“Lo esencial es invisible…”
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Quien haya leído “El Principito” no podrá negar que es una lectura constitutiva del ser humano. Nadie que recorra las páginas de la obra de Antoine de Saint-Exupery permanece indiferente ante ellas; hay un antes y un después de leerlo.
Así fue también la noche del 5 de Diciembre de 2008 para la ciudad de San Pedro, un punto de quiebre en la historia de este pueblo que se resiste a ser ciudad. Caía la tarde y el movimiento en la intersección de Bottaro y Güemes se hacía cada vez más notorio. Cientos de personas, vestidas para la ocasión, recorrían a paso lento la calle central acercándose a aquella enorme puerta que nunca los olvidó y siempre los estuvo esperando.
Era el día estipulado para volver a la Escuela Normal Mixta “Fray Cayetano José Rodríguez”. Al llegar cualquier persona de corazón apasionado y cabeza inquieta comienza a preguntarse, ¿Qué tiene esta escuela de “normal”? Quizá su nombre haya sido producto de la optimista ambición con la que se encaraban las cuestiones relacionadas con la educación a principios del Siglo XX. Una escuela de esta magnitud y excelencia debería ser lo normal.
El patio central ostentaba el enorme mástil abrazado por una bandera que, tiempo después, flamearía en lo alto orgullosa por los acontecimientos. A los costados del pabellón nacional se ubican los más puntuales. Es toda gente grande, promociones que egresaron en los años 40, 43, 47; demostrando una pasión incontenible por aquello que había sido suyo y que seguía siéndolo. Se abrazaban entre ellos, miraban a su alrededor y buscaban caras conocidas entre las galerías que alguna vez su juventud recorrió traviesamente. Esto no es “normal”.
Antes de dar comienzo al acto, algunos desobedientes se acercaron a las aulas para recordar esas épocas que los tuvo a ellos como protagonistas en esos bancos. Vaya sorpresa la que se llevaron cuando vieron en ellas, fotos, recuerdos, plumas, zapatillas Exporsan, cartas, boletines, recortes de diarios y tantas otras cosas. Las primeras lágrimas comienzan a aparecer al encontrarse en un viaje a través del tiempo abrazado a aquel que ya no está. Una mezcla de tristeza por la ausencia y de felicidad por el hermosamente vivo recuerdo, se paladea con fruición. Esto no es “normal”.
Una música se elevó al nivel de la excelencia y la voz de uno de sus egresados más famosos dieron el puntapie inicial a la gala. Las caras de desconcierto decoraron aquel patio cuando Lalo Mir convocaba a todos a aprestarse para lo que iba a venir. Sus palabras, en su prosa, hacían honor a la educación recibida por la majestuosidad con la que habían sido redactadas. Un comienzo lleno de verdades que recordaba el tiempo de la mejor educación de América y la excelencia académica comparándola con el desolador presente que, a partir de allí, comenzaba a ser cambiado. El acto había empezado, se tomó lista y todas las promociones dijeron presente; nadie quería perdérselo, 98 años de historia estaban ahí, en esencia. Esto no es “normal”.
La bandera Argentina seguía ahí y debía ser izada. Todos querían ser los privilegiados. Entre la gente había un personaje que, con seguridad, ostenta el record de presenciar la mayor cantidad de izamientos en la Escuela Normal sin poder protagonizar ninguno. Edgard Maroli le dedicó su vida a la tarea de ordenanza en el establecimiento y siempre fue el encargado de disparar el timbre que daba la señal para que nuestra insignia patria se eleve buscando fundirse en el celeste y blanco del cielo sampedrino. Esta era su noche. El momento más esperado. Sería él, el encargado de llevarla hasta allí; hasta lo más alto donde sólo el vuelo de las palomas de la libertad podían llegar. Ayudado por dos egresados de la década del 40 izó la bandera siguiendo los acordes de Aurora entonada por un tenor del Teatro Colón. En ese momento donde la música vuelve triunfal a la canción patria el viento también dijo presente y, guiñando un ojo, sopló más fuerte para que la bandera pueda lucirse orgullosa completamente desplegada. Esto no es “normal”.
