Matrimonio sampedrino quedó varado en Chile por el conflicto que desató la Marea Roja
Se trata de los reconocidos odontólogos María Belén Kervin y Rolando Paván quienes se encontraban de vacaciones en la isla de Chiloé cuando quedaron como rehenes del conflicto que involucra a pescadores que reclaman al gobierno de Bachelet un bono económico producto de las pérdidas registradas tras la Marea Roja, considerada la peor de la historia chilena. Tras una semana de angustia, los sampedrinos regresan a la Argentina.
Desde hace días el sur de Chile se encuentra en crisis producto de la Marea Roja que provocó la muerte a toneladas de peces y moluscos, lo que generó la pérdida de ingresos para decenas de familias que se mantienen “en pie de guerra” para reclamar al gobierno de Michelle Bachelet un bono económico que les permita subsistir hasta tanto dure el conflicto.
Los ojos del país trasandino están puestos en la isla de Chiloé, donde residen unas 170.000 personas que en su mayoría viven de la pesca. Estudiantes y agrupaciones políticas se sumaron al reclamo de los trabajadores que consideraron insuficiente la oferta del gobierno que consistía en una ayuda mensual de 750.000 pesos chilenos mensuales hasta tanto dure el fenómeno.
Allí, en medio de la crisis y viviendo el conflicto en primera persona, un matrimonio de sampedrinos quedó como rehén ya que los pescadores impiden el ingreso y egreso de vehículos a la zona, lo que provocó el desabastecimiento de los comercios y complejos turísticos.
Se trata de los odontólogos María Belén Kervin y Rolando Paván, quienes tras una semana de incertidumbre lograron emprender el regreso a la Argentina
En primera persona
Los profesionales partieron de San Pedro en camioneta con la intención de disfrutar de unos días de vacaciones cuando en Chile, a pocos días de que termine su periodo de descanso, se encontraron encerrados en una isla donde la quema de neumáticos y las banderas negras opacaron el paisaje.
Las imágenes que reproducen los medios chilenos son impresionantes. La sensación de temor cruzó la cordillera y preocupó a los familiares de Belén y Rolando, que sólo mantenían contacto a través de WhatsApp desde donde costaba dar tranquilidad cuando del otro lado sólo se escuchaba una voz angustiada y con temor.
La desesperación fue tal que llevó a los hijos del matrimonio a pedir ayuda ante las autoridades del Consulado chileno en Argentina y a la Dirección de Argentinos en el exterior que, con poca voluntad, escucharon y leyeron el pedido desesperado de los jóvenes, que sólo pretendían que alguien garantice el regreso de sus padres.
“Una semana hace que están allá, sin poder salir”, dijeron allegados a la familia, sentados en la redacción de La Opinión, al tiempo que daban a conocer que sólo habían conseguido que el Gobierno argentino hiciera frente a los gastos de alojamiento, pero no así de alimentos.
La respuesta se hizo esperar. Recién una semana después los Paván pudieron salir de Chiloé, aunque para hacerlo tuvieron que dejar su vehículo en la isla, al que irán a buscar cuando les garanticen que todo está en orden. Al cierre de esta edición los hijos del matrimonio sólo pensaban en el reencuentro y procuraban que una situación de estas características no vuelva a repetirse.
Qué pasa del otro lado de la cordillera
El sur de Chile, principalmente la isla de Chiolé, se encuentra signado por el conflicto que llevan adelante los pobladores que viven de la pesca y que se vieron perjudicados por la Marea Roja, fenómeno que provocó la muerte de toneladas de peses y moluscos.
La crisis es tal que ha golpeado fuertemente a las empresas y productores artesanales que no cuentan con la materia prima para afrontar con sus tareas o no pueden cumplir con los pedidos encomendados. Hay quienes sostienen que podrían darse pérdidas de hasta un millón de dólares diarios, teniendo en cuenta que la industria pesquera exporta desde Chile un total de 200 millones de dólares, que se producen durante 10 de los 12 meses del año.
Las consecuencias de la Marea Roja son tales que el Gobierno de Michelle Bachellet decretó la “catástrofe” para la región sureña de Los Lagos, cuya costa se vio afectada por las toxinas emanadas por la excesiva proliferación de microalgas.
“A través del Banco Estado estableceremos un aporte solidario para la alimentación de las familias más afectadas con la marea roja”, dijo en una rueda de prensa la primera mandataria a la vez que aseguró que “autoridades sanitarias” están trabajando en la zona.
El área afectada es una franja de 350 kilómetros sobre el océano Atlántico, donde decenas de comunidades viven de la pesca, muchos izaron banderas negras en sus embarcaciones como forma de protesta.