Martín Burnes: Una pizza por un juguete para la sonrisa de un niño
Martín quiere devolver a la Casa del Niño algo de lo que recibió en cariño, contención y educación. Este lunes, desde su pizzería La Ñata amasará setenta pizzas para quienes quieran cambiarlas por un juguete. Su historia de esfuerzo y crecimiento permanente fueron el motor de la idea que ahora compartirá con aquellos que lo ayudarán a concretar el sueño de dibujar en otros chicos la sonrisa que refleja que "alguien se acordó de ellos". "El único regalo que recibía era ese", dijo a La Opinión en la mañana del domingo cuando ya tenía 30 donaciones para entregar el jueves a la institución para que sean repartidos el viernes "antes de que los nenes se vayan a su casa".
"Bueno les paso a contar una idea que se me ocurrió. No muchos saben que la mitad de mi infancia está en la Casa del Niño… fui desde los 6 años hasta los 13. Pasé buenos momentos junto a mis hermanos primos y otros compañeros.. también tengo muchos lindos recuerdos de mis maestras que nos han cuidado como si fuéramos sus propios hijos. Se acerca el día del niño y se me vinieron recuerdos de cuando era un niño.. el único regalo que recibía era en la Casa del Niño… y hoy quisiera devolver algo de tanto que me dio esa instituición… pero para esto necesito un poco de mis amigos del face. Voy a cambiar un juguete por una pizza… y con esto cambiar un juguete x una sonrisa… Necesito tan sólo 70 juguetes… para mi sería un sueño poder lograrlo… espero tu colaboración muchas gracias", dice el post que ya compartieron más de tres centenares de sampedrinos que pensaron en este modo, del modesto dueño de una pizzería que con una historia de esfuerzo y deseo de progresar amasará durante el dia que tienen de franco él y sus empleados/amigos (aclara) una de muzzarella por cada chiche que llegue a su local de Alvear y Belgrano. El teléfono para comunicarse hasta que termine esta campaña es el 15648931, pero lo mejor es ir hasta el lugar, entregar la donación y llevarse la pizza.
Martín llegó a la Casa del Niño a los seis años cargado de una historia difícil para él, sus hermanos y su madre. Allí transcurrieron sus mejores horas a contraturno con la escuela cada tarde y cada mañana, incluido el almuerzo y la merienda.
Las maestras y el lugar al que extrañaba los fines de semana y ciertas noches donde la cena no existía le pemitieron soñar con una vida diferente para la familia ensamblada que hoy integra con su esposa, sus mellizos de un año y medio (una nena y un varón) y el mayor con capacidades diferentes que tuvo con su ex pareja.
"Somos seis hermanos, nos crió mi mamá porque mi viejo nos abandonó", relata cuando La Opinión le pregunta por qué ese hogar que ve ahora a los 39 años como la posibilidad de contención y cuidado para muchos que, como él, deberán salir al mundo adulto a encontrar un trabajo y un camino más próspero.
En principio comenzó como empleado en la pizzería Los Girasoles; allí estuvo seis años. Más tarde la oportunidad le llegó en "El Altillo" del Club Atlético Mitre donde luego quedó a cargo de la cantina y de allí pudo alcanzar el sueño de tener su propio negocio en la esquina de Belgrano y Alvear, donde ahora dice que mañana lunes, con sus colaboradores a los que prefiere denominar amigos, utilizarán la jornada de descanso para esperar a todos aquellos que quieran llegar con los setenta juguetes que pide.
"No me gusta hablar de mi ni tampoco de mi infancia, porque tengo cosas muy tristes", dice Martín cuando pasa a la emoción de saber que sólo entre la gente que compartió su voluntad de ayudar, el viernes las maestras podrán dar una buena noticia a sus alumnos. Sin embargo conviene destacar su pasión por las palomas, es colombófilo desde los 12 años y le puso un broche de oro a sus vuelos cuando pudo participar de una gira con sus pares en Europa.