“¡No e’ así, soy menor y tengo abogado!”
El Sábado rompieron una ambulancia y golpearon a un médico de la guardia hospitalaria. La falta de seguridad en los accesos a las guardias necesita urgente solución.
Faltaban pocos minutos para las 21.00 Hs. En la sala de Guardia del Hospital aguardaban varios pacientes. Una joven con un cuadro severo permanecía en una de las camillas desde la mañana; un niño de apenas tres años exhibía un corte profundo en su pie; una mujer mayor sufría de dolores en sus costillas, consecuencia de una caída… Allí estábamos los pacientes recibiendo asistencia cuando comenzaron los gritos. A minutos de las 21.00, y mientras las gotas de suero penetraban una a una por el sistema circulatorio, se escuchó el quejido de un profesional que había sido agredido cuando llegó con la ambulancia a asistir a un joven de 18 años que exhibía una herida en su mano. En Ruffa al 1200 suelen reunirse las barras de adolescentes que nutren los barrios El Caserito, Banfield, San Miguel y San Francisco.
La ambulancia fue recibida con piedrazos, estalló el parabrisas y varias abolladuras quedaron como fiel testimonio de la violencia inexplicable.
Cuando el Dr. Pablo Gallo descendió, recibió varios golpes por parte del herido y uno de sus acompañantes, alguien intentó sacar la llave del vehículo de socorro para que no pudiese retornar al Hospital, mientras el resto del grupo repudiaba la presencia del auxilio médico.
Pocos minutos después de regresar al hospital sin el paciente a bordo, y tras las primeras curaciones que sus compañeros le efectuaron al médico agredido, apareció la víctima pidiendo asistencia inmediata.
“No e’ así loco, no e’ así, soy menor, tengo abogado”, gritaba el paciente mientras arrasaba con todo lo que había a su paso. El ruido metálico y de vidrios atemorizó a todos los que fuimos testigos ocasionales de un hecho que para nuestros médicos y enfermeras se ha transformado en cotidiano. Es más, una de las mujeres que prestaba servicios aún exhibe como recuerdo una marca en su brazo producto de una puñalada que le propinó un paciente.
En ese tono, los minutos se hacían eternos, y aunque ya había culminado su guardia a las 20.00, el Dr. José Herbas, recién salido del quirófano tras una extirpación de apéndice, permaneció en el lugar para denunciar en la Comisaría el episodio que mantuvo en vilo a todo el personal y a los pacientes.
El menor fue curado y trasladado a la Comisaría para ser entregado a sus progenitores en visible estado de excitación y descontrol corporal.
A los pocos minutos comenzó el concierto de celulares y la llegada del Sub Secretario de Salud, indignado por la ausencia de los policías que habían sido contratados para reforzar las guardias con costos importantes para el Municipio.
Los efectivos no se habían hecho presentes pese a que las autoridades habían depositado el dinero para el cumplimiento de horas extras, aparentemente, por desinteligencias en el cambio de autoridades policiales que también afectó el operativo de nocturnidad.
De todos modos, la duda sobre este tipo de asistencias persiste. La política establecida por la Guardia es acudir a todos los llamados, pero ahora se preguntan si deben ir acompañados por la policía a los lugares que consideran conflictivos. Evalúan además si el hecho de necesitar custodia policial no provocará demoras que puedan ser perjudiciales para los pacientes y entienden que no es justo que alguna persona anciana necesite auxilio y no lo reciba a causa de las consecuencias que tienen estos episodios.
Para quienes estuvimos en el lugar existe un deber ineludible: acompañar a los integrantes de la Guardia con los testimonios, porque el esfuerzo que hacen ya sabe a desazón, toda vez que reciben golpes o soportan robos violentos por estar cumpliendo sus funciones.