Para jugar, recordar y emocionarse
El voley femenino vivió una jornada única durante un Encuentro desarrollado entre ex jugadores.
Cada tanto es muy bueno darse gustos. Nunca es tarde poder jugar y reencontrarse con quienes se vivieron momentos inolvidables.
Hace tiempo que un grupo de jugadores venía reclamando una jornada de reencuentro, pues Los Andes es la única institución que practica la actividad a través del mami voley. Diversas jugadoras habían manifestado la ausencia de una organización que las reúna en la práctica del voley de veteranas contemplando las ideas y expectativas de las jugadoras.
Ofreciendo un espacio donde competir, compartir y disfrutar del voley, de la mano del Director de Deportes Dalmy Butti, la ex jugadora y entrenadora de Náutico Natalia Cnokaert y su hermana Karina, se realizó el sábado un emotivo encuentro jugado en el gimnasio municipal. “Somos un grupo de gente que ama lo que hace, y ama el voley”, dijo una de las participantes.
La actividad fue ininterrumpida durante el día y jugadoras de diversas edades se reunieron con la sola finalidad de reencontrarse para jugar y disfrutar sin prevalecer los colores y distintivos.
Hubo tiempo para todo, principalmente para revivir momentos históricos, pues muchas de las participantes han sido parte y artífices de los episodios más trascendentales del voley en nuestra ciudad.
Para ilustrar lo acontecido a lo largo de los años en el propio escenario del encuentro se presentaron distintos puntos para “memorizar” a varias y agregarle una cuota de humor y simpatía a la jornada. En un círculo bien diagramado había distintas pelotas para que las jugadoras se reencontraran con la de voley. Le seguía el sector de la historia con el registro de firmas de las concurrentes y los textos y fotos más recordados. La presencia de las camisetas roja y negra que se utilizaban las selecciones pertenecientes a la selecciones de la Asociación Sampedrina fue lo que emocionó a varias. En su transpiración y los tradicionales colores se reflejaron aquellos momentos de gloria vividos, lo mismo que una camiseta del Club Náutico, bien gastada, que una de las jugadoras también aportó.
Más allá de lo deportivo, esta clase de encuentros destacan los aspectos humanos de las jugadoras, partícipes de momentos irrepetibles y que ojalá se puedan volver a vivir.