Paolini pidió licencia, deja la Jefatura Distrital y Britos responsabiliza a funcionarios “políticos y judiciales”
Luego de considerar que había “cumplido un ciclo”, la máxima autoridad policial de la ciudad dejó su cargo. Entró de licencia ayer y lo reemplaza Carlos Pérez, segundo Jefe Departamental. La semana pasada hubo una reunión entre la cúpula judicial y policial de San Nicolás, donde el tema fue tratado. Britos aseguró que pedirá “juicio político” si hubo funcionarios de Fiscalía que se excedieron en sus deberes. Apuntó contra ellos y la máxima autoridad política por la salida del Comisario.
La semana pasada, una reunión entre la cúpula judicial y policial de San Nicolás selló la suerte del Comisario Inspector Dante Paolini, Jefe Distrital de la Policía. Tal como sucedió cuando en marzo vino el entonces Superintendente Enrique Salcedo, hubo quienes pidieron que lo aparten del cargo. “Alguien que trabaja, molesta”, dijo el Diputado Britos cuando se conoció la noticia.
El lunes, cuando le informaron que el Comisario Carlos Pérez, segundo en la Jefatura Departamental, llegaba a la ciudad para “acompañarlo”, Paolini pidió licencia a su superior, Gustavo Bonachera, y desde ayer ya no está al frente de la policía local.
El jueves de la semana pasada, el Jefe Distrital había dicho que el suyo era “un ciclo cumplido” y confesó que meses atrás ya le había manifestado al Intendente que creía necesario un cambio. Lo que no dijo es que sabía que algo más había.
Cuando La Opinión anunció ayer que la licencia era un hecho, el excomisario y diputado provincial Guillermo Britos dio cuentas de una reunión que tuvo con el Ministro Granados el lunes y vinculó la decisión de que Paolini deje San Pedro con el poder judicial y político local. Habló del “error de quien le ha pedido la cabeza” al Comisario.
Fiscalía y Gobierno
En la ciudad, las máximas autoridades políticas son el Intendente Pablo Guacone y el Presidente del Concejo Deliberante Mario Barbieri. Luego, funcionarios y concejales. Las judiciales, los fiscales Marcelo Manso y Gabriela Ates. Los dardos de Britos tuvieron cierta precisión, aunque –parece que sólo por ahora– no quiso nombrar a nadie.
Dijo que “cuando la ciudad no tiene conducción, cualquiera ocupa el lugar que tiene que ocupar el intendente”, por ejemplo y disparó: “Es lastimoso que quienes trabajan terminen así y los inoperantes sigan ocupando un cargo”. Sus alusiones al poder judicial fueron más concretas.
Es que señaló que su salida “puede tener que ver con algún policía que detuvo” y detalló: “Por una situación que Paolini llevó adelante, una investigación que derivó en la detención de gente que está relacionada con algunos funcionarios, eso originó que le pidan la cabeza”.
En San Pedro hubo en el último tiempo dos policías detenidos y muchos otros procesados, sumariados, trasladados. Uno, Manuel Frías, por vinculación con el caso Taibo y Reyna, a quien le encontraron un arsenal en la casa, liberado por el Juez; el otro, Facundo Actis, preso por robo calificado, acusado de llevarse animales de un campo, en patrullero, con uniforme y arma reglamentaria, tras una investigación que encabezó Marcelo Manso, quien además procesó a otros policías, entre ellos al extitular de la Comisaría, Ariel Brangieri. Aseguran que muchas cosas cambiaron desde entonces.
Por la tarde, mientras encabezaba un acto de entrega de subsidios, Britos detalló que el Ministro Granados le informó que “Paolini saldrá ascendido” y que el traslado “lo pidió el Intendente por la disputa con la Fiscal” Gabriela Ates.
