Más costos judiciales que droga secuestrada fue el saldo del Juicio Oral
El estado al menos gastó en viáticos unos $ 3.000 para el traslado del tribunal hasta la ciudad de San Pedro, donde fueron juzgados la semana pasada Alejandro Zunino, César Mindurry y Andrés Villacampa, por poseer menos de 100 gramos de marihuana. Extraoficialmente, se reconoció que este tipo de juicios en el lugar de los hechos tiene como objetivo ser “ejemplificador” para la sociedad, pero no hay nuevas investigaciones tendientes a resolver un problema tan generalizado como lo es la distribución y comercialización de drogas.
¿Se hizo justicia la semana pasada cuando el Tribunal Federal Nº 1 de Rosario condenó a tres jóvenes por tenencia y venta de estupefacientes? La respuesta puede ser positiva porque los jueces entendieron que las pruebas eran suficientes para sentenciarlos.
De todos modos, para muchos sampedrinos que por primera vez presenciaron un juicio oral, y que saben que con el arresto de tres personas no se termina con el flagelo de la droga en su ciudad, la sensación de justicia se pone al menos en duda.
La defensa de Zunino apuntó en su alegato a una investigación basada más en rumores que en certezas, y puso en duda el trabajo de las fuerzas policiales. El propio acusado aseguró, cuando tuvo oportunidad de hacerlo, ser víctima de una sociedad hipócrita. Si bien no suena raro que un condenado se declare inocente, al menos es necesario reconocer que su posición no está alejada de la realidad.
¿Cuántas personas saben, rumorean y comentan lugares y personas concretas relacionadas con la venta de droga? ¿Cuántos de estos rumores realmente se investigan y derivan en operativos, detenciones y juicios? Estas preguntas son las que, a una semana de este juicio oral, deberá hacerse la sociedad si quiere aprovechar el debate para una reflexión algo más profunda sobre un problema que sigue creciendo.
Extraoficialmente, algunas de las partes de este juicio -inédito en San Pedro- reconocieron que la constitución del tribunal en la ciudad responde a un objetivo más trascendente: dejar instalado el debate sobre tenencia y comercialización de drogas entre los ciudadanos, bajo una modalidad que se puede considerar como una medida “ejemplificadora”. Esto quiere decir que a la condena judicial, se debe sumar la condena social.
Pero no puede dejarse escapar el hecho de que este caso apenas debería ser la punta de un ovillo que nadie termina de desenredar, y que Zunino fue sentenciado por poseer menos de 100 gramos de marihuana, pero ésta no es la única droga que se vende y se compra en San Pedro. Ni siquiera los datos aportados por los propios acusados sobre dónde, cuándo y cómo adquirieron estos estupefacientes serán el puntapié para una nueva investigación porque los propios jueces consideraron que “son datos inexactos” sobre “un joven en tal barrio” o del “Gran Buenos Aires”, que se suelen escuchar en todos los juicios.
En la jornada de hoy, el tribunal entregaba a la defensa de los imputados los fundamentos de su fallo, y a partir de eso los Dres. Gotardo Migliaro y Luisa Cañavate decidían la posibilidad de presentarse ante la Cámara de Casación Penal para revisar la sentencia de su defendido, Alejandro Zunino.
Gastos y viáticos
Cualquier juicio tiene un costo para el estado argentino que no sólo debe medirse en recursos humanos sino en dinero. En este caso, en viáticos para los funcionarios que debieron trasladarse, alojarse en un hotel y cubrir otros gastos.
Extraoficialmente, trascendió que un juez federal cobra alrededor de unos $ 300 diarios por un traslado de este tipo, pero el resto de los funcionarios que lo acompañan como fiscal, secretarios, auxiliares, defensores oficiales, etcétera, perciben algo menos, unos $ 200 porque el monto se deduce del sueldo real que cobran. Teniendo en cuenta estos números, el total de viáticos gastados en San Pedro ascendería a poco menos de unos $ 3.000 porque además de los tres jueces, llegaron un secretario, tres auxiliares, dos defensores oficiales y un fiscal. El gasto sería de todas formas inferior al que se hubiera generado de realizarse en Rosario, por los costos de traslado de 15 testigos que también deberían haber sido alojados por una noche en esa ciudad.
