Para la familia de Lovello, la condena que recibió su asesino “no alcanza”
Jonathan Luna fue condenado a 10 años y 8 meses luego de que la Fiscala Gabriela Ates acordara la pena con la Defensa del imputado, en juicio abreviado. La sentencia provocó bronca entre los familiares de la víctima, cuyo abogado apelará la condena e insistirán con que se investigue la participación de la madre del detenido aquella tarde .
El próximo 29 de junio se cumplirá un año del asesinato de Javier Andrés Lovello, de 38 años, quien murió en el Hospital tras recibir un disparo de arma de fuego a metros de la puerta de su casa, ubicada en Aulí al 1300.
Jonathan Luna, autor del disparo que provocó las heridas mortales, fue condenado a diez años y ocho meses de prisión por el delito de “homicidio con intimidación con un arma de fuego, abuso de arma, y portación ilegal de arma de fuego de guerra”.
La pena fue acordada entre la titular de la Unidad Funcional de Instrucción Nº 7 y el abogado de Luna en la instancia de juicio abreviado y la condena ratificada por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1, presidido por la doctora Laura Mercedes Fernández. El detenido fue trasladado a la Unidad Penal de Campana.
Detalles del hecho
Javier Lovello, mecánico de 38 años, estaba junto a otros tres hombres en la puerta de su casa de Aulí 1351. A metros, un grupo de niños jugaba. Entre ellos, su sobrina de un año y medio.
El sol caía en la tarde del sábado. Cerca de las 17.00, María Antonia “Mari” Ponce cruzó la calle y se acercó “a hablar” con la víctima, de quien era vecina. El relato de los testigos fue coincidente. Luna, en ese entonces de 22 años, apareció caminando mientras Ponce y Lovello discutían frente a su casa.
“Con mi vieja no tenés nada que hablar, si tenés que hablar hacelo conmigo”, habría dicho Jonathan. La bronca entre ambos comenzó cuando la familia Luna tomó conocimiento de la declaración de Javier Lovello contra Agustín Luna –hermano de Jonathan– detenido por el crimen de Ramón Ángel Lezcano, quien fue baleado el 29 de enero del año pasado. La familia de Lovello siempre insistió con que la víctima era “testigo de identidad reservada en esa causa” y que “debía ser protegido”.
“Buchón, ahora la vas a pagar”, habría gritado el agresor mientras esgrimía una pistola 9 milímetros, que sacó de entre sus ropas. El primer disparo fue a los pies, y falló. Lovello se dio vuelta, quedó de espaldas al joven, y emprendió el regreso hacia su casa. Quizá intentó correr, quizá no creyó que el próximo disparo lo alcanzaría. Lo cierto es que de inmediato se escuchó una nueva detonación que dio en el cuerpo de la víctima, ingresó por el omóplato y salió por el pecho, causando la perforación de un pulmón y distintas hemorragias internas que fueron letales. El hombre cayó desplomado, frente a la mirada de su pequeña sobrina que aún hoy continúa con tratamiento psicológico.
Luna siguió disparando contra los testigos, familiares de Lovello, hasta que su madre intervino y lo ausentó de la escena. El joven permaneció cuatro días prófugo y la brigada de investigaciones lo detuvo en la terminal de San Nicolás.
Tras la condena, a Luna le restan cumplir 9 años y 11 meses de condena. El abogado de la familia de la víctima apelará el fallo en la Cámara de Casación para intentar que la pena sea mayor, aunque con pocas esperanzas. Además, volverán a la carga por la posible participación de Ponce –madre del agresor– en el hecho, ya que fue ésta quien interceptó a Lovello antes de que su hijo lo remate a sangre fría.
Bronca, dolor y miedo
“Nos sentimos con mucho dolor, esperábamos algo mejor”, sostuvo Mariela, hermana de Lovello y aseguró: “Una condena mayor no va a tapar el dolor de la falta de mi hermano, pero aunque sea iba a aliviar un poco; encontrarnos con esta pena nos hace sentir basura a nosotros”.
Lo mismo opinó Norma Macena, esposa de la víctima. Ambas revelaron temor a represalias cuando los hermanos Luna cumplan sus respectivas condenas. “Por boca de otros nos hizo llegar que tiene balas para el hermano de Javi y ‘un par más’, aunque no sabemos quiénes son ese par más”, reveló la mujer.
Macena se mudó a San Nicolás: “Javi era mi sostén, el sostén de mi familia, cuando murió y detuvieron a mi hijo me quedé sin nadie acá y me dieron un decreto en la Municipalidad, de 1.000 pesos, pero me lo sacaron porque estoy en tratamiento por problemas de disco y no podía trabajar. En San Nicolás mi familia me ayuda con el tratamiento”, relató.
Mariela, hermana de Javier, contó que desde hace un año su madre “ya no es la misma, llora todos los días”. Que su pequeña hija de dos años y medio está en tratamiento psicológico, ya que estaba con su tío al momento en que éste fue baleado, y entre lágrimas expresó: “Mi hermano dejó seis hijos que ya no tienen a quién decirle papi, era una de las mejores personas y vino un pendejo y nos lo sacó”.
Por último, reclamaron dialogar con la fiscala Gabriela Ates: “Nunca conocimos a Ates personalmente, la conocimos recién cuando murieron estas personas en la Ruta 1001, en el accidente, ahí la conocimos porque salió en todos los medios”, explicó Mariela, mientras que Norma agregó: Yo necesito que me atienda, hablar con ella y preguntarle si hubiera acordado esos diez años si le hubieran matado un hijo a ella”.