Miguel Prunesti y el Rastrojero, una pasión que no tiene precio y forma parte de la familia
Posee uno modelo 1962 que utiliza para trabajar y asistir a las exhibiciones. Su hijo tiene otro, que lo preserva con todos los detalles originales. La pasión por un utilitario nacional que dejó de fabricarse hace más de 40 años y que cada vez es más buscado.
El Rastrojero Diésel forma parte de una lista de vehículos de fabricación argentina, que románticos y nostalgiosos tienen presente permanentemente, tal como sucede con vehículos como el Ford Falcon, la F-100, el Chevy o el Siam Di Tella, entre otros.
Desde su creación, en 1952, fue un ícono de las camionetas populares, económicas y de gran utilidad para cada uno de los 33 mil argentinos que llegaron a contar con una.
El fin de semana, en Vuelta de Obligado pudieron apreciarse diferentes modelos que un grupo de fanáticos exhibió a orillas del rio Paraná. Fue en el marco del Festival de la Soberanía, a 179 años de la histórica batalla.
Después de viajar nueve horas desde Villa Allende, Córdoba, Miguel Prunesti y su hijo Luciano no quisieron estar ausentes en el encuentro.
Cada uno posee el suyo y con diferentes criterios para su mantenimiento. El hijo es más conservador, preserva lo original y es inalterable ante el progreso. En cambio, su padre, le ha realizado las reformas necesarias al modelo 1962 para adaptarlo a su labor diaria (es carpintero).
Modificó el motor, le colocó frenos a disco, levanta cristales eléctricos, trabas centralizadas, excepto el aire acondicionado, “porque tenemos que sufrir con algo”, dijo con su humor cordobés.

“El Rastrojero tiene 35 años en nuestra familia. Me lo pasó mi suegro, después Luciano aprendió a manejar con el mismo hasta que se compró uno. Así que ya es de familia”, contó en el programa Sin Galera.
“Para nosotros es una pasión. No es un tema de costo, sino es de amarlo al vehículo. Entonces, lo vas haciendo de a poco a lo que a vos te encanta. Hay personas que les gusta original, a otras modificado. El de mi hijo es original, no le gusta cambiar nada. A mí me gusta hacerlo a mi gusto”, indicó.
Mientras resaltaba que “es una pasión que no tiene precio”, aseguró que la fidelidad no la tiene otro rodado. “Te avisa cuando se va a romper, cuando te va a dejar a pie, es algo que no lo entendería la gente normal”, dijo Miguel.
IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) fue creada en 1951, un proyecto ambicioso direccionado a la construcción de aviones, tractores, ómnibus y utilitarios para el campo.
Aquí nació el Rastrojero, que en sus modelos primitivos tenía un motor naftero Willys, para luego convertirse en el famoso “Rastrojero Diésel”, una vez que el motor gasolero Borgward llegó para quedarse.
“El Rastrojero se hizo moda y por eso hay mucha gente que busca tener uno, comprarlo para restaurarlo”, manifestó Miguel Prunesti.
En los últimos tiempos ha generado su atracción y es solicitado. Según el estado de conservación, en el mercado se los puede conseguir a valores que van desde los 5 mil a 12 mil dólares, dependiendo del modelo.
Ya pasaron más de 40 años desde su desaparición, más allá que hubo intentos por querer producirlos nuevamente.
Y esto es lo que enamora aún más a los melancólicos, que van detrás de los recuerdos con símbolos del pasado que, afortunadamente, hacen preservar la historia con automóviles emblemáticos que, en su momento, marcaron una época.
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