Los funcionarios judiciales, llegaron en dos automóviles a la ciudad, uno particular y el otro oficial en el que cargaron las pruebas, computadoras portátiles y demás elementos del caso. En el caso de los jueces, secretarios y auxiliares se alojaron en el Hotel de Turismo (una habitación doble cuesta allí unos $ 85 diarios), pero el fiscal y los abogados defensores tanto los oficiales como los particulares contratados por Zunino, lo hicieron en el Howard Johnson (costo diario de la habitación $ 170 a $ 210). En la primer jornada, los jueces llegaron al mediodía y se dirigieron al Club Náutico para almorzar.
En cuanto a los recursos de la municipalidad, el tribunal que se comunicó en el mes de Abril con la Asesoría Letrada para coordinar la realización del juicio en esta ciudad, solicitó además del Salón Dorado un servicio de grabación y sonido. Se utilizó el del HCD en este caso, pero igualmente con un costo para la comuna de unos $ 150 diarios.
En la segunda jornada, cuando sólo se presentaron los alegatos y se leyó la sentencia, algunos integrantes del tribunal se levantaron temprano y dos de ellos –el secretario Facciano y el juez Paulucci- hasta aprovecharon parte de la mañana para caminar por el boulevard costanero y jugar un partido de Paddle en el Club Náutico.
La opinión del público en general y algunos profesionales de la abogacía que estuvieron presentes, es que la experiencia de un juicio oral en la propia ciudad resultó interesante. Pero nadie deja de preguntarse cómo la justicia dilapida recursos de todo tipo en causas que dejan abiertos tantos interrogantes. Porque a los costos de un juicio por mínimos que sean, deberá sumarse la manutención de un detenido en la cárcel durante un año y cuatro meses que ahora continuará al menos un período similar antes de tener la posibilidad de salir en libertad. Claro, no se tienen en cuenta, el costo de todas las diligencias procesales, las fotocopias, la utilización de las Fuerzas de Seguridad, etc. Todo lleva a pensar que “lo ejemplificador” es el árbol que pretende tapar un gran bosque en el que los narcotraficantes y dealers viven alegremente y los consumidores y vendedores de poca monta, terminan pagando con su libertad y su adicción, el costo de este flagelo social que al menos en San Pedro, ya cuenta con centenares de víctimas.
El juicio
Este es el resumen del resultado del juicio que tuvo lugar la semana pasada en el Salón Dorado:
-Alejandro Zunino, de 32 años, fue sentenciado a cuatro años de prisión y $ 400 de multa por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. Quedó detenido en la Comisaría local pero luego fue trasladado a una unidad penal de Capital Federal. Lleva cumplido bajo prisión preventiva 1 año y 4 meses, por lo que luego de un período similar podría ser beneficiado con una libertad condicional.
-César Mindurry, de la misma edad, fue condenado a dos meses de prisión efectiva por sus antecedentes policiales, acusado de tenencia de estupefacientes. También fue alojado en la Comisaría pero en su caso está detenido por otra causa similar desde hace un mes, cuando la policía lo halló en la casa de Zunino y habría comprobado que comercializaba allí estupefacientes. Por esta nueva causa, podría ser juzgado dentro de un año por el mismo tribunal.
-Andrés Nicolás Villalba, de 21 años, fue condenado a un mes de prisión pero no efectiva, por tenencia de estupefacientes. Tanto él como Mindurry deberán someterse a alguna medida “educativa” por su adicción.
“Tengo mis hijos en este pueblo”
Al finalizar los alegatos de la fiscalía y la defensa, el tribunal ofreció a los imputados la posibilidad de expresarse pero el único que aceptó hablar fue Alejandro Zunino.
“Hace tres días que no duermo… Pienso que nos estamos alejando del objetivo, porque el tema no es la droga sino la adicción… Yo tuve que pasar un año y cuatro meses en prisión, en un pabellón donde había gente por tema de drogas pero que también podía estar rodeado de delincuentes… y yo no me considero un delincuente. Por qué tengo que pasar por esto por 80 grs. de marihuana… Por envidia, porque yo no le vendía a nadie, por envidia, porque ellos no tenían posibilidad de conseguir su droga… porque me veían que vendí un terreno… los vecinos trataron de perjudicarme a mí, porque son hipócritas, me saludaban todos los días pero nadie fue a hablarme bien, como buen vecino. Mis acciones no tenían que perjudicar a nadie… Me da bronca. Es un maltrato constante, y yo tengo mis hijos en este pueblo…”, expresó.