El Himno Nacional, infaltable, marcó el camino que seguía. Al acto le faltaban los típicos discursos de las autoridades más representativas y la historia de la escuela tiene varios personajes que han calado hondo en el corazón de sus egresados. Uno de ellos fue Facundo Larrondo. Aquella figura imponente que inspiraba respeto tan sólo con el ruido de sus zapatos recorriendo los pasillos. César Mascetti, otro de los egresados famosos, estuvo siempre muy ligado al establecimiento y tenía una sorpresa preparada. Fernando Bravo lo invitó al escenario. “El gaucho” subió acompañado de su eterna compañera, Mónica Cahen D’anvers. Precedida por una contundente y emotiva introducción, que recorrió los caminos de la educación pública, Mónica tomó la palabra. Tenía en sus manos una carta, un discurso escrito a máquina en un papel amarillento producto del paso del tiempo. Comenzó la lectura y parecía haber sido escrito para esa noche. Hacía referencia a la importancia del reencuentro, a lo significativo que es que los egresados del establecimiento continúen ligados a él a través de diferentes actividades para lograr una revalorización constante de la escuela y, a través suyo, de la educación pública. Había sido escrito en 1948 por el hombre del andar imponente, Facundo Larrondo. Esto no es “normal”.
Ya comenzaba a notarse que nada sería igual después de aquella noche. Los acordes del Himno a Sarmiento dieron paso a Sandra Mihanovich que con su sencillez que contrasta con el irrefrenable torrente de su voz emocionó a todo el auditorio. Lo vivía en carne propia, sentía cada una de las palabras que entonaba. Sensaciones que transmitía directamente y sin intermediarios a todos los presentes. Vibraban las paredes de la escuela y seguramente, allá por el Salón de Actos donde había un aula de aquellos tiempos, el propio Sarmiento dio una clase de gramática a los burros de siempre. Un prolijo Museo coordinado por la Directora de la Unidad Académica, Marta Alonso, intentaba paliar esa atroz ausencia de voces que se alcen para restaurar esa verdadera réplica de una sala de galas dedicadas al teatro, la literatura y la disertación. Esto no es “normal”.
Otra de las personas que dejaron una huella imborrable en la Escuela Normal fue Bertha Sotil de Pujol. Esa directora que se transformaba en madre cuando era necesario y que exigía que sus maestras sean precisamente eso, verdaderas MAESTRAS. Esa mujer que había dejado su vida en la escuela, recorriendo las casas de los chicos que necesitaban de aquel empujón anímico que sólo una directora con instinto maternal podía dar. No podía estar ausente y que mejor que ser recordada por aquel que la vivió en sus dos facetas, como madre y como directora. Sergio Pujol subió al escenario a realizar un emotivo homenaje con tanta fuerza que no pudo ser opacado por los problemas técnicos que cortaron el audio en más de dos oportunidades. Un recuerdo marcado a fuego en la memoria de los que pudieron disfrutarla y una emoción enorme transmitida por su hijo para los que, por cuestiones cronológicas, no tuvieron el placer de frecuentarla.
Los buenos profesores son aquellos que enseñan más allá de su materia. Aquellos que trascienden la currícula y forman hombres y mujeres de bien, íntegros. Aquellos que ven en sus clases a ciudadanos de una ciudad y de un país y no solamente alumnos que pasan desapercibidos ante sus ojos. San Pedro es, sin duda, una ciudad de artistas. El arte invade las calles y se respira en la brisa matinal que acaricia la cara al despertar. La Escuela Normal es responsable principal de esto a través de uno de sus profesores más recordados, el Profesor Oscar Rivas. Sobre el escenario, “Yoyi” Villafuerte, Juan José “Yeti” Destefano y Edgardo “Yayo” Altolaguirre descubrían una esculura en papel de harina que pasará a formar parte de la decoración del establecimiento. Un homenaje a aquel profesor que les había enseñado, a ellos tres y a tantos otros, a mirar las cosas desde otro lado. A subirse a una carroza de cuatro metros de altura si era necesario. A pensar en grande, a creer en los demás, a trabajar juntos en pos de un fin común. En su obra, Yayo, logró representar todo esto como suelen hacerlo los artistas, con el corazón. Esto no es “normal”.
De repente un grito de guerra irrumpe en la noche sampedrina. Comienza la batalla. Una copa del año 1969 es el preciado trofeo. Pañuelos azules y colorados enmarcan el escenario. Es el campeonato de Intertribus. Aquella idea de Emilce Contreras y Tito Franzoia que lograba hermanar a chicos de diferentes años y los unía en una competencia deportiva que se transformaban en los Juegos Olímpicos sampedrinos. El gusto a tierra en la boca después de aquel tropezón. El reto de mamá por haber roto el pantalón en la última carrera. La remera desteñida de tanto refregarla por el piso y la cara de felicidad y satisfacción por haber dado al máximo para ganar. Esto no es “normal”.
