Más de medio siglo de docencia
Tras más de 50 años de docencia, José Luis “Tito” Franzoia, es una voz autorizada para analizar el estado actual de la educación, los cambios en los sistemas educativos y sus consecuencias. Pero también se anima a hablar de política, y lo hace con la seguridad de quien ha vivido muchas épocas diferentes. Escucharlo es siempre un placer, y en esta charla de más de dos horas, que aquí se reproduce resumida, casi no quedó tema sin tratar.
Se recibió de profesor de educación física el 23 de Diciembre de 1956. Eran otras épocas y en ese momento esta clase de profesores realmente era escasa. Mientras estaba estudiando, durante las vacaciones de verano, ya había comenzado a dar clases en Capital Federal. A los pocos días de obtener el título, el 2 de Enero del 1957, empezó a trabajar en una colonia de vacaciones que funcionaba donde hoy se encuentra la Quinta de Olivos y a la semana lo convocaron para trabajar en una pileta en Chacabuco.
Franzoia cuenta: “ A la mañana trabajábamos en la colonia y al mediodía nos íbamos a Chacabuco y volvíamos a dormir al Instituto”. A los 15 días, una nueva oferta para enseñar natación en la pileta del Club Universitario, cerca de Don Torcuato, terminó de completar su ya abultada agenda. Pero eso no era lo único: “Yo andaba de novio con quien ahora es mi esposa, entonces para venirme a San Pedro tomaba un tren y, luego de hacer varias combinaciones, llegaba alrededor de las 23 horas. Andaba de novio hasta las dos de la mañana y a las cuatro me tomaba el tren de vuelta”.
En Marzo, ya era hora de buscar otro trabajo, ya que terminaban las colonias de vacaciones. Entonces consiguió algunas horas en San Nicolás, y otras en Buenos Aires. Esto lo obligó a permanecer dos días en una ciudad, y dos días en otra. En el tiempo “libre” le daba clases a alumnos particulares en San Pedro. Recién en 1969 consiguió algunas horas en nuestra ciudad. Para seguir el recorrido, también dio clases en Baradero y Ramallo, pero finalmente se quedó en San Pedro.
La mayoría de sus alumnos lo recuerda con mucho cariño y respeto, pero también, y sobre todos quienes lo conocieron en sus primeras épocas, con algo de temor. Tito intentó explicar: “Yo fui formado y criado en regímenes autoritarios. El Instituto era muy formativo y su director muy, pero muy estricto. Me tuve que ir adaptando, ir cambiando. Me costó cambiar, tener que soportar que algún alumno se parara y me discutiera, escucharlo, tener que darle explicaciones”. Pero a simple vista, cualquiera diría que finalmente lo logró. Debe ser por el amor a la docencia, amor que hace explícito a cada momento. “El que es docente tiene que querer lo que hace. Estar en contacto con los chicos, con los jóvenes es lo que te hace sentir bien. Eso es lo mejor que me dejó la docencia. No tiene comparación con las riquezas materiales”, comenta orgulloso.
El Director
Aunque dice que no es lo suyo, las circunstancias lo llevaron a ocupar cargos directivos: “Me llamó Graciela Surín, que asumió cuando se jubiló Juana Leder Kremer, para que yo fuera vicedirector. A mí no me gustaba estar metido adentro, hacer papeles, pero me dijeron que era solo para controlar la disciplina, para recorrer los salones. Y asumí con ese compromiso. A los dos años se enfermó Graciela y, a mediados del ´93 quedé como Director”. Reconoce haber tenido la suerte de estar siempre acompañado por personas con ganas de trabajar pero reniega de las autoridades políticas: “A los directores nos viven llenando de papeles. Una misma información te la piden dos o tres veces. Los papeles se le traspapelan al inspector o al inspector jefe. Las estadísticas también, entonces uno como directivo pasa a ser parte de la estructura burocrática cuando lo que un directivo necesita es estar en contacto con los alumnos, recorrer las aulas, poder estar en la sala de profesores, charlar con los chicos, que tu presencia sea fuerte”. Sin embargo, buscó hacerse tiempo para todo.
