Papel Prensa contamina, pero “menos”
Sólo una cuestión de cantidades separa los análisis privados efectuados por “Crítica de la Argentina” y las muestras que el Fiscal Murray analiza con personal especializado, mientras espera la declaración de diversos peritos citados por el Juzgado de Villafuerte Ruso. En un comunicado que se publica en la edición de hoy, la Planta rompió el silencio.
El bajísimo “perfil” de Papel Prensa, hizo sonar con fuerza el “Clarín” en todo el “ámbito” de “la nación”. La “crónica” se facilita cuando un medio con independencia puede publicarlo antes de llegar a estar como “página 12”.
¿Quién tiene la razón?, se pregunta la población. Sólo un “cronista comercial” especializado, sabrá por qué Botnia provocó el movimiento asambleísta más persistente de la Argentina y la planta local, solamente tímidas preguntas de personas que sólo le temen al cáncer.
El silencio de los medios afines al eterno y obligado mutismo de una planta que ofrece más de 400 puestos de trabajo a los sampedrinos, abonó aún más el interés de La Opinión por conocer la verdad sobre los efluentes que la planta arroja sobre el Riacho Baradero sin que nadie -hasta que el Fiscal Juan Patricio Murray impulsó un allanamiento con toma de muestras realizado en Marzo- alzara la voz para preguntar, tal vez, por temor a la terrible respuesta.
Aunque la química y la literatura no sean sanamente compatibles, los resultados publicados por Crítica fueron contundentes. En los primeros informes se hablaba de los exámenes de DQO y DBO, en lenguaje cotidiano: Demanda Química de Oxígeno y Demanda Bioquímica de Oxígeno. Ambos parámetros, arrojaron resultados escandalosos si se miden una vez que se ha entendido que estos análisis sólo indican que la falta de oxígeno en el agua, deja lugar a formaciones acuáticas que sólo se alimentan de bacterias, según explicó uno de los técnicos que supervisó los análisis.
En cambio el tercer resultado, el que verdaderamente define si el efluente arroja residuos tóxicos, fue lapidario. Cuando lo normal es 0,001 miligramos por litro, la conclusión sampedrina golpeó con 0,21 miligramos por litro.
Es verdad que todo depende del lugar donde se toman las muestras y que la cercanía a la boca de salida es decisiva, pero cuál es la diferencia entre contaminar mucho o poco. Cuál es la justificación de contaminar “lo necesario” como aduce otra gran planta sampedrina con proyección internacional, que exhibe sus residuos en una zanja a cielo abierto que atraviesa la ciudad de punta a punta.
Pegar fuerte, silenciar después
Quien lea la respuesta que Papel Prensa difundió primero en las radios y luego en los periódicos de San Pedro, podrá observar la desproporción de párrafos dedicados a fustigar y desacreditar al medio que dirige Jorge Lanata y unos pocos a tranquilizar a la población donde se afirma que los residuos “no son tóxicos”. Sin embargo, las pericias realizadas por la Justicia aún no se conocen.
Una fuente sumamente cercana a las pruebas, habló de las diferencias e indicó que no todas se han hecho en el mismo lugar, puesto que es necesario realizar las pruebas en distintos sitios para poder saber el verdadero grado de contaminación en el agua y no el estado puro del efluente en su boca de salida. Sin embargo, la misma persona reconoció que lo que a “Crítica” le dio una contaminación diez veces superior a la normal, a ellos les proporciona un promedio de cinco.
Los concejales baraderenses reaccionaron de inmediato y elevaron un pedido de informes. Los diputados también se preocuparon por el tema. El Municipio de San Pedro, ya había pedido por iniciativa del HCD, un informe detallado sobre el tipo de tratamiento que reciben los deshechos de la planta.
Perspectiva lógica
La misión emprendida por los estudios que se realizaron de manera particular, han animado a muchos empleados de la planta a relatar algunos de los procedimientos que deben realizar para diluír aquello que resulta más visible en caso de llegar al río. Las cámaras internas que desembocan en ese canal hediondo, son en muchos casos monitoreados por el personal. Aunque en su gran mayoría son remisos o temerosos a realizar declaraciones a la prensa, se sabe que quienes más conocen de esto, son quienes están en el sector destinado al tratamiento final de los efluentes.
Cuando el Fiscal decida, en base a las tomas oficiales, si eleva a juicio el caso, sabremos cuál es esa famosa diferencia de la que ya se habla en los pasillos de los tribunales resultando casi una fiesta para la empresa de capitales mixtos que en tres partes componen Clarín, La Nación y el Estado Nacional a través de Alberto Fernández.
La verdad por más dura que sea es siempre el único punto de partida para el discernimiento. No se miente mucho o poco; se miente. No se roba mucho o poco; se roba. No se contamina mucho o poco; SE CONTAMINA.
Por eso, esa ilógica respuesta de la Planta, en la que se esperaba un verdadero sinceramiento que la ciudadanía comprenderá tan sólo por la simple antigüedad de Papel Prensa, se prefirió el camino de la diatriba y hasta la violencia para evitar que la verdad salga a la luz.
En los próximos días estarán listos los resultados del Juzgado y aunque las diferencias sean de un 50%, el compromiso del gigante de papel, deberá estar apuntado a las inversiones de más de diez millones de dólares que se deberían invertir para un tratamiento adecuado de los deshechos de la planta.
Una sola frase fue suficiente como para saber que los resultados no estaban a la altura de las pretensiones de las autoridades de Papel Prensa, “yo no nadaría en aguas del Riacho, ni aunque me paguen”.
Sensaciones en vivo y en directo
La Opinión tuvo la oportunidad de monitorear y seguir el itinerario del periodista Mauro Federico y su comitiva, hasta la mismísima boca de los efluentes. Enrique Pareta, fue uno de los privilegiados navegantes.
El desafío era más que interesante para este periodista. Río abajo, pasamos por la parte posterior del Paseo Público, la salida del Club de Pescadores, el Náutico y toda esa generosa geografía tan conocida por los sampedrinos y tan sorprendente para los visitantes que hasta allí no podían creer que algo pudiera deteriorar vilmente tanta belleza. La vegetación enmarcaba con su verde la postal más hermosa que la naturaleza del Paraná jamás haya podido dibujar.
El viaje continuaba y a medida que nos aproximábamos a Papel Prensa, lo esperado se hizo perceptible. Desde allí sólo era visible, diminuta, a la distancia, la enorme planta. Sin embargo, nuestro olfato percibía ya la presencia del gigante.
El olor era intenso. El hedor que bien puede estar relacionado con el tratamiento industrial que se hace de los materiales necesarios para realizar el papel. Ese aroma que no le es ajeno a ninguno de los habitantes de esta ciudad que reconocen como habitual.
La propiedad privada de Papel Prensa empieza muy cerca de la entrada de barcos que abastecen a la empresa. Allí viramos con el fin de observar, entre otras cosas, el agua y los alrededores. No se pudo advertir allí nada distinto a otras costas en otros sectores del riacho. Rápidamente y con el mínimo tiempo como para tomar algunas fotografías, personal de la empresa, gesticulando, solicitó que nos retiremos del lugar. Continuamos río abajo, con la esperanza de que efectivamente no contaminara. Dicen que la ilusión es lo último que se pierde y efectivamente se perdió. Algunos metros más y un manchón púrpura intenso se hizo presente, diferenciándose claramente del cotidiano marrón del río.
Una estrecha salida de agua de poco calado provenía del interior de la planta. La navegación por aquella salida era virtualmente imposible. Acercamos la embarcación a la costa y dando un salto nos internamos en los pastizales que se asoman haciéndole frente a aquella sustancia espesa de color intenso que, sin dudas, no es producto de la naturaleza.
El bioquímico insistía en llegar lo más cerca posible del efluente por el cual se vertían los deshechos, mientras más próximo se está a ese lugar más certeros serían los resultados. Luego de recorrer las tres cuartas partes del camino, el catedrático de la Universidad de Buenos Aires decidió que era suficiente para determinar si Papel Prensa contaminaba.
Muchas veces lo sensorial resulta ser evidencia. El sector de agua donde el técnico se acercó a tomar las muestras exhibía una bruma digna de una película de Tim Burton. Sólo faltaba Jonny Deep y sus Piratas del Caribe. Era una escena tétrica. El olor que, por supuesto era muchísimo más intenso que en los comienzos, sumado al púrpura del agua y coronado por una bruma espesa, producto de la diferencia de temperatura entre las vertientes y las aguas hacían que la contaminación fuera un hecho.
Todo lo necesario estaba listo. Era hora de emprender el regreso. En el corazón las sensaciones encontradas, por un lado la satisfacción de la tarea cumplida, por el otro la tristeza de entender el tenor que tendría esta investigación que dejaría en peligro a toda una población.
Sin embargo, para nosotros significaba la responsabilidad de llevar nuestras mochilas cargadas de pruebas y contrapruebas que, a las claras, confirmarían luego la triste realidad: Papel Prensa contamina.