Opinión sobre el club (Náutico)
Sobre la nota publicada el miércoles 3 de setiembre por el Dr. Benito Aldazabal a quien no tengo el gusto de conocer, quisiera poder dar mi humilde opinión al respecto.
Soy socio del club Náutico hace muchos años, igual que mi familia; nunca participé en comisiones ni subcomisiones allí, aunque sí en otro club más pequeño en cantidad de socios, pero con la misma responsabilidad que cualquiera de las otras instituciones de la ciudad.
Comparto la preocupación por la manera de manejarse de los adolescentes y el planteo del problema en sí; puedo disentir tal vez que, precisamente el Náutico, por una obvia razón del valor de su cuota mensual, tenga socios con graves problemas económicos, no creo tampoco que la mayoría carezcan de objetivos, esa es una realidad sí, qué queda para un sector de nuestra comunidad que lamentablemente se agranda cada día y adhiero que están expuestos a problemas familiares y sociales de todo tipo.
Y allí es donde quiero enlazar mi opinión, usted trata de “llamar la atención” a los padres o sea a los mayores que deben encauzar a los jóvenes por un camino más o menos correcto, y yo creo que somos los mayores los que hemos llevado a este país y por consiguiente a los clubes a la ruina moral, por lo tanto es difícil que lo logremos.
La decadencia moral de la que usted habla es producto de la inacción o, lo que es peor, la mala acción de aquellos que andamos entre los cuarenta y los cien años. Un país que más allá de las ideologías de los gobiernos de turno, lentamente se fue cayendo a pedazos y donde los pibes ven que la plata y el “prestigio” no se aseguran ni estudiando ni trabajando, mientras miran a los dirigentes políticos y otros vivos que la pasan como reyes no solo a nivel nacional sino también local.
Qué les podemos mostrar a los chicos para que imiten si no es con el ejemplo, y usted puede observar, como muestra, en este mismo diario, dos páginas después de su comentario y enterarse que en el Náutico el 60 por ciento de las embarcaciones tienen “importantes irregularidades” comprobadas, de papeles e impositivas, muchas de ellas valuadas en miles de dólares. ¿Qué mayores van a marcar el camino? ¿Qué cosa pretendemos que los chicos nos imiten? ¿Dónde está el ejemplo que queremos que sigan? Si los que tendríamos que darlo no estamos a la altura de las circunstancias.
Estoy de acuerdo con que los clubes están en grave peligro pero considero que no es ni más ni menos que por el fracaso de una generación que no supo, no pudo o, lo que es peor, no quiso vivir en un país que valga la pena. Creo que la culpa la tenemos los mayores, dejemos de buscarla en los jóvenes, que ya demasiado daño le causamos con entregarle este paquete.
Los pibes son el producto de lo que ven en la casa y en la sociedad.
Germán Codó