Ojo con lo que pescan: el Manguruyú, en peligro de extinción
La bajante pronunciada del río Paraná ha dejado sin ejemplares de esta especie, que suele confundirse con el bagre de las piedras, los sitios donde los pescadores se proveen de pescado fresco para la venta.
La actividad pesquera artesanal, la de los trabajadores que llegan en su lancha o su canoa a los sitios que ya tienen marcados en pleno Paraná, para sacar buenos tamaños que se puedan llevar a la parrilla o a la sartén, se ha visto disminuida por la bajante del río.
La mano del hombre también tiene mucho que ver con la escasez de ejemplares, ya que “pescadores” inescrupulosos llegan con redes de malla pequeña para atrapar peces de tamaño no comercializable que resultan “una caja de alfileres” a la hora de abrirlos porque se encuentran en pleno desarrollo.
El caso del Manguruyú, una especie que se pesca en las aguas del Paraná, puso en alerta a la comunidad pescadora.
Los pescadores experimentados y respetuosos de su actividad piden encarecidamente que devuelvan este pez a su hábitat con el menor daño posible.
Este pez, que mucha gente confunde con un bagre sapo u otra especie de bagre y que termina dentro de una olla para hacer la fritanga en la isla, que si es relativamente chico lo usan como carnada para el dorado, o simplemente lo llevan a sus hogares para comerlo, es un Manguruyú.
Es una especie en extinción. Está prohibido matarlo por ley en todo el territorio nacional. La madre naturaleza, sin que nadie sepa a ciencia cierta la razón ha hecho que aparezcan muchos de estos cachorros de Manguruyú en la zona sur de la provincia de Santa Fe y por supuesto algunos han llegado hasta el norte de Buenos Aires.
Estamos ante una oportunidad única de volver a tener en abundancia en nuestro río Paraná a esta especie, que por cierto es la más grande de la Argentina si a agua dulce nos referimos, siendo más grande aún que el surubí.
Es por esa razón que los pescadores experimentados y respetuosos de su actividad piden encarecidamente, que devuelvan este pez a su hábitat con el menor daño posible.
Se puede distinguir fácilmente por unas suaves manchas en sus flancos similares a las de un leopardo o jaguar, una piel extremadamente atractiva. Se trata de una especie que pide a gritos que la salven de su extinción.
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