Locales comerciales en Arco de Oro
El único galpón que queda en pie de la vieja fábrica de dulces y jugos se convertirá en locales comerciales. El lunes comenzaron las obras, aunque el proyecto recién se presentará la semana que viene.
El último bastión de la memoria de Arco de Oro se irá en los próximos meses. El único galpón que queda en pie de la exitosa firma que fuera orgullo local por su proyección nacional se convertirá en una galería de locales comerciales.
La empresa –que compró los 23.758 metros cuadrados ubicados en 3 de Febrero entre las calles Depietri y Maestro Reyna de la fábrica de dulces en un recordado remate cuya base eran 110.000 pesos y el precio final fue de 787.000– colocó un gran cartel en la esquina que anuncia “Locales comerciales ex Arco de Oro. Aquí construye JyJ Construcciones S. R. L.”.
La obra comenzó el lunes, aunque en Obras Públicas de la Municipalidad sólo notificaron que comenzaron la limpieza de galpones, movimiento de maquinarias y cañerías que quedan en el lugar. “El proyecto de la obra lo presentarán la semana que viene”, informó el arquitecto municipal Adolfo Benincasa. El arquitecto de la obra es Marcelo Pérez, el mismo con el que la empresa dueña del Howard Johnson proyectó la ampliación que realiza en el Marinas de la costa, diseñó los hoteles y desarrolló la obra en el predio lindero, donde se proyectaron 132 viviendas bajo el nombre “barrio Arco de Oro”, anunciadas como un plan privado para posibilitar a inquilinos acceder a su primera vivienda.
La obra que comenzó el lunes lo hizo sin el permiso municipal. La notificación efectuada –una especie de “aviso” sobre la inminencia del proyecto– refiere que presentarán los expedientes que correspondan recién la semana que viene y que lo único que empezaron a hacer fue la limpieza del lugar.
De todas maneras, inspectores de Obras Públicas llegaron al lugar para constatar que hasta tanto no presenten los documentos necesarios no desarrollen trabajos a contramano de la legislación vigente.
Adiós Arco de Oro
La famosa planta de capitales sampedrinos que llevó dulces y jugos a todas las mesas argentinas será un recuerdo en la memoria de los nostálgicos, que pasarán por el lugar de la mano de las nuevas generaciones para rememorar en un suspiro que allí estaba el progreso en todo su esplendor.
Arco de Oro fue un ejemplo de tezón y voluntad, de trabajo y esfuerzo. Las políticas económicas del menemato redujeron a polvo la costumbre de terminar el año con superávit que desde hacía décadas sostenían los socios junto al trabajo de sus empleados.
El cierre de la fábrica dejó sin trabajo a muchas familias y toda la ciudad notó el duro golpe de ver cerrar las puertas a una de sus industrias más significativas.
La zona ensombreció. El césped crecía y las paredes vieron sucesivos candidatos políticos en papel pegado con engrudo, uno sobre el otro. Los aromas de frutas, dulces y néctares dejaron lugar a la herrumbre y la desolación.
Ahora, a partir de la venta y puesta en marcha de los proyectos que los nuevos dueños tienen para el lugar, la memoria colectiva pierde de a poco el recuerdo de lo que fue la fábrica, de los nombres de Orlando Ferrari y Osvaldo Tuero, de los rostros mañaneros de los cientos de anónimos sampedrinos que con una sonrisa en el rostro pedaleaban hasta la fábrica para poner en marcha la respuesta al pedido “a coro” de jugos Arco de Oro y de todos los que a lo largo del país disfrutaron de los productos que enorgullecieron a la ciudad. Locales comerciales traerán nuevas imágenes al barrio y nuevos pasos recorrerán ese predio.