guionado”

    “Estaba triste y deprimido”, repitieron Mateos y su familia ante la Justicia. Coincidieron en señalar que Boccardo discutía con sus hijos, que no aceptaban la relación de pareja con ella. “Tenían miedo de que se casaran” y que ella “se quedara con las propiedades”, dijo uno de los hijos de la acusada, el mismo que, a pesar del corto tiempo del vínculo, pudo describir en detalle esos bienes: la quinta donde vivían juntos, dos cabañas camino al aeroclub, una isla, una vivienda en la ciudad.

    Subrayaron el tratamiento psicológico al que se sometía Boccardo. La profesional que lo atendía fue clara: padecía trastornos de humor afectivo, pero no estaba depresivo ni exteriorizaba nada que pudiera presumir un futuro suicidio. Su descripción coincide con quienes lo conocieron toda la vida: una persona emprendedora, agradable y responsable.

    Son varios los testimonios que aseguraron que él se quería separar de Cristina Mateos y que hasta tenía intenciones de reconquistar a su esposa, con la que convivió 37 años, la madre de sus hijos, con quien tomaba mates al menos una vez por semana, cuando salía de la psicóloga.

    Siempre con proyectos, el viernes del hecho iban a instalarle una bomba de agua en las cabañas que construía para alquilar a turistas; el lunes siguiente iba a viajar a Rosario a comprar materia prima para Tor Plast, la metalúrgica que montó y de la que estaba a cargo uno de sus hijos; y hasta había acordado comer un chivito con uno de sus cuñados.

    Dinero y bienes

    La relación entre Boccardo y Mateos fue descrita por varios testigos como “conflictiva”. Una hermana de la víctima señaló que él le contó que ella “gastaba mucho dinero” y que hasta había llegado a restringirle fondos.

    Otra hermana relató que el día del funeral acompañó a su sobrina a abrir la casa, porque Cristina Mateos estaba apurada para retirar sus cosas. “Eran pirañas”, graficó sobre la manera en que ella y sus hijos se llevaron las cosas. “Aves de rapiña”, dice el expediente.

    Antes, sin dar demasiadas explicaciones, él había ido a visitar a su esposa para entregarle el título de propiedad de la quinta y el boleto de compraventa del terreno de las cabañas. “Tenelas vos”, le dijo.
    “Le pedía dinero constantemente e incluso le solicitó que pusiera el terreno con las cabañas a su nombre”, expuso uno de sus hijos. Una de sus nueras aseguró que “era muy alevoso” cómo Mateos y su familia “lo vivían a Norberto”.

    Los hijos de Boccardo estaban al tanto de que su padre le había prestado dinero al mayor de los de Mateos. No sabían cuánto, pero estaban seguros: Tito no tenía problemas de dinero, más allá de las situaciones propias que pueden acarrear un emprendimiento familiar como el que poseían.

    Para Manso, las versiones introducidas por Mateos y sus hijos sobre un estado depresivo que habría llevado a Boccardo al suicidio son “frases guionadas y hasta actuadas” que “carecen de credibilidad”.

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