Domingo por la nochecita. Estamos llegando a Doyle después de haber pasado el día en la ciudad de San Pedro.
Nos fuimos a la mañana para ver los autos de Tunning y Multimarcas. Fue algo maravilloso; almorzamos un choripán con gaseosas y cerca de las 14.00 nos encaminamos hacia la cancha de Defensores Unidos, jugaban el Club Mitre y nuestro amado Sportivo Doyle.
Llegamos con toda las ilusiones, como cada domingo que acompañamos al equipo. Llevamos el equipo de mate y los bizcochos para pasar la tarde. Por ahí nos cambiaba la suerte y teníamos una alegría.
Comenzó el fútbol. La Segunda división perdió: “Sonamos”, dijimos. Pero con la Primera nos cambió la cara: Doyle ganaba 2-0. La alegría nos desbordaba, pero la conteníamos hasta que terminara el partido. ¿Por las dudas, vio? Lamentablemente, no pudimos festejar.
¿Por qué?, ¿qué pasó? De la nada apareció un joven árbitro que, como varios domingos atrás, cometió errores. Nos envenenó la sangre y nos quitó la alegría. Entramos en casa; guardé el equipo de mate, los bizcochos se los comió el perro y nosotros nos tomamos un té de tilo y nos fuimos a dormir con toda la bronca porque al otro día había que trabajar.
Lucía, hincha de Doyle
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