Más de medio siglo entre telas y tijeras
Es la sedería más antigua de la ciudad y su propietario, se dedica al rubro desde los 12 años cuando arrancó como cadete en Baradero. Hoy, a los 82 años, dice que no puede vivir sino abre todos los días su negocio junto a su esposa a pesar de que está jubilado. Su nieta Emilia continuó la tradición: es diseñadora de moda y por supuesto, la mejor clienta.
Cumplir 54 años al frente de un comercio de la trayectoria de la sedería Firpo no es un mérito menor. Osvaldo Raúl Firpo lo reconoce con modestia pero con inconmensurable orgullo porque repite que ese local repleto de telas y que tiene tantas historias, es toda su vida.
Tijera en mano, don Osvaldo ha cortado los generosos cortes de telas de los primeros guardapolvos de muchos sampedrinos, o los vestidos de 15 años de novia de tantas mujeres que allí fueron a empezar a cumplir con un sueño: el del verse bella para esa fiesta inolvidable.
Y no es para menos que diga que es su vida, porque don Osvaldo empezó a trabajar en una sedería a los 12 años. En esos tiempos, vivía en Baradero y lo contrataron como cadete, pero como el dueño lo vio interesado, lo puso detrás de un mostrador a atender al público.
“Empecé a trabajar con un turco conocido mío y él fue el que puso otro negocio acá, donde estaba la zapatería La Imperial. También vendía telas. Desde ahí me quedé en San Pedro”, recuerda Firpo.
Después llegaría la sociedad con otro joven de apellido Scoponi que era empleado de la Tienda Galli, y la posibilidad de independizarse. “Trabajamos muy bien, gracias a Dios. Tuvimos el negocio primero en la misma cuadra donde estaba entonces la Panadería La Perla, sobre la calle Mitre y Saavedra, a media cuadra”, recuerda. Después, y siempre sobre Mitre, se mudaron a un local pegado a la Optica Cristal y a otro entre Gral. Pueyrredón y Ayacucho.
“Después él se fue pero no puso negocio y yo seguí solo frente a la Farmacia Central, al lado de la tienda Bulotta. Estuve 20 años con mi socio y más de 30 años solo. Es que yo no hice más que esto en mi vida. Hasta el día de hoy siempre en negocios de tela. Son muchos años, tengo 82 y todavía estoy dando vuelta la manija”, dice Don Firpo risueño.
Aunque jamás volvió a vivir a Baradero, de su ciudad natal trajo a su gran amor Raquel, su esposa desde hace 58 años y la madre de sus dos hijos Néstor y Graciela. Ella es quien lo acompaña en el local todos los días, y entre mates y recuerdos, siguen ordenando los géneros y cortes que los clientes eligen.
“Los dos estamos jubilados, y aunque no es mucho, para comer y nuestros gastos tenemos. Pero el local lo mantenemos abierto porque es nuestro. Yo siempre digo que lo más sagrado que he hecho en mi vida es comprar mi casa y el local”, dice don Osvaldo. En realidad, su esposa es quien comenta que el propio Firpo renace todos los lunes, cuando vuelve a abrir las puertas de la sedería al público y puede volver a empuñar la tijera.
“Tuve muchos momentos buenos, más buenos que malos. Yo podría decir a mis 82 años que me quedo en mi casa, pero vengo acá, con mi señora estamos los dos… En este momento, aunque no quieran creer, con todo lo que tenemos en la trastienda que es un montón, no debemos un centavo”, dice Don Osvaldo.
De tal abuelo…
Este comerciante tradicional de San Pedro, comenta con emoción que una persona de su familia siguió de cerca sus pasos y que hoy lo acompaña como una clienta muy especial. Se trata de su nieta Emilia Porta, de 29 años, quien estudió diseño de modas con Roberto Piazza y hoy cuenta con una importante demanda de trabajo en San Pedro.
“Es que evolucionó mucho el gusto y el tema de telas. Los modelos, las calidades, todo cambió mucho. Ahora por ejemplo una chica que va a hacer una compra para un vestido, busca cosas especiales para modelos modernos como los que hace mi nieta. Ella les indica los que le quedan bien según el cuerpo. Y está tapada de trabajo porque no puede tomar más hasta Enero”, dice con notable orgullo su abuelo.
La actividad de su nieta, también incrementó las ventas de la sedería, porque ahora don Osvaldo trabaja con pedidos concretos. “Nosotros le conseguimos los muestrarios para no traer tantos colores porque no podemos tener treinta diferentes, sería una locura. Ella les ofrece a las clientas estas telas que luego las traemos”, explica.
Y el resultado es muy bueno, porque en el último mes la mayor cantidad de ventas la realizaron de esta forma. “Nosotros estamos cada 15 a 20 días exhibiendo cosas nuevas lo que nos ayudó mucho y después que se hace mucha clientela con el boca a boca, porque ella hace cosas que no hace nadie, como bordados y ese tipo de trabajos especiales”.
En Casa Firpo, ninguna tela pasa de moda definitivamente y eso es lo que asegura su propietario. “Todo vuelve, y sino lo dejamos a menor precio, lo liquidamos y la gente se lo lleva siempre”.
Los lunes, por tradición pero sin demasiada explicación lógica, fueron para la sedería el día de mayor venta. Incluso en épocas en donde competían con otras grandes tiendas. “Estaban Galli y La Palma que vendían de todo, y entre otras cosas también telas. Pero la competencia nunca fue un problema. Eran otras épocas”, dice el matrimonio Firpo. Además de comerciante, también Don Osvaldo fue un reconocido jugador de básquet en la juventud y hasta entrenador en el Club Independencia. “Fui muchos años integrante de la comisión directiva, y aunque el fútbol también me gustaba siempre me dediqué al básquet”, explica. Fiel a sus grandes amores, hoy en día su vida transcurre con su esposa Raquel y al frente de la casa de telas más antigua de la ciudad.
“Soy un enamorado de esto, sigo por eso. En mi vida he cumplido, tengo dos hijos hermosos y nietos hermosos. Mi señora todavía es joven y me acompaña. Más que eso no puedo pedirle a la vida”, asegura.