Los empleados de Papel Prensa pidieron cordura y serenidad
La guerra desatada entre el Gobierno y el Grupo Clarín comienza a cobrarse sus primeras víctimas: los trabajadores. Envueltos en otra cruzada “morenizadora” la empresa vive sus peores momentos tras décadas de manejar la cuota de papel diario que asfixia o ampara a los diarios de todos el país.
No quedan dudas: Guillermo Moreno, el alter ego brutal de Néstor Kirchner, está pertrechado y con sus naves ancladas en un hito histórico del Río Paraná. No se trata de la Vuelta de Obligado, cuna de la soberanía, sino de la planta de Papel Prensa, donde luego de los embates judiciales por la contaminación que en verdad produce y perjudica a dos pueblos importantes, se apresta a “controlar” a quién y cómo se vende el papel que en el reservorio de los medios gráficos independientes del interior del país se paladea con cierta fruición.
Papel Prensa eligió y elije a quién venderle desde su mismísima fundación en plena dictadura militar, cuando con otros actores los objetivos eran los mismos: dominar al cuarto poder que por entonces estaba acotado a los medios escritos, cuya actividad estaba limitada exclusivamente a sus publicaciones, ya que quedaba expresamente prohibido ser titular de radios o canales de televisión.
El control que siempre en principio estuvo en manos de La Nación, Clarín, La Razón y el Estado nacional, comenzó a hacerse más laxo con el advenimiento de la democracia. Los representantes del Estado jugaron durante décadas un papel casi inexistente hasta que el ex Presidente Kirchner rompió su apasionado romance con el grupo mediático más importante del país, desplazó a Alberto Fernández –el adalid de las buenas migas– de su lugar el Directorio y le dió a Guillermo Moreno el buen tapizado de ese sillón para que lo ocuparan sus bien formados cuadros políticos.
Moreno Vs. Moreno
No debe ser casualidad que Guillermo Moreno lleve el mismo apellido que el prócer creador de La Gaceta, el periódico nacido para continuar con el espíritu revolucionario del gran Mariano. Sólo que la torpeza del Secretario de Comercio Interior y sus formas se cimentan en el patoterismo y el engaño permanente al que dice combatir toda vez que abre la boca para denostar a “los medios de comunicación”, como si fuesen todos iguales. Son lineales y funcionales los objetivos de doblegar o asfixiar utilizando métodos aún más perversos que los que usaron abusivamente quienes manejaron la planta a discreción.
La distribución del papel ha sido perversamente arbitraria. Todo para los socios del gobierno, nada para los pequeños o grandes medios, salvo alguna honrosa excepción. De las 170.000 toneladas que produce, 140.000 son para La Nación y Clarín.
El escuadrón
de la vanguardia
Históricamente los soldados obligados a estar en la línea de fuego fueron, son y serán los trabajadores. En el caso de San Pedro hay más ingredientes: centenares de familias viven de la empresa que mayor cantidad de fuentes de trabajo genera y ha sido garantía de prosperidad. Es raro encontrar a un empleado que no reconozca que su sueldo nunca alcanza pero le ha servido para sentirse privilegiado en un país donde el trabajo pasó a ser el bien más preciado y las certezas laborales que ofrece Papel Prensa hoy no se encuentran en cualquier parte. Salarios superiores a los de la mayoría de los empleados fabriles, obra social, horas extras, premios por productividad, índices de ausentismo casi nulos y cumplimiento de convenios a punto tal que la pertenencia sindical se reduce al perímetro de la planta.
Sólo hubo dos paros en más de treinta años de historia, empujados por la precariedad de los jornalizados que la empresa tiene como rehenes permanentes para regular sus pérdidas o ganancias.
La solicitada
Las noticias más recientes tienen que ver, como no podía ser de otra manera, con el inefable Guillermo Moreno. El “guapo” del Secretario de Comercio Interior dijo en una reunión que tenía muchachos expertos en quitar ojos de su órbita y quebrar espinazos. La otra es de hace dos semanas, cuando “el Napia” denunció penalmente al directorio de Papel Prensa por haber difundido supuesta información falsa e incompleta sobre hechos relevantes vinculados con la situación económica de la empresa.
El domingo pasado apareció en los diarios dueños de la empresa una solicitada firmada por “el personal de Papel Prensa S. A.”, donde se detalla la “profunda preocupación” de los empleados por “los embates del gobierno sobre esta empresa, la que desde su inicio produjo papel para todos los diarios del país”. En la solicitada “en defensa de la fuente de trabajo”, el personal asegura que la situación actual “podría poner en peligro nuestra fuente de trabajo” y “hace que no estemos tranquilos”.
Muchos empleados consultados por La Opinión manifestaron su acuerdo con las líneas del escrito y pusieron énfasis en su preocupación sobre lo que podría pasar si la empresa se estatizara y Clarín y La Nación dejaran de comprar papel allí.
Pocos trabajadores no firmaron la solicitada. Son los que creen que no tienen por qué intervenir en la disputa entre el Grupo y el Gobierno y consideran que muchos firmaron convencidos, pero que otros lo hicieron por temor a represalias a futuro.
Desde el Sindicato del Papel aseguraron que en San Pedro incluyeron “algunas modificaciones” en el texto original y que su postura es la de “pedir cordura tanto al Gobierno como a la empresa” y reconocieron que el trasfondo de la disputa en la que se ven involucrados tiene aristas que no comprenden del todo y cuya información no es accesible para quienes a diario viajan hasta la planta para cumplir con su jornada laboral.
A su vez, hicieron saber su descontento con la nota periodística que introduce a la solicitada, “porque dice que le pegamos al Gobierno”, aunque en realidad el texto sólo se limita a decir que la solicitada es “la opinión de los trabajadores” y que “refleja el sentir de los trabajadores sin ningún tipo de connotación política por cuanto en la empresa conviven pacífica y armoniosamente todos los pensamientos políticos, diferentes posiciones e ideologías”.
La mayoría de los asalariados ha coincidido en señalar que no quieren que el desembarco de Moreno altere en nada su situación dentro de la planta. Piden al Gobierno lo que no tiene: “cordura, serenidad, para que continuemos con la paz social tan anhelada”, sumándose a un texto publicado por la Gerencia en octubre pasado, que firmado por Jorge Noseda, Gerente General de la planta, informa que “se encuentra altamente comprometida con la gestión de sus objetivos empresarios, a fin de obtener los mejores resultados para la comunidad de quienes integramos la empresa, y seguir cumpliendo con su inicial propósito, que desde su puesta en marcha es y será abastecer a todos los diarios argentinos de un insumo básico de origen nacional para garantizar la libertad de prensa. Es un valor de nuestra compañía defender y mantener la fuente y los puestos de trabajo de todos”.
La solicitada del domingo reproduce esos conceptos y, de hecho –según confirmaron muchos de los firmantes y representantes gremiales– fue redactada por la propia empresa, que puso a disposición de sus 450 empleados la posibilidad de firmar o no el texto a favor de los intereses de la empresa que, según relató al diario Perfil el apoderado y asesor legal de la compañía, Eduardo Pigretti, “paga los mejores salarios en la industria papelera y atiende a más de 170 diarios en la Argentina”.
Los temores
Con este discurso, cualquier teoría de puja entre “dominadores” y “dominados” se derrumba en un instante. Nadie imagina a San Pedro con una planta de procesamiento de papel diario en manos de un gobierno que todos los días intenta un nuevo zarpazo sobre el derecho a la información que tienen los ciudadanos. Sin embargo, una participación equitativa del Estado que garantice a TODOS los diarios y periódicos la provisión de su principal insumo no es solo necesaria, es IMPRESCINDIBLE.
Ahora bien, pensado en términos de realidades y actores, el escenario muestra impúdicas escenas del más radical autoritarismo que asfixió y asfixiará a aquellos medios gráficos cuya debilidad se mide en la pasión que ponen sus propietarios para seguir haciendo del papel impreso la noble herramienta informativa que perdura en archivos tangibles.
Todos tienen miedo; especialmente deben tenerlo las autoridades locales, que aún no se han expresado respecto de un conflicto que amenaza de manera contundente a uno de los principales motores de la economía local.
El tema no es menor y no lo será en los próximos meses si el duelo de titanes que protagonizan estos dos colosos sigue teniendo como espectadores pasivos a los ciudadanos.
Nadie tiene dudas sobre los matrimonios ocasionales celebrados en todos los tiempos entre Papel Prensa y los sucesivos gobiernos, pero todos saben que esta es la “madre de todas las batallas” tras la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que mañana exhibirá un nuevo capítulo cuando deba conformarse la Autoridad de Aplicación con control bicameral.
En el pago chico, la noticia se lee de otra manera: 450 familias están pendientes de una guerra en la que el primer escuadrón está integrado por trabajadores y ciudadanos de un pueblo que cimenta gran parte de su economía en esta industria que CONTAMINA.