Los conflictos y el poder
Con las leyes y con la fuerza, esa era la forma que los romanos dominaron el mundo durante cientos (¡cientos!) de años. Donde dominaban, porque eran un pueblo conquistador e imperial, lo sometían con la contundencia de sus ejércitos pero también con la persuasión de su legislación que, es sabido por todos, ha sido la mejor del mundo desde siempre. La fuerza es hoy utilizada por pueblos que, como el israelí y sus vecinos, apenas viven hostilizándose y agrediéndose con resultados penosos en el sentido humano, pero inútiles si de dominación territorial se habla. Allí en Oriente Medio el espacio vital es casi inexistente. Sería ingenuo pensar que los motivos de la agresión y la guerra se reducen a pozos de petróleo y cuestiones económicas: se halla siempre en juego algo infinitamente más amplio como es la imposición de una determinada manera de estructurar la vida humana y la civilización, de eso se trata. Lo no explicable es que muchas guerras se basan en principios religiosos y de posteridad para seguir matando a mansalva, incluso muchos han matado ó matan invocando a Cristo, que era precisamente lo contrario: un mensajero de la Paz. Los conflictos del ser humano se originan – dicen algunos estudios psicológicos aparentemente muy sesudos- en el instinto de poder y dominación que cada uno tiene ó quiere tener sobre otro y esto tiene explicación aún en los casos de países, que no son en definitiva, más que infinitos grupos organizados jurídicamente. Esos conflictos son, creemos, casi inevitables entre los seres humanos, lo que es necesario es que un ser superior, supra (por encima) individual los direccione, mediatice, armonice, equilibre. Ese es el rol que debe cumplir el Estado moderno: estar muy por encima de las oposiciones y llevarlos hacia zonas compatibles. No hay sociedades perfectas en la medida que toda relación con el otro, con la comunidad (sociedad común) tiene un componente de dominación, manejo, manipulación; los padres hacia los hijos, los hijos hacia los padres, los matrimonios entre sí, entre compañeros de trabajo, entre vecinos, etcétera. Ese rol del Estado moderno de mediador y armonizador, debe a su vez preservarlo en la medida de lo posible, de ser actor de los conflictos, lugar hacia donde quieren llevarlo- por ejemplo- algunos cuasi – dirigentes de la Sociedad Rural ó de otras entidades rurales que, beneficiados largamente con las políticas estatales de los últimos años, no han trabajado en el sentido ó la dirección que, por ejemplo, la carne siga siendo un alimento al alcance de toda la población, y no sólo para los exclusivos habitantes de los barrios cerrados, barrios adonde se han ido a refugiar después que pasaran los huracanes MENEM- DE LA RUA con su carga de pobreza, desempleo e inseguridad. por el Dr. Elvio Macchia