Otro asesinato, esta vez tras un conflicto que empezó en un bar clandestino
Cristian Roldán, de 28 años, murió el sábado por la madrugada tras recibir tres puñaladas en la espalda. Junto a su hermano Franco estaban en el bar El Gauchito, propiedad de César “Chino” Villarruel, cuando comenzó una pela con Elías Monzón (20) y Braian Lencina Salazar (24), ambos detenidos acusados del homicidio, que ocurrió en la calle, a metros del local. La policía e Inspección clausuraron el negocio al otro día porque carecía de habilitación.
El asesinato de Cristian Roldán, de 28 años, es el tercero en menos de un mes. Podría haber sido el quinto, sexto, acaso décimo, quién sabe, si otros episodios en los que, como este, una disputa termina a los tiros o a los cuchillazos. La violencia parece instalada y la comunidad asiste por un lado azorada pero por otro a un debate público en el que muchos justifican la resolución por mano propia de conflictos porque consideran que la Justicia no actúa como esperan.
En este caso se suma una inacción municipal: todo comenzó en un reconocido bar de la zona de la Bajada de Chaves que nunca estuvo habilitado y que el gobierno recién clausuró el sábado por la noche, luego del asesinato que, según obra en el expediente, fue corolario de un enfrentamiento que comenzó dentro del local gastronómico.
Enojo, piñas y puñaladas
El violento episodio se registró el sábado por la madrugada en la zona de la Bajada de Chaves. Cristian Roldán y su hermano Franco estaban en el bar El Gauchito, denominado así en homenaje Antonio Gil, el “santo” pagano correntino.
En ese local, ubicado en Juan Ismael Giménez 2260, propiedad de César “el Chino” Villarruel, donde hay pool, bombo y guitarra, música, vino, amistades y enemistades, hubo una discusión sobre la que todavía Fiscalía no ofreció detalles pero que está ratificada en el expediente como disparadora de lo que sucedió después.
Los protagonistas de esta historia son, además de los hermanos Roldán, los dos aprehendidos acusados de homicidio y cuyas responsabilidades son objeto de análisis por parte de la fiscala Ramos, que los considera cómplices: Elías Monzón, de 20 años, y Braian Lencina Salazar, de 24.
Cristian Roldán murió apuñalado. Recibió al menos tres puntazos en la espalda y cayó herido de muerte a metros del bar El Gauchito. Su hermano Franco resultó con diversos cortes de arma blanca en el muslo. Según consta en la causa, nadie llamó a la ambulancia, que llegó cuando la requirieron familiares de los heridos, que arribaron a la zona anoticiados de lo sucedido.
A medida que fueron transcurriendo las horas, la fiscala Ramos fue reuniendo testimonios y datos relevantes para la instrucción del caso. El relato de Franco Roldán, sobreviviente del hecho, fue fundamental porque permitió que la Justicia reconstruya buena parte de lo ocurrido, sobre todo antes de las puñaladas.
César “Chino” Villarruel estaba dispuesto a contar lo que sucedió en su bar pero antes de que comenzara a rodar la grabación para registrar su testimonio, familiares le pidieron que desistiera de la entrevista, por lo que su relato sólo se conocerá cuando la Justicia lo cite a declarar.
Todavía no lo hizo y eso obedece a una sola razón: Ramos quiere saber si Villarruel es sólo testigo o acaso tiene algún tipo de responsabilidad en la disputa previa en la que según relataron los familiares de Roldán hubo “otros que les pegaron” a Cristian y Franco antes de que los atacaran con cuchillos afuera del bar.
Ramos busca más involucrados
Tras varias diligencias y medidas solicitadas en el marco de la investigación, Ramos requirió en Fiscalía la presencia de Elías Monzón y de Braian Lencina Salazar. Fue el sábado por la noche. Ambos imputados se negaron a prestar declaración en el marco de su derecho a permanecer callados durante la indagatoria. De todas maneras, para la titular de la UFI 11 los elementos eran suficientes para que permanezcan detenidos, acusados de homicidio.
La declaración testimonial de Franco Roldán, hermano del joven fallecido y testigo presencial del hecho, fue determinante para el avance de la investigación y las distintas medidas que desde el sábado ordenó la fiscala.
Ramos tiene severas sospechas de que podría haber más involucrados en el conflicto que terminó con las puñaladas que mataron a Cristian Roldán.
Además de los análisis de las manchas de sangre recogidas en el lugar, cotejados con las armas blancas secuestradas y el grupo sanguíneo de los protagonistas del hecho se podrá establecer responsabilidades respecto de quién apuñaló a quién.
La autopsia efectuada al cuerpo de la víctima determinó que presentaba tres heridas punzantes en la espalda que le causaron la muerte.
Un bar clandestino
El sábado, pasada la medianoche, personal policial y de la Dirección de Seguridad, Tránsito y Nocturnidad se presentaron en el bar El Gauchito para requerir la documentación correspondiente a la legislación vigente para el funcionamiento de ese tipo de negocio.
El local carecía de habilitación municipal. Es decir que no tenía permiso para funcionar ni las medidas de seguridad controladas por Bomberos de la Policía de San Nicolás ni autorización provincial para la venta de bebidas alcohólicas (Reba) ni pagaba Sadaic por la música que sonaba ni tenía empleados registrados.
A todas esas irregularidades se suma que el local se extendió con un quincho tipo cabaña de madera hacia la calle, duplicando la superficie original de la construcción y avanzando sobre la línea municipal, lo que significa que medio bar está emplazado en el espacio público.
Aunque el local funciona desde hace muchos años, parece que hasta que no hubo un conflicto en su interior que terminó con un joven asesinado nadie se percató de su existencia o de su funcionamiento irregular. O nadie quiso hacerlo.
El bar El Gauchito es propiedad de César “el Chino” Villarruel, quien lo regentea desde que cumplió condena en prisión y al que regresó luego de que lo absolvieran por un crimen ocurrido en la zona, en cuyo juicio no se demostró su responsabilidad en el hecho.
La clausura del local generó preocupación en su familia, puesto que ese era el único medio de vida de César “Chino” Villarruel. El propietario del bar había convocado a La Opinión para contar su versión de lo ocurrido y expresar que esperaba que el gobierno tuviera en cuenta su situación para continuar trabajando, pero desistió.
Su hermana llegó al bar —La Opinión ingresó por una ventana porque la puerta posee la faja de clausura— y le recomendó a César Villarruel que desistiera de dar una versión pública respecto de lo sucedido y finalmente “el Chino” prefirió no acceder a la entrevista.
Antes de esa decisión, mientras se preparaban las condiciones técnicas para la nota, Villarruel comentó de manera informal que su intención era poder expresar ante la población que la clausura del bar lo perjudicaba sobremanera porque es su único medio de vida y sus intenciones de habilitarlo como corresponde.
Fin de semana salvaje
El sábado a la madrugada mataron a Roldán. El domingo, personal policial acudió a San Lorenzo y Bottaro, donde al menos diez jóvenes, entre los cuales había mayores y menores de edad, protagonizaron una violenta pelea que terminó con un joven de 29 años herido en una pierna tras recibir un puntazo de arma blanca.
El lunes, en tanto, el parte policial registró otro violento episodio del que tomaron conocimiento a raíz del ingreso a la Guardia de un hombre herido de arma de fuego y otro con una lesión de arma blanca en el hombro. Ambos habían participado de una riña con otros sujetos.