Papel Prensa: Comprar, vender, expropiar
En medio de la disputa entre el Gobierno Nacional y el Grupo Clarín, el diario de los Noble publicó una denuncia de septiembre en la que un directivo de Papel Prensa acusa a Moreno de amenazar con la expropiación de la empresa a manos del Estado. La noticia ganó los medios nacionales y generó incertidumbre en la planta sampedrina.
No hace falta revisar paso a paso la historia de Papel Prensa para entender que lo que está en juego en la disputa Clarín – Gobierno puede tener a la planta local entre sus trofeos más preciados. El grupo que dirige la viuda de Noble posee el 43 por ciento de las acciones. El resto se reparte entre el Estado y el diario La Nación, casi en partes iguales. El rumor es que el gobierno planearía quedarse con la parte de los privados y estatizar una fábrica de la que participa como socio minoritario que no obtiene beneficios sino que, por el contrario, sostiene producto de su compromiso tomado en la década del 70’, cuando decidió fomentar la industria del papel y participar de la empresa hasta que la sociedad pudiera rescatar esas acciones u otro privado estuviera en condiciones de adquirirlas.
Clarín y La Nación, fundamentalmente el primero, no serían lo que son sin la empresa propia productora de papel, que les transfiere el producto necesario para imprimir sus tiradas a precio subvencionado, por debajo del precio de mercado de esa empresa, que incluso es superior al precio del papel importado, con el que imprimen sus ejemplares la mayoría de los diarios argentinos.
Moreno, el guapo
Los modales del multisecretario kirchnerista son conocidos. Su tendencia al patoteo ya no sorprende a nadie y que aparezca una nueva noticia sobre eso parece ser una anécdota más en medio de una escalada de actitudes impensadas en un hombre que tiene la responsabilidad de dirigir una de las carteras más sensibles del gabinete nacional, como lo es la Secretaría de Comercio Interior.
Clarín y La Nación publicaron un día antes de que se votara la aprobada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual –en la que el Grupo se ve afectado en su posición dominante en el mercado– un acta en la que Carlos Collaso, 22 días antes de la publicación, deja constancia de una reunión mantenida con Guillermo “el napia” Moreno, donde el inefable supersecretario habría dicho que tenía unos muchachos especialistas en quebrar espinazos y quitar ojos de su órbita, amén de que el Gobierno tendría entre sus planes la estatización de la planta donde Collaso es uno de los representantes del Estado.
La noticia no llega en el mejor momento de credibilidad de Clarín, pero sí lo hace luego de que se apruebe la ley de medios audiovisuales y a pocos meses de que una morenista de la primera hora que participó del desastre que “el napia” hizo en el Indec, Beatriz Paglieri, ingresara a la papelera en representación del Estado, en el puesto que dejó vacante Alberto Fernández.
Collaso dejó constancia ante escribano público que en esa reunión del 14 de septiembre pasado Moreno les pidió a él y al representante del Estado en el Directorio de la planta, Carlos Mazzón, hijo de Juan Carlos Mazzón, conocido operador del kirchnerismo, que dejaran constancia de “la disconformidad del Estado” con la gestión Papel Prensa en los últimos diez años.
Cosas de diario
Papel Prensa abastece fundamentalmente a sus dueños, Clarín y La Nación, que pagan el papel unos 500 dólares la tonelada. El precio “al público” es de 610 dólares, poco menos del 11 por ciento más de lo que cuesta el papel importado, que vale 550 dólares la tonelada y es el que usan la mayoría de los diarios argentinos. Papel Prensa fabrica anualmente unas 170.000 toneladas de las que sólo 30.000 consumen los diarios que no tienen parte en la empresa. Clarín se lleva 100.000 toneladas y La Nación 40.000.
Resulta extraño que nadie del Gobierno –excepto Aníbal Fernández frente a un círculo pequeño– haya salido a desmentir la intención de comprar Papel Prensa, teniendo en cuenta que todos los habitantes de la Casa Rosada desde 1983 han considerado la participación del Estado argentino en la planta como subsidiaria de Clarín y La Nación, que compran papel a precio subvencionado e impedirían de esa manera que el capital de la empresa crezca y las inversiones previstas se realizaran.
Para que el Estado compre a Clarín su participación accionaria en Papel Prensa debería desembolsar unos 42 millones de dólares. Está claro que ni Clarín ni La Nación tienen intenciones de vender su parte de la empresa, mucho menos al Estado bajo el gobierno de los Kirchner y, de hecho, rechazaron varias ofertas de empresas extranjeras en diversas oportunidades. La única manera sería aprobando una ley de nacionalización, aunque hay quienes afirman que en realidad las intenciones de los Kirchner serían cumplir con el mandato del estatuto de fundación de la empresa, que implicaba no la compra sino la venta de las acciones en manos del Estado. Todo está por verse y nadie puede asegurar qué cosas se elucubran en la residencia de Olivos.
Si Clarín y La Nación vendieran sus acciones es probable que optaran por comprar su papel en el exterior, más aún si se tiene en cuenta que ese producto no requiere permiso de importación, claro que por ahora, porque una reclasificación daría potestad nada menos que Guillermo Moreno para regular la cantidad que cada diario podría obtener, teniendo la posibilidad de que Clarín no pueda cumplir con el abastecimiento necesario para generar el producto que logró posicionar como líder del mercado abusando de su posición dominante en la producción del papel.
En la planta
Al interior de Papel Prensa la noticia publicada por Clarín y La Nación ya generó debates y posicionamientos entre los 450 empleados y contratados más el personal jerárquico. En una cartelera transparente de la fábrica, donde Gerencia y Sindicato exponen comunicados para el personal, puede leerse un texto firmado por Jorge Noseda, Gerente General de la planta, que se reproduce a continuación: “Ante los hechos que se dieron a conocer a la opinión pública el día 08/10 del 2009, Papel Prensa S. A. informa a sus trabajadores que se encuentra altamente comprometida con la gestión de sus objetivos empresarios, a fin de obtener los mejores resultados para la comunidad de quienes integramos la empresa, y seguir cumpliendo con su inicial propósito, que desde su puesta en marcha es y será abastecer a todos los diarios argentinos de un insumo básico de origen nacional para garantizar la libertad de prensa. Es un valor de nuestra compañía defender y mantener la fuente y los puestos de trabajo de todos”.
Por su parte, algunos representantes de los trabajadores opinan que si Clarín y La Nación vendieran su parte, la fábrica “cerraría, porque no tendríamos a quién venderles papel”, mientras otros sectores vinculados a los empleados consideran que, por el contrario, la posibilidad de que los diarios accionistas no se lleven casi toda la producción para sí mismos abriría el panorama a la participación de otros diarios en la compra del papel que produce la fábrica.
Lo único cierto de todo este embrollo sobre vender, comprar, expropiar Papel Prensa es que el tema de la fábrica entra en debate público a raíz de producciones periodísticas que trascienden la cuestión contaminación, al menos a nivel nacional.
¿Quién paga?
La causa Papel Prensa aguarda un nuevo examen de ecotoxicidad que fuera encomendado en abril pasado a la Universidad de Luján, pero cuyo costo aún no se sabe quién lo asumirá, por lo que la tardanza sigue obturando el análisis necesario para determinar el grado de contaminación de la fábrica sobre el río Baradero. El estudio cuesta 170.000 pesos; Consejo de la Magistratura o Procuración General de la Nación deben abonarlo, aunque no se deciden, como cuando tardaron seis meses en pagar los 400 pesos que demandaron unos viáticos en el marco de la toma de muestras.