“Odisea de un votante”: se presentó 3 veces en la mesa porque le rechazaban el documento
Una vecina relató en una carta que acercó a La Opinión lo que le ocurrió el domingo en la Escuela 11, donde tuvo problemas para votar con el DNI tarjeta que tiene la leyenda "no válido para votar", que sí está permitido. Pasó por la comisaría, el registro civil y el Juzgado de Paz para poder emitir su voto.
Para quienes tenemos cierta edad y hemos padecido vapuleo de nuestra democracia, votar no es sólo un derecho, es un modo de ejercer nuestra disconformidad, apoyo, protesta, opinión y sobre todo libertad.
Las elecciones nos siguen generando un estado de nerviosismo, expectativas, dudas; verificamos la escuela, mesa, programamos hora para ir y nos arreglamos especialmente. ¡Es un día muy importante!
Este 12 de septiembre, salí con la mejor onda hacia la escuela y mesa correspondiente para emitir mi voto. Entrego el documento que utilizo y utilicé en las últimas elecciones, y ¡oh, sorpresa!, el presidente lo toma y plantea que no puedo votar.
Pregunto ¿por qué? Dan una explicación y me dicen: “Usted no entiende”. Pido que lean el instructivo, pero son ellos los que no entienden. Nadie da una explicación lógica, y no hay en la escuela quien pueda explicar. Ahí comenzó la odisea.
El mismo presidente que tenía el documento me sugiere que vaya a la comisaría.
- Comisaría: Me dicen que no tienen nada que ver, que no es su compentencia. “Vaya al registro civil”.
- Registro Civil: “Su documento es el que coresponde, usted puede votar”, me dicen.
Por segunda vez, vuelvo a la escuela para cumplir con mi deber cívico. Nuevamente, NO ME PERMITIERON VOTAR.
- Comisaría (otra vez): “Vaya al Juzgado de Paz”.
- Juzgado de Paz: me atiende una abogada y personal a cargo, plantean que sólo están para casos de extranjeros y muestran buena disposición.
Llegan dos votantes más en la misma situación. Uno de ellos busca en su teléfono el instructivo y o analizamos entre todos. Respuesta unánime: “Pueden votar”.
Partimos hacia la escuela. Me presento en la mesa por tercera vez y finalmente pude cumplir con el ansiado derecho y deber de ciudadana. Salí nerviosa pero realizada por haber concluido mi odisea como votante. Todos los integrantes de la mesa carecían de compresión lectora. Lamentable.
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