Desde el Foro de Seguridad, su titular Juan Gutiérrez apuntó y responsabilizó por la decisión al Jefe Departamental Bonachera: “Nunca lo quiso”, aseguró. “Desde que estuvo (Paolini) no hubo más piratería del asfalto en la zona de San Pedro, había clausurado todas las famosas maquinitas y lo perjudicó cuando tocó esos intereses”, disparó.
Un camino sin retorno
Las internas policiales y el distanciamiento con un sector de la Justicia provocaron, progresivamente, un desgaste determinante para el alejamiento de Paolini. Algunas decisiones destinadas a “depurar” la fuerza policial y devolver al ciudadano la confianza en la institución, con el desplazamiento de personal y la intervención a la Auditoría General de Asuntos Internos ante cada caso sospechoso que rozara a un uniformado, provocaron simpatías y antipatías en los efectivos.
Los trasladados o sumariados dejaron en San Pedro familiares o amigos que cuestionaron interna y públicamente al Jefe Distrital y algunos de sus colaboradores. Incluso, se pretendió instalar la idea de complicidad de la policía local con algunos delincuentes, entre ellos con el propio Gaby Mendoza, a quien Paolini detuvo en Rosario el sábado, casi como un objetivo personal antes de partir (ver página 9)
En el ánimo de Paolini, y de muchos policías, también pesa la impotencia generada por la reiteración del método de “puerta giratoria” que permite la liberación casi inmediata de los delincuentes que son detenidos, en algunos casos, luego de varios meses de búsqueda. La cautela habitual en las declaraciones públicas sepulta lo que, en privado, es un malestar generalizado.
En este aspecto, los reclamos “soto voce” llegan a los Jueces de Garantías, pero también a los Fiscales locales, por su escaso apego a la apelación ante fallos que podrían ser refutados. Si a esta situación se suman algunas demoras puntuales en la solicitud de órdenes de allanamiento, fundamentalmente los fines de semana, tenemos un “deja vu” de situaciones que ya vivieron otros jefes policiales, de Guillermo Britos en adelante.
En el caso puntual de las diferencias con una de las Fiscalías, además, se suman otras aristas sobre las que las partes prefieren no profundizar, y que probablemente se conozcan en detalle solo cuando se oficialice el cambio en la cúpula policial.
Cosas del adiós
Paolini sacó de la Jefatura Distrital sus cuadros, entre ellos uno de Luca Prodan; sus libros de Cortázar, derecho penal y otras perlas de la literatura universal que ahora deben posar cerca del piano de su casa en Rosario, en el que alguna vez tocó una pieza de Chopin mientras hablaba por teléfono con un cronista de este semanario.
Su reemplazo llegó el lunes a las 18.00, se puso al tanto de la situación y vio partir al Jefe Distrital. Luego hizo lo propio, para volver a la ciudad el martes por la mañana, donde tuvo una reunión con autoridades políticas y judiciales.
Ahora le tocará a él pedir una y otra vez combustible al Gobierno, elevar oficios, atender a los vecinos que encontraron en la Distrital un oído a sus reclamos, reunirse con los concejales, el Foro de Seguridad, estar al frente de los operativos, contener a los manifestantes de un reclamo frente a la Municipalidad, intervenir ante un desalojo para evitar males mayores, dormir en un cuarto y alquilar un hotel para cuando llegue la familia de visita, entre tantas otras cosas de las que se hacía cargo su antecesor.
Paolini volvió a Rosario, donde recibió llamados de políticos, dirigentes de instituciones intermedias y vecinos en general. Ayer, después de mucho tiempo, almorzó junto a su esposa y su hijo, que volvió de la escuela y se encontró con su padre.
Mientras tanto, en alguna oficina, los policías que fueron blanco de su “depuración” preparan una embestida contra el Jefe Distrital en uso de licencia. Acaso Paolini haya pedido que no lo dejaran solo y no lo consiguió.
Tal vez si los que lo llamaron en más de una oportunidad, incluido el Intendente, desde el lunes a esta parte hubiesen tenido una acción más férrea en estos últimos dos años, distinto hubiese sido el desenlace.