Papel Prensa, la otra historia
Ahora que el Gobierno busca reconstruir la compleja trama del gigante del papel a través de una comisión investigadora que pretende dar cuenta sobre cómo fue el traspaso de acciones hacia Clarín, La Nación y La Razón, en San Pedro sale a la luz otro relato, el de aquellos que protagonizaron la gesta ciudadana para que la ciudad tuviese una industria generadora de empleo.
Desde que el Grupo Clarín y el Gobierno Nacional iniciaron su disputa en medio del conflicto con los productores rurales, dando fin al romance que mantuvieron desde 2003, con ninguna tapa desfavorable al kirchnerismo y un apoyo incondicional que tuvo recíprocas muestras de cariño, Papel Prensa es un trofeo de guerra que encuentra a los sampedrinos como convidados de piedra.
Ahora, una de las resoluciones más arriesgadas del Gobierno que avanzó en la sanción de la ley que romperá con la estructura dominante del principal multimedios del país propone resucitar un debate que apenas se dio a fines de la década del 70, pocos nombraron en los 80’ y todos olvidaron en los 90’. El dudoso proceso del traspaso de las acciones de la empresa por parte de los diarios Clarín, La Nación y La Razón, en plena dictadura, de las manos del banquero David Graiver, ligado a Montoneros y que murió en un extraño accidente.
A través de la resolución 128, el Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno dispuso la creación de una Comisión Investigadora que tendrá a su cargo “recopilar la mayor información que pudiera obrar en los registros de la empresa” y otros organismos e instituciones para la conformación de un documento que ya tiene título: “Papel Prensa – La Verdad”. Lo que devele esa investigación podría cambiar el curso del periodismo argentino. El cuñado de David Graiver dijo: “Compraron Papel Prensa con la familia secuestrada”.
En San Pedro, la historia pasó por otro lugar. Mientras la convulsionada sociedad argentina presagiaba lo que vendría en 1976, un puñado de sampedrinos trabajaba desde la sociedad civil para el anhelo del progreso industrial de la ciudad. En ese marco, Papel Prensa era un sueño del que todos quisieron participar.
El Centro de Comercio e Industria era el motor de esa búsqueda por un camino en el que estaba por hacerse. Allí, apellidos de la historia sampedrina como Hise, Muntané, Martínez, Alegre, Montalvo, Gaido, Zanúccoli, Hansen, Suárez, y tantos otros dedicaban su vida para ver a su querido pueblo convertido en una ciudad pujante.
Papel Prensa fue el maximum de ese sueño, en medio de conmociones políticas, gobiernos militares, retornos democráticos esperanzadores y esporádicos, dictaduras sangrientas y negocios turbios que se tejían a espaldas de la mayoría.
Para San Pedro esa historia empieza con la lucha denodada de esos sampedrinos. Sigue con la posibilidad de radicación de la planta que movilizó una verdadera gesta popular.
Perón, Onganía, Lanusse, Mor Roig, Civita, Doretti, Rey, Graiver, Videla, Herrera de Noble… apellidos de una historia con miles de idas y vueltas, vericuetos y negociados que aparecen en cientos de notas periodísticas, libros e investigaciones.
Testigos presenciales
La Opinión quiere aportar otro pedacito de Historia, con mayúsculas, las de esos hombres y mujeres que se reunían en los patios de sus viviendas para hacer realidad el sueño de la ciudad industrial y el ascenso social que trae aparejado la seguridad de una fuente de trabajo.
Una de las voces que puede contar algo de ese momento es el Intendente de Facto de San Pedro durante la dictadura militar, que accedió a relatar aquellos días. Eduardo Luis Donatti contó: “Ni bien comenzaron los comentarios sobre la posibilidad, se movilizó el pueblo de San Pedro, hubo varios luchadores que no han tenido el homenaje que debieron tener en su momento; la lucha fue importante, asambleas populares en el Centro de Comercio. La radicación de la empresa se logró por distintos factores, la ubicación sobre todo”.
