Ola de secuestros virtuales por teléfono fijo
Una gran cantidad de casos fueron reportados a La Opinión la semana pasada. Todos ocurrieron durante la madrugada. En cada caso, del otro lado de la línea una persona lloraba y les decía “mamá, me secuestraron”.
El intento de estafa a través de “secuestros virtuales” tiene una modalidad que cada tanto se repite: llaman de madrugada a números fijos, de manera aleatoria, e intentan que en la confusión de quien se despierta alarmado alguien caiga en la trampa. La semana pasada, una gran cantidad de casos fueron reportados a La Opinión. En cada uno, los estafadores llamaron de madrugada y pusieron en línea a una persona que, entre llantos, le decía a quien atendió que era su hijo o hija, que había sufrido un secuestro y que había que pagar un rescate. En cada caso, las personas que presuntamente estaban secuestradas dormían en la misma vivienda a la que los estafadores llamaron o notaron rápidamente que algo raro había, por lo que el intento de engaño no prosperó y en lugar de dinero obtuvieron un rosario de insultos. A las 2.30 llamaron a la casa de una pareja de adultos mayores. Haciéndose pasar por un familiar, le dijeron que habían entrado tres hombres armados y que lo habían golpeado. A las 5.00 llamaron de nuevo al mismo número. “Era la misma mujer, queriendo hacer el mismo cuento”, relató. Norma contó que a las 3.00 de la mañana le sonó el teléfono y se despertó sobresaltada. Atendió, pero le llamó la atención, porque no es su nombre el que figura en la guía. Apenas levantó el tubo escuchó una persona que lloraba y le decía “mamá, me tienen secuestrado”. “Era la voz de un muchacho joven, casi un adolescente, así que sospeché, porque mis hijos ya son grandes y además estaban durmiendo. Así que me di cuenta que me estaban engañando y les dije de todo”, relató la damnificada. A las 5.30 de la mañana, otra señora adulta mayor recibió un llamado similar. “Mamá, me asaltaron, tres tipos se metieron en casa. Tengo la boca toda rota por eso no puedo hablar bien”, le decía una voz que le sonaba extraña, del otro lado de la línea. “Me asusté, le pregunté si los chicos estaban bien, por mis nietos. Entonces me dijo que sí, que me fijara qué dinero podía juntar, que juntara lo que pudiera para darles a los ladrones y ahí me di cuenta de que era todo un engaño”, contó. La señora relató que dos amigas suyas refirieron hechos similares que ocurrieron durante el miércoles por la madrugada en otros puntos de la ciudad, todos con la misma modalidad. A las 6.00 llamaron a otra casa y atendió un hombre. “Papi, me robaron, no te asustes, dos hombres me robaron y me golpearon, ¿me podés mandar plata?”, le dijeron. El receptor del llamado se asustó porque la voz era muy parecida a la de una de sus hijas, que estaba en su casa. Otro caso ocurrió a las 7.00 de la mañana. Le dijeron a una mujer que tenían a su hija secuestrada. Una joven, entre llantos y a los gritos, le decía “no te puedo decir dónde estoy”, mientras la otra voz le preguntaba cuánto dinero tenía disponible. Se percató rápidamente de que era un intento de estafa porque su única hija estaba en su cama, durmiendo, en la misma casa donde el teléfono había sonado para informar que presuntamente estaba secuestrada.