Cuando comienza a hablar de decisiones políticas, el tono de la conversación ya es otro. Ahí se lo escucha señalar el error de haber adoptado el Polimodal como sistema educativo: “Si tenés 12 años de educación, 6 años para la primaria, escuela general básica, decile como quieras, y seis para lo que sería la secundaria, o el nombre que quieras. Lo dividimos seis y seis y vemos como nos repartimos, pero no pensar en sacarle dos a la secundaria para hacer 8 de primaria, es decir, primarizar la educación y dejar solo tres para la secundaria. Todo eso fue hecho por presiones políticas porque cuando se hizo la reforma la presión fue ejercida por quienes tenía más poder que eran los del sector primario. Entonces se llevaron el primero y el segundo año para transformarlo en octavo y noveno cuando lo lógico hubiera sido que el séptimo pasara a la secundaria como era antes”.
A “Tito” siempre le interesó la política, “pero siempre que sirva para algo” se apura en aclarar. En el ´63 y en el ´83 fue candidato a Intendente por la Democracia Cristiana, pero desde siempre colabora con todos los gobiernos que se lo piden sin ninguna distinción partidaria. Cree que, actualmente, los políticos se preocupan más por intereses personales que por los chicos. “El que está en el poder quiere justificar su puesto y toma medidas sin importarle si sirven o no. Por ejemplo, para qué repartir un millón de libros si se perdió hasta el hábito de la lectura. La educación dejó de ser práctica es una cantidad de contenidos teóricos vacíos por eso la gran mayoría de los chicos va al fracaso en la Universidad”.
Pero también reparte responsabilidades entre los docentes. “Por la vorágine que impone el consumismo, los docentes buscan tener cada vez más horas y eso no les da tiempo ni para preparar las clases”. Y agrega: “Esos docentes que quieren que les paguen $ 2000 para poder tener un solo cargo, si se los pagaran, buscarían otro trabajo para el otro turno. Y esto es así en todos los ámbitos: el que más tiene, más quiere”. Y no quiere olvidarse del rol de la familia en el proceso educativo: “Se perdió fundamentalmente el nexo entre la familia y la escuela. No puede haber educación si no hay un acompañamiento por parte de la familia. La educación acompaña a lo que la familia le inculca al menor. Antes nosotros como padres podíamos ver si el docente estaba haciendo algo mal y hablarlo amablemente con él, pero no darle la razón a los chicos. Porque hay que saber, además, que la culpa siempre es compartida”.
Por último sentencia: “A la educación le hace falta volver a ser práctica porque ahora es una gran cantidad de contenidos teóricos que solo llevan al fracaso a los chicos en la Universidad”. Además agrega un dato preocupante: “Cómo puede ser que la última escuela que se haya creado sea la agrotécnica y que no rebase de alumnos cuando la población se ha incrementado en un 100%. Además, las escuelas primarias tienen una gran cantidad de alumnos y casi no hay lugar para todos pero las secundarias, no. Eso ya da una idea de la cantidad de chicos que dejan de estudiar”.
También hubo tiempo para pensar en el futuro: “No sé cual va a ser el destino del país. Van a quedar dos clases bien marcadas, no más clases medias. Nosotros no somos equilibrados, somos extremistas. Cuando la democracia va mal: golpes militares. Con una represión y un orden que excede todos los golpes naturales, cuando conseguimos la democracia, los derechos humanos cada uno los quiere hacer valer a rajatabla para uno y su familia. Todos hablan de los derechos pero ninguno de los deberes y obligaciones. Es un descontrol total. Yo a veces me siento mal pensando en mis nietos porque me pregunto cuál será el porvenir de estos chicos”.