¿Cómo puede una escuela encerrar tantos misterios? ¿Dónde fueron a parar todas esas sensaciones que hacían grande al establecimiento? ¿Qué le pasó a aquella enorme y prestigiosa educación pública? ¿Por qué las generaciones que pasaron por allí la condenaron al olvido y la nostalgia? Son todas preguntas que cada uno debe responder. La noche del 5 de Diciembre sirvió como punto de partida para demostrar que la escuela no es una linda historia del pasado, es una necesidad de nuestro presente; es historia, hoy. Fue una noche cargada de sensaciones que acercan a aquellos que se habían alejado para devolverle algo de todo lo que, con su mano generosa, siempre entregó. Volver para devolver era el lema de esta noche inolvidable, ojalá esta noche se vuelva eterna en el corazón de aquellos que sienten que siempre se vuelve y siempre se le devuelve a una institución que marcó a fuego a miles de sampedrinos que recorrieron sus pasillos. Devolver para lograr que se cumpla el deseo ambicioso de aquellos que pusieron en marcha la idea de crear un establecimiento por allá por 1910, que esto sea lo normal, que en cualquier edificio donde reine la educación pública todo esto sea normal; porque esta noche, como lo esencial, lo normal fue invisible a los ojos.
Ausentes sin amonestaciones
Por primera vez en la historia de la República Argentina, una ESCUELA es tomada por sus ex alumnos. Por primera vez, los egresados de la educación pública decidieron apoderarse nuevamente de su espacio. Protegerlo.
También, por primera vez, miles de ciudadanos vimos pasar la vida en el rostro de los mayores. Es así, sin amonestaciones ni culpas, la mayoría de los que superan los cuarenta años, se dio el lujo de faltar a la cita, que podía hacerlos protagonistas de una historia que hoy transitan sus hijos en medio de la protesta generalizada por “la falta de educación”.
Pocas son las herramientas que tiene el hombre común para torcer la historia y tal vez, sea la escuela el último bastión o el precario fusil con el que se pueda evitar caer en ese precipicio de la ignorancia al que parecemos empujar a nuestros hijos.
Es más, muchos de los que armamos nuestro pequeño gran bagaje de conocimientos y conductas que nos acompañan hasta el presente, buscamos para nuestros hijos destinos más costosos para que se les imparta la educación que por derecho constitucional les corresponde en el ámbito público.
Sólo algunos salpicados por el compromiso público, las convicciones o la vergüenza nos presentamos para colaborar en esta Toma de la Escuela, donde “nuestros viejos” fueron actores de marquesina.
Quien más, quien menos se disculpó diciendo “es una cuestión del Estado mantener la escuela” o “no puedo, tengo otro compromiso”, para evitar esa brutal confrontación con las emociones y la sensación de sentirse vencido frente a una realidad que si bien parece imposible de revertir, es la única que permite participar sin enlodarse los pies de manera sumamente hedionda.
Ahí estaban ellos, con amonestaciones, traumas de punteros, tablas periódicas, carrozas, obras de García Lorca y la mano en el corazón cuando Sandra Mihanovich cantaba el Himno a Sarmiento o cuando el imponente tenor elevó la bandera al ritmo de Aurora. Fueron ellos los que protagonizaron la gesta pese a que ya les arrebataron la jubilaciones, la seguridad, la esperanza, la instrucción, la Constitución Nacional durante varios períodos y lo que es aún peor: el deseo de que fueran sus descendientes los que tomaran la posta de sostener el único sitio donde pueden forjarse sueños y conductas que marcan al individuo para toda la vida.
Salvo honrosas excepciones, “los ausentes” cumplieron bien su rol evitando involucrarse y sentir que han pasado décadas de deterioro constante en lo académico y en lo edilicio, sin más preocupación que la que los ocupa en el momento de no conseguir un banco. Entre esos ausentes, también había “maestros” que evidentemente se limitan a ver si su gremio les da permiso para asistir a una concentración popular donde lo único que se propone es pasar de la queja a la acción directa.
En la otra punta y afortunadamente, había un puñado de chicos que no pasan los 25 años y armaron su propio patio de recreos dentro de la web, creando un Facebook para encontrarse con sus pares.
En fin, desde Puerto Madryn al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se han interesado en replicar esta idea. Hasta los vecinos baraderenses claman por una Toma de la Escuela, similar a la acontecida el pasado Viernes 5 de Diciembre de 2008.
Queda claro que “los ausentes” pueden reparar sus omisiones, pagando la cooperadora, exigiendo mejores niveles de enseñanza, denunciando a los docentes que reciben su sueldo y jubilación por parte del Estado y cuando hay paro trabajan igual en los colegios privados, mirando las carpetas o cuadernos para intentar leer lo que escriben sus hijos “ahora que la caligrafía, la gramática y la ortografía carecen de importancia”.
Las tácitas amonestaciones que una sociedad democrática recibe por eludir sus obligaciones y no ejercer sus derechos, se pagan con malos gobiernos y negocios políticos que promueven la ignorancia.
Qué hermoso ha sido Volver para Devolver. Qué impresionante sensación es la de sentirse PARTE. Qué olvidados estábamos de la palabra PARTICIPAR. Qué reconfortante para los que estuvimos presentes y para los que lo hicieron desde todos los rincones del país y del mundo, aportando su reconocimiento. Qué grandioso es que sean los alumnos, los que se deciden a Ocupar, Resistir, Educar y gritar que Se Puede!
Egresada 1977
Mamá de Guillermo y Federico
Hijos de la Escuela Pública
El Facebook que construye la educación pública
Como ya sabemos, Internet es el medio más masivo para la comunicación digital, ya que por fácil acceso permite a los internautas, estar comunicados e informados al mismo tiempo con sólo un click en la computadora.
Con la “Toma de la Escuela Normal”, vimos que no sólo el apoyo masivo de los ex alumnos se tenía que hacer presente, sino que a su vez, también podrían disfrutar de esta gesta que ayuda a la Educación Pública a través de Internet y a kilómetros de distancia por el Facebook.
El Facebook, es un sitio Web formado por muchas redes sociales relacionadas con una escuela, universidad, trabajo y otras alternativas, generalmente, la gente utiliza Facebook para mantenerse al día con sus amigos o compañeros compartiendo fotos, enlaces, videos y eventos tales como el del pasado Viernes en la Escuela Normal.
Con la gran aceptación que ha tenido este sitio Web, en Sudamérica especialmente en nuestro país, muchas personas entre adolescentes, jóvenes y adultos se han unido entre sí, en varias redes de amigos o también por colegios y/o Ciudades.
Así ha sucedido, en la “toma de la escuela” denominda “Volver, para Devolver”; un buen número de estudiantes que aun cursan en el colegio han creado en este sitio del Facebook, un grupo o página destinado específicamente al Colegio Normal. Su primer objetivo fue contactarse vía Internet entre alumnos, pero después con la toma por parte de ex egresados que quieren instalar en la conciencia colectiva la importancia de la Educación Pública, este sitio tomó otro color quedando como “El Facebook que construye la educación pública”, debido a que ha servido para promocionar no sólo la Toma de la Escuela sino también la ayuda a la Cooperadora del Colegio, junto con la propagación idealista de la defensa de la educación libre y gratuita en nuestro país que esta tan desvalorizada y olvidada no sólo por nuestras autoridades, sino también por el Pueblo Argentino, remarcando así los valores fundamentales de esta idea:
Enseñar, Creando conciencia de Nuestra Realidad.
Promover, la educación y cultura de Nuestro País.
Formar, Destinado la ayuda de Nuestro Saberes a la Sociedad.
Educar, sabiendo y teniendo la Responsabilidad de Construir el futuro de la Nación.
Aunque, el acto realizado el pasado Viernes y este sitio que aún sigue en vigencia parezcan distantes, la comunicación ha avanzado de tal manera que puede convertirse en un modo de transformación social, con el adecuado uso para lograr lo que se logró el 5 de Diciembre, empezar un, a lo mejor, no tan largo camino para la mejora de la educación de las futuras generaciones creadoras del porvenir de nuestro país.
Leonel De Ruba cursa sus estudios en la Escuela Normal, tiene 16 años y colaboró junto a otros egresados
de esta generación en la Toma a favor de la Escuela Pública
EL SUEÑO DE TOMAR LA ESCUELA
Desde las diez de la noche, aquí en Mallorca, ya tenía LA RADIO sonando por Internet, como para no perderme dedetalle de la fiesta que se estaba por vivir en la ESCUELA, hasta creía ver aquella escalinata que da acceso al edificio desde mi casa de la calle Güemes, que iría atestada de coches antiguos y gentes de todas las edades que alguna vez pasaron por sus aulas para salir cargadas de un bagaje de conocimientos que sin medida se les brindaba en aquel templo del saber ya centenario inaugurado por el ministro Rómulo Naon.
Puntualmente cuando allá eran las 19.30 oí la voz de Matías San Hilario preparando el ambiente al recibir a las primeras personas que iban mencionando el año de su promoción, recordando alguno de sus profesores, hasta una señora que se acordó de nuestra extensa charla del Sábado pasado con varios de mis ex alumnos, preanunciando lo que estaba por pasar. Pero escuchar la voz de Lalo Mir pregonando las verdades del abandono de la escuela pública y exhortando a la toma de conciencia de no dajarla destruir, seguido de “Fernando Bravo”, mi Tito Pochulu tan nuestro como todos los que alguna vez nos escucharon a nosotros, ahora hablaban ellos agregando su experiencia a lo poco o mucho que les pudimos enseñar. César Mascetti me hacía recordar su intransigencia a ser bancario como quería su padre, él sería periodista como su abuelo el fundador de EL INDEPENDIENTE, siguió Mónica Cahen D’Anvers con su lectura del enjundioso discurso de Facundo Larrondo, y luego su hija Sandra Mihanovich me hizo cantar a mí tambien la canción Mi Bandera, recordándome aquellas formaciones de las 17.30 arriando la bandera. Sergio Pujol evocando a Berta Sotil de Pujol, aquella directora que taconeaba fuerte por las galerías y pisaba fuerte ya en el aula, como para que el practicante aspirante a maestro se empleara a fondo, y dejara estampada en su cuaderno la más atinada crítica que atesoraría de por vida. Volver a vivir las cordiales trenzadas de onas y comanches, los recuerdos de Emilce Contreras y Tito Franzoia hasta los hurras finales, fue más de lo que pude haber imaginado. Tomé el teléfono y llamé a LA OPINIÓN para dejar cantado mi PRESENTE aún a la distancia, mientras llovían quintales de soja aportados a la cooperadora por productores que también volvían para devolver …
Me fui a dormir cuando aquí era casi la una de la madrugada de una gratísima trasnochada que a mi edad es más que rara, pero valía bien la pena. Revivía cada uno de los detalles y no podría asegurar si lo soñé o si realmente estuve al pie del mástil en el patio principal, o lo que estaba viendo lo espiaba desde una ventana. Si me preguntan pasados unos años, no importa cuantos, podré decir sin sonrojarme yo también estuve allí…
Miguel A. Bordoy
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Estimados:
Gracias por todo el esfuerzo realizado, no hay nada que pueda pagar lo que se vivió el 05 de Diciembre en la Escuela. Las imágenes que tengo son múltiples y puedo ahora empezar a disfrutar lo que pasó:
•Ver a mis amigos, mis hermanos, mis primas, mi Papá, mi mujer y mi hija todos juntos.
•Escuchar a Pablo decir estoy emocionado cuando cantaba Sandra.
•Ver que la compra de la primer taza (souvenir) era realizada por una portera.
•Tenerlo al lado a Leo (alumno de la escuela) en el Facebook contando en vivo lo que sucedía en la fiesta.
•El abrazo con María Rosa Montaldo. (la primera que hizo el débito en la tarjeta)
•El abrazo con Fer cuando me fue a saludar con una gran sorpresa en el saco para la Cooperadora.
•La foto con mis amigos (egresados del normal) que estaban atendiendo una de las barras.
•Diego Chediak diciendome “Dejate de joder y andá a ver la escuela que quedo bárbara”
•Ver a Sara pidiendo mi cartel de identificación, pedirme una lapicera y escribir con su letra Sara y colgárselo.
•El abrazo al final con Lili.
En algún momento de la previa me pregunté si valía la pena tanto esfuerzo. Hoy con el diario puesto puedo decir que SI.
Un abrazo a los dos y gracias por creer que se puede.
José.
Egresado, miembro de Cooperadora y Padre de una alumna
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Datos para efectuar donaciones
Asociación Cooperadora Escuela Normal San Pedro
C.U.I.T.: 30-66719658-9
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Cta. Cte. Banco de la Provincia
de Buenos Aires: 6500-000829/5
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C.B.U.: 0140363101650000082954