Los detenidos
Las fotos que Martín Pando, por entonces periodista de La Opinión y La Radio, tomó el último viernes de mayo de 2008 en el momento en que detuvieron a los ocho productores sampedrinos ganaron las tapas de medios nacionales e internacionales. No dejaban dudas sobre la innecesaria violencia y la disparidad de fuerzas entre un grupo de hombres mayores y los prefecturianos, al punto en que alguien podría animarse a pensar que estaba “armado”.
Esta es parte de la crónica que escribió bajo el título “Morder el pasto”:
“En el poquísimo tiempo que llevo desempeñando esta apasionante tarea de comunicar la realidad a través de un micrófono y un periódico, he tenido la fortuna de aprender, de mis compañeros, varias cosas. Entre ellas, que una de las cualidades fundamentales de un cronista es poder anticipar por dónde va a pasar la noticia para poder estar allí para cubrirla. Esa ‘intuición’ para pararse aquí en vez de hacerlo por allá, y que efectivamente eso haga la diferencia a la hora de una cobertura. Pero a quienes no poseemos esa ‘intuición’, a veces nos ayuda la suerte.
El viernes, mi tarea consistía en cubrir una asamblea que se realizaría supuestamente a las 11.00 de la mañana. El devenir del conflicto en general, y del piquete de San Pedro en particular, venía haciendo decaer el número de personas con participación activa en dichas asambleas. A la hora programada, no había en los alrededores de la casilla del kilómetro 153, más de 12 productores manifestando”.
Más adelante, el periodista, que pudo acompañar el tránsito de los casi 25 participantes que obstaculizaban el paso de vehículos que se detenían en clara muestra de apoyo, comenzó a percibir el movimiento de las fuerzas de seguridad y tras describir los momentos de tensión que hicieron que se pensara en un “café en la Shell” para eludir la acción se transformaran en este párrafo que selló la nota por la peculiaridad:
“En el cantero lateral quedaban pocos manifestantes. Ya la mayoría estaba ‘subido’ al camino que rodea a la estación de servicio. Sobre esa enorme pendiente que hace de zanja, comenzó a desplegarse una pared de uniformados. Los que pudieron, evadieron la cortina de Albatros para arrojarse a la zanja y bajaron como pudieron la pendiente que los separaba del lugar de los disturbios, para intentar mediar con la Prefectura. Todos los que intentaron separar, terminaron detenidos. Mientras que algunos efectivos eran asignados especialmente para evitar que se tomaran fotografías de lo que sucedía,
otros eran mandados con un dedo índice hacía Raúl Victores, y hacía el ‘productor resbaladizo’, que nunca pudo ser atrapado.
Las imágenes de hombres de 65 años y absolutamente pacíficos, mordiendo pastos secos pero humedecidos en bronca mientras algunos prefecturianos casi adolescentes los aplastaban contra la tierra no hizo más que generar todavía más indignación y violencia. Los insultos, las patadas y la intimidación hacia estos hombres, enmarcaban una escena muy triste y paradójica: los mismos efectivos a los que ayer se les había cebado un mate, se ocuparon al día siguiente de hacerles morder el pasto”.