“Para San Pedro, más de 500 empleados significaba cambiar la economía.
Una vez que se confirmó –a través de las importantes gestiones del ministro del interior de Lanusse, Arturo Mor Roig, sampedrino por adopción– empezamos a movernos, porque donde se iba a radicar no había ningún tipo de mejoras ni posibilidades inmediatas, ni caminos, ni gas, ni electricidad, ni teléfono. Ahí estuvo nuestra actuación, trabajar para todo eso mientras se iba construyendo. Llegamos a buscar casas para los funcionarios que se iban a radicar, todo lo que necesitaran estábamos dispuestos a lograrlo, porque era trascendente para la ciudad”, recordó Donatti.
Dos empresas constructoras se instalaron en la ciudad y movilizaron importante mano de obra. En Tauro y Saieva Patagónica muchos encontraron una fuente de trabajo que, a su vez, construía la planta que mayor cantidad de empleados tiene en San Pedro.
“Venía mucha mano de obra especializada de Baradero; armadores, soldadores. Muchísimos trabajaron en la construcción. Mucha gente no conseguía trabajo y eso fue una salvación”, dijo María Alegre, hija de uno de los emprendedores de aquella gesta y representante de la CGT local, Wenceslao Alegre.
“Se desarrollaron muchas actividades, se logró a través de las empresas del estado las obras necesarias, porque eran de un valor incalculable”, señaló el ex Intendente de facto.
En San Pedro no hubo demasiada información respecto de quiénes eran los dueños de Papel Prensa. “Nosotros nos movíamos a nivel gerencial, con los distintos gerentes y jefes de sector, nunca con el Directorio”, contó Donatti y agregó: “Quiénes eran los dueños, ni idea; cuando comenzaron la idea de la radicación había una mezcla de una familia de empresarios, la familia Graiver, que son los que empezaron. Nosotros no manejábamos para nada ese nivel, cuando murió Graiver Papel Prensa siguió normalmente, nosotros no teníamos contacto con ese nivel”.
De la misma manera, el ex Intendente dijo desconocer también las gestiones que hacía Jorge Rafael Videla: “La intervención que pueda haber tenido el gobierno, no tengo idea. Nunca supimos quiénes eran los inversores, ni conocimiento, información o contacto”, y afirmó: “Yo trabajé para que Papel Prensa se instalara sin tener en cuenta aspectos políticos, sólo por la grandeza de San Pedro. Yo no estaba en el tema político nacional”, dijo quien gobernó con el Concejo Deliberante cerrado y varios desaparecidos llevados desde la ciudad. Donatti no se privó de opinar sobre la Comisión Investigadora y los caminos que está tomando el Gobierno respecto de la empresa: “Nunca me citaron a prestar testimonio, ni me llamaron, en absoluto. Frente a esta investigación siento preocupación, porque cuando interviene el Estado en el funcionamiento de empresas privadas siempre vienen los problemas”.
El camino está marcado
Sin dudas la radicación de la planta cambió los horizontes económicos hasta entonces acotados a la fruticultura y los viveros. Tras Papel Prensa llegaron nuevas industrias entre las que se destacan Prear y Tupperware y centenares de actividades que de manera indirecta dependen de la planta.
Su hermética política comunicacional manejada desde su inauguración por el mismo gerente de relaciones públicas, Dante Cincotta, conspira contra la tranquilidad de los sampedrinos ante una batalla desatada entre el coloso de los multimedios y el gobierno que tiene a su principal ariete Guillermo Moreno en la misión de usar como excusa la desarticulación del monopolio de la venta de papel de diario sin que se vislumbre si detrás de estas decisiones no se oculta el camino hacia el dominio definitivo de los medios de comunicación del país.
Tal vez la comisión pueda sacar a la luz la oscura historia que sólo los principales actores conocen pero todos los sampedrinos nos preguntamos, aún con los peores resultados: ¿Y después, qué? ¿Llamarán a una licitación?; ¿Será expropiada y estatizada?… siguen las preguntas.