“Obligado y la amistad en épocas de peste”, un relato de Pato Esteve
Walter “Pato” Esteve presenta un nuevo relato de lo que denomina “fragmentos de una biografía no autorizada en primera persona”. El sampedrino radicado en Pueblo Esther, Santa Fe, narra aquí, en el marco del mes de la Soberanía, lo que significa Vuelta de Obligado desde un lado diferente: la amista y la resiliencia.
Por Pato Esteve
Esta semana fue un nuevo aniversario de la GESTA DE OBLIGADO, y digo gesta y no batalla, aunque ciertamente lo fue y hubo sangre y muerte, porque descreo de la heroicidad fabricada en base a la guerra, el peor y reiterado “pecado” original que nos acosa desde que la humanidad es tal. Me resulta inadmisible que por la causa, motivo, idea o creencia, real o fabricada, se empuñe la sinrazón de las armas para imponer una voluntad a otra.
Obligado para mí, en este momento de nuestras vidas, es más que la defensa de la tierra y de la soberanía, es la lucha desigual, tozuda, de entrega total, de cientos de hombres y mujeres que no se resignaron y perdieron el miedo. Quijotes reales que en lugar de molinos, y vaya paradoja, enfrentaron máquinas de aniquilación con cadenas para gritar su libertad, desafiando las probabilidades.
Siento que el mejor y más grande homenaje para esa gente es llamarlos mis amigos, porque si hay sentimiento humano que resume lo más extraordinario, desinteresado y heroico es precisamente la amistad. La única riqueza que iguala al pobre y al poderoso ya que todos tenemos al menos uno o una.
La peste nos cercó, nos volvió recelosos, desconfiados, crispó los ánimos, y desbastó las fuerzas del más plantado. Muchos perdimos personas inapreciables solo por ser únicas, nos privaron durante meses de abrazar, besar, compartir. Pero como la naturaleza siempre se abre paso volvimos a ver el sol: La resiliencia se impuso gracias al mutuo sostén de la amistad.
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