Positivo-Negativo: La crónica policial semanal de “El Cebita”
El Cebita es el pseudónimo del autor de las crónicas semanales de La Opinión en su edición impresa. Sus historias circulan en todos los rincones de la ciudad, con un relato que, con especial mirada, tendrá en cada ejemplar un capítulo. La columna completa.
Mientras seguimos esperando que el Juez de Faltas mire los otros 30 minutos del video y sancione también a los que rompieron el frente de Dubái y le aplique “un correctivo” al pibe que se ve revoleando patadas para todas partes, hay otros 25 laburantes (barman, cocineros, mozos, cantantes y sonidistas) que por 30 días no van a ver un peso.
Que lastima que el amigo Rodríguez no “reacciona” de la misma manera ante situaciones similares o mucho más jodidas que la que pasó la semana pasada. Sin ir más lejos, recuerdo lo del quilombo en el bar de Río Tala donde se acuchillaron hace dos semanas; o el de otro bar del centro donde un tipo se paró sobre el frente y les mostraba una pistola a los de seguridad. Ni hablar de los espectáculos “auspiciados” por el municipio y que no cuentan con la más mínima medida de seguridad, ya sea gastronómica o por la venta desmedida de bebidas alcohólicas a toda hora y a cualquiera. Podría estar una hora enumerando casos irregulares y que jamás fueron sancionados. Y vieron que no dije nada sobre que esto pasó por ser “el hijo de…”.
Para colmo de males en el boliche Hollywood los “patovas” le partieron la nariz a un pibe que les volcó un poco de fernet en la camisa (Timbre, amigo Fabián).
En Río Tala hablan de un “pueblo liberado”. Es que los policías del destacamento explicaron que entre las 4.00 y las 8.00 de la mañana no hay patrullajes porque el “único móvil” que hay tiene que ir a la Ruta 9 por los hechos de piratas del asfalto. Ahí les quedó en claro a los vecinos por qué hay tantos robos a esa hora. Al almacén de “Alonso” lo afanaron así: tres tipos llegaron, sabiendo, y se llevaron de todo, incluida la camioneta del panadero, que después apareció tirada por ahí, cerca.
Mis amigos los policías ya están podridos de perseguir a los cacos, que los cascoteen, que los amenacen, que les peguen y que cuando los agarren la Justicia los largue a los 15 minutos.
La semana pasada, un pibe de 16 años y con un montón de quilombos encima arrebató a una mujer en la calle. En una mañana afanó cuatro veces, lo agarraron y lo largaron. Al otro día volvieron a agarrarlo, con un hermano. Quiso acuchillar a los policías, pero otra vez cayó preso. "Los de menores”, para ser parejitos, volvieron a largarlos.
Si hay algo que me atrapa es la historia del “Zurdo” Branto. Cómo tramó su propia novela, que se terminó cobrando la vida del policía porque “algo falló”. Espero el último capítulo para conocer final. Para que eso pase hay varios que van a tener que dejar de “mirar para el costado”, olvidar la “versión oficial” y sacarse las caretas, eh.
Bien por las autoridades que decidieron demoler la vieja casa donde funcionaba Señales de Vida en el barrio Parque Sarmiento. Ahí se atrincheraba un conocido delincuente, integrante de una familia bien, quien desde hace varios meses tiene a mal traer a todos: afana, amenaza y hace lo que quiere. Igual la intranquilidad persiste porque el joven sigue ahí, viviendo entre “las ruinas” y con sus amigotes, fumando y tomando. ¡Ah! ¿La Justicia?Bien, gracias.
Por último, quiero felicitar a mis amigos de la DDA, que haciendo caso a nuestros reclamos el “finde” les cayeron a “algunos boliches”, no a todos. No encontraron nada, pero algo es algo. Les aconsejo que sigan así, que “el que busca encuentra”. Hay que seguir y apretar el acelerador. "Ttibio, tibio, tibio